¿Qué sigue?
¬ José Antonio López Sosa martes 29, Jun 2010Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
No pretendo en esta columna transcribir conjeturas con respecto al asesinato del candidato priísta al gobierno de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú. De pronto hasta debajo de las piedras han surgido especialistas de rebote, cuya imaginación abundante llena de tinta los diarios de hoy.
Me parece que debemos ver este lamentable fenómeno de forma global: el país tan descompuesto en el que vivimos.
Los distintos niveles de gobierno tienen siempre una explicación para este tipo de tragedias, a veces concisas y a veces inventadas, pero en los discursos se comparte la pena y en las acciones se ignora. Las realidades una a una van exhibiendo las mentiras que los candidatos a los distintos puestos de elección popular -empezando por el presidente en turno- dicen durante sus campañas.
México padece un clima de inseguridad que comienza atacando a los ciudadanos, cuya voz es prácticamente ignorada por la autoridad ante centenas de asesinatos a plena luz del día, continúa atacando a los periodistas, haciendo de nuestra profesión una de alto riesgo poniéndonos como uno de los peores sitios del orbe para ejercerla y, por último esta vulnerabilidad ha permeado a la clase política, me parece que ningún gobernador se siente seguro después de este lamentable acontecimiento.
El país está cada vez peor, el gobierno federal se aferra a una supuesta lucha donde el batallón de infantería es la sociedad en general y ellos, desde sus cuarteles comandan llamando “daños colaterales” a las irreparables tragedias diarias.
Los partidos desatienden este fenómeno de inseguridad, su encarnizada lucha del poder por el poder mismo está coadyuvando a sumir a nuestra sociedad mexicana en la peor de sus crisis, una que va más allá de la económica, una que pone en riesgo literalmente la vida de millones de personas.
La franca duda es ¿ahora qué sigue?, los mexicanos estamos perdiendo el sentido del asombro ante tanta tragedia, ¿merecemos en realidad tener esta clase de gobernantes que simplemente no pueden con los problemas?
Frente a la crisis tenemos a un presidente que vive eternamente en el discurso, que condena y no actúa, que promete y no cumple, que vislumbra un México que no existe ni existirá de continuar con su interminable necedad. Por otro lado, tenemos a un secretario de gobernación que nunca se equivoca y además, asegura que ninguno de los miembros del gabinete se equivoca tampoco, cual bravucón de barrio responde y agrede, siempre tiene la razón y al final del día los sangrientos hechos en las calles de este país le hacen tragar cada una de sus palabras y sus declaraciones.
De nuevo planteo esa pregunta que nos llena de incertidumbre, ¿qué sigue?, ¿qué tendremos que soportar ahora quienes vivimos y padecemos este gran país que poco a poco se hunde en la crisis de ingobernabilidad?
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