Candidatos suplentes
Ramón Zurita Sahagún martes 29, Jun 2010De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Suena cruel -más en estos momentos-, pero deberá ponerse atención en este renglón para el futuro: la designación de candidatos suplentes para la Presidencia de la República y los gobiernos estatales.
Con lo sucedido en Tamaulipas, ese renglón deberá ser atendido.
Es cierto que algo raro flotaba sobre el ambiente político, se percibía dentro de las campañas y se esperaba que antes del cuatro de julio pudiera suceder algo extraordinario, aunque se desconocía el qué.
El clima estaba enrarecido, la guerra contra el narco mostraba lo débil que es, la desaparición de Diego Fernández de Cevallos, la escaramuza verbal entre contendientes, las acusaciones, las denuncias públicas y las evidencias del uso y abuso del poder para favorecer a los suyos, de uno y otro lado, mostraban las grandes fallas dentro de la legislación vigente.
Sin embargo, nadie se imaginó que unos días antes -menos de una semana- del proceso electoral se produciría un hecho tan sorprendente como terrible dentro de un país que busca mediante la democracia encontrar sus vías de expansión.
El artero crimen de Rodolfo Torre Cantú y otras seis personas mostró la fragilidad en que se desenvuelven los políticos mexicanos y la constante exposición a la que se encuentran sujeto y el gran avance del deterioro.
Para quienes leen e interpretan lo sucedido, el mensaje fue claro en el asesinato del candidato del PRI al gobierno de Tamaulipas: nadie está a salvo, en ningún lugar del país al fin que la impunidad protege a los ejecutores, aunque el principal destinatario fue el gobernador Eugenio Hernández Flores, de quien Torre Cantú era su amigo cercano y colaborador de mayor confianza, lo que se tradujo en su candidatura.
Se trataba de un médico, cuya gestión administrativa siempre estuvo ligada a ese sector, desempeñando cargos dentro del DIF municipal de la capital del estado y en los servicios médicos fuera del mismo.
Por eso, los políticos deben estar alertas y habrán de evaluar bien sus estrategias de campaña y sus alcances dentro de esta actividad ante lo riesgoso que se vuelve la misma.
Torre Cantú no era un candidato polémico, ni sujeto a cuestionamientos, ni se encontraba en entredicho su formación y su ascenso político, mucho menos era poseedor de una fortuna, ni se mantenían sospechas de ningún tipo sobre de él. Por el contrario, su nominación fue bien recibida por los ciudadanos tamaulipecos que lo mantenían como favorito en un margen del 2.5 al 3 a uno sobre su principal contendiente, el aspirante del PAN.
Su carrera política era corta y sus cargos se reducían a una diputación local, a la que renunció para actuar como secretario estatal de Salud del actual gobierno y una efímera diputación federal. Lo demás eran cargos menores.
Por eso sorprendió su brutal asesinato y de las personas que lo acompañaban en lo que sería uno de sus últimos actos de campaña, dos días antes del cierre general de la misma.
Incluso, un día antes, Torre Cantú había cerrado en forma masiva su campaña electoral, donde fue acompañado por diversos políticos de su partido, incluido el que fuese su coordinador en la Cámara de Diputados, Francisco Rojas Gutiérrez.
Es cierto que el estado de Tamaulipas es uno de los más convulsionados en esta batalla contra el crimen organizado y donde el atrevimiento de los grupos delincuenciales supera la imaginación.
También lo es que de esa entidad proviene una de las principales organizaciones criminales y que en el mismo se habían producido ya en el pasado reciente y en la actual campaña electoral actos criminales en contra de políticos locales y que eso mantenía las campañas de todos los candidatos en un bajo perfil.
Sin embargo, atentas debían estar las autoridades estatales y federales para prevenir cualquier suceso que alterara el orden público y, al parecer, se excedieron en confianza.
Cierto es que Rodolfo Torre Cantú era, como lo fue en su momento Luis Donaldo Colosio, uno más de los candidatos en competencia por un cargo de elección popular (el más importante dentro del estado), pero también hay que destacar que se perfilaba como el siguiente gobernador, respaldado por consultas, sondeos y encuestas de todo tipo, con un amplio margen de diferencia sobre su más cercano contendiente.
Las dos camionetas en que viajaba y lo reducido de su escolta, compuesta por cuatro personas, muestra que con todo y que Tamaulipas es uno de los estados con mayor violencia, no se tomaban las precauciones necesarias para evitar sucesos de este tipo.
Y es que Torre Cantú se trasladaría a uno de los dos puntos fronterizos con mayores problemas en materia de seguridad que existen en el estado, Matamoros (Reynosa es el otro), por lo que no se entiende el exceso de confianza.
Ahora después de ahogado el niño, seguramente se tomarán las providencias necesarias para evitar que el cuatro de julio deje de ser una fiesta cívica, con la ciudadanía expresando su voluntad en las urnas y se convierta en un proceso electoral sumamente desairado, por la intimidación que pueda sufrir la población por este tipo de atentados que cimbran todas las estructuras del poder público.
*La condena ha sido generalizada, partidos, candidatos, gobernantes y políticos, además de la ciudadanía en general desaprueban este tipo de actos bárbaros como el que le costó la vida al candidato del PRI y otras seis personas.
Sin embargo, el proceso electoral debe concluirse en Tamaulipas, por lo que el PRI deberá buscar un nuevo candidato, emergente, que compita con los de los otros partidos en competencia.
Baltasar Hinojosa, diputado federal suena como uno de los prospectos, al igual de Marco Bernal, presidente de la Fundación Colosio, otro es José Manuel Assad Montelongo, aunque este se encuentra impedido por desempeñar el cargo de secretario estatal de Educación Pública y no haber renunciado con tiempo, así como Manuel Muñoz.