Impresionante recital de los dos ídolos del rock
Espectáculos lunes 7, Jul 2014- Enrique Guzmán y Alberto Vázquez ofrecieron un concierto que abarrotó el Auditorio Nacional, en cuyo escenario, cada uno por separado, cantó los grandes éxitos de su trayectoria
Gloria Carpio
Alberto Vázquez y Enrique Guzmán demostraron ante un nutrido público que sigue admirando sus voces e interpretaciones que continúan siendo inigualables, por lo que ambos artistas abarrotaron el Auditorio Nacional donde consumaron un concierto excepcional.
El público esperaba, ansiaba y necesitaba ver y escuchar en vivo a sus ídolos, una audiencia mayoritariamente pasada de 60 años. Su rivalidad se vio reflejada en que compartieron el escenario pero rompieron con el esquema de cantar a dueto, cada uno cantó sus propios éxitos por separado, pues repertorio les sobraba y demostraron que siguen conservando sus voces y talentos.
Un público profundamente emocionado los aclamó y agradeció su profesionalismo. Enrique Guzmán abrió el concierto con el tema “Mi corazón canta” y sería el propio Enrique quien explicaría al público que la rivalidad con Alberto Vázquez seguía, pero que no era un pleito entre ellos, pues en el fondo son amigos.
Enrique Guzmán complació a sus seguidores con “Payasito”, “Yo te seguiré”, así como con un popurrí en el que incluyó “La plaga”, “Agujetas de color de rosa”, “Gotas de lluvia” y “Pensaba en ti”.
Hizo notar que por tal razón “echamos un volado y perdí yo” y por eso le correspondió cerrar el show.
“Con y por amor”, “El último trago”, “Las hojas muertas”, fueron otros temas que Guzmán regaló a su público que lo recibió y despidió de pie con la melodía “Uno de tantos”.
Fue entonces que tocó el turno a Alberto Vázquez que presentó una imagen de hombre maduro, recio, bronceado y sentado sobre un banco, interpretando “16 toneladas” como en sus grandes años.
A pesar de que Alberto Vázquez sufre un padecimiento conocido médicamente como EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), interpretó con mucho ánimos sus grandes éxitos, pero para su segunda melodía, le comenzó a fallar la respiración (debido a la altura de la ciudad de México) e interrumpió la melodía (“Danny Danny”) para disculparse de esta forma:
“La vida te cobra lo que haces, y como ustedes saben fui un gran fumador, fregado no estoy, que me falte el aire es otra cosa”, indicó.
La producción apagó las luces y se vieron dos sombras atrás del cantante para colocarle las mangueras que van a la nariz para suministrarle oxígeno y exclamó: “Ahora sí, van a ver”.
Y efectivamente cantó y recobró su voz potente con “Para decir adiós”, “Tú significas todo para mí”, “Olvida”, “Lanza tus penas al viento”, sin ninguna dificultad, pero con el oxígeno cuyo chasquido captaba el micrófono.
El hombre siguió derrochando poderío masculino con su manguerita en la nariz, para interpretar “El pecador”. La gente pedía otra y el hombre se perdió entre la penumbra de donde nunca salió, a pesar de que la gente duró aplaudiendo y gritando durante ocho minutos.
Las 10 mil almas que abarrotaron el Coloso de Reforma salieron felices; los dos hombres que están a punto de llgar a los 70 años, cumplieron su cometido: demostrar que son muy profesionales y que seguirán cantando hasta su muerte.