Pobreza y desigualdad, riesgos para la democracia: Beltrones
Roberto Vizcaíno martes 1, Jul 2014Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- Diego Fernández de Cevallos fue quien propuso y logró establecer la credencial de elector con fotografía
- Todo proceso comicial debiera tener como objetivo terminar la pobreza y la marginación
- Nunca hay una reforma electoral o política final, porque ésta siempre es perfectible, dijo
Desde la experiencia y perspectiva de Manlio Fabio Beltrones, uno de los pocos personajes con sentido de Estado dentro del poder en México, la reciente reforma política es un paso más a una transición inacabada y hacia el paso de un sistema a otro cuyo objetivo central deberá ser el disminuir y acabar la pobreza y la marginación en México.
“… una transición que intenta resolver algo que es vergonzoso: la acumulación de tanta pobreza y desigualdad, que son las que verdaderamente deben ser resueltas en las contiendas políticas electorales y en el cambio de régimen político”.
De ahí que la recientemente reforma, dijo haya contemplado que:
“En esta etapa de transición trabajamos primero sobre figuras de democracia electoral, para luego concretar un nuevo régimen político…”.
Beltrones hizo un análisis de los cambios logrados a través de los últimos 30 años al participar en la mesa XI “El Estado de la Democracia en México”, dentro del Seminario Internacional “Derechos Políticos, Instituciones Electorales, Sistema de Gobierno y Democracia”, realizado en el Auditorio “Dr. Héctor Fix-Zamudio” del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, el viernes 27 de junio de 2014, evento en el que también participaron Diego Fernández de Cevallos y Arturo Núñez.
Ahí Beltrones concluyó:
“La democracia siempre es perfectible. Son perfectibles los métodos democráticos en México, o en el mundo… hemos avanzado, buscando el mayor consenso para fijar reglas para las batallas electorales para llegar a una democracia eficaz, para alcanzar los objetivos…hay avances democráticos importantes en los últimos 30 años… igual (hay) una desigualdad acumulada en el mundo que pone en riesgo a la democracia… ahí se encuentra nuestra preocupación”, indicó.
Recordó, y puso como testigos de ello a Diego Fernández de Cevallos y al propio Arturo Núñez (entonces representante del PAN ante las autoridades electorales el primero; director de la entonces Comisión Federal Electoral el segundo) que luego de 1988, con unas elecciones sumamente accidentadas, “no teníamos mecanismos que nos propiciaran la tranquilidad ni la seguridad de hacer unas elecciones con reglas democráticas pactadas”, dijo.
Y explicó:
“Me tocó, junto con Arturo Núñez asumir la extinta Secretaría Técnica de la Comisión Federal Electoral… esta dependía del Secretario de Gobernación… el subsecretario –fuera quien fuera–, le tocaba ser el secretario técnico…a mí me tocó esa suerte…fui con el apoyo de Arturo Núñez a aguantar e intentar resolver preguntas de la oposición…
“Diego nos empujaba a buscar reglas nuevas de la lucha electoral, para avanzar en democracia… Hablamos de cómo podíamos alcanzar sistemas democráticos más avanzados (e) hicimos ese primer intento, el diseño estuvo a cargo de Arturo Núñez… algunos temas los introdujo Diego desde la presidencia del Instituto Federal Electoral… Diego vivía la desconfianza y no quería hablar con el secretario técnico de la Comisión Federal Electoral, sino con el presidente, que era el secretario de Gobernación…”
En aquel entonces, continuó el sonorense, Diego Fernández de Cevallos dispuso avanzar gradualmente hasta lo que hoy tenemos en un Instituto Nacional Electoral, indicó Beltrones.
LA HISTORIA DE LA CREDENCIAL DE ELECTOR
Era la negociación a fondo: “llegamos a un punto en el cual estábamos cerca de alcanzar el acuerdo de lo que teníamos que hacer, y nuestro amigo Diego Fernández de Cevallos alzó nuevamente su voz y dijo: ‘de ninguna manera vamos a ir a ese procedimiento aunque sea distinto, de carácter democrático, si no hay una credencial de elector con fotografía’.
“Era 1990, y muchos de nosotros dijimos: ¿este trabaja en polaroid o qué pasa?, ¿qué está haciendo?. Preguntamos a todos y dijimos: ¿con fotografía?… Vamos a ponerle un código de barras, todavía no había chips, era 1990, vamos a ponerle alguna otra cosa, la firma.
“Preguntamos a los que sabían: oigan, ¿es la mejor forma de tener una credencial de elector inviolable? Y nos dijeron, ‘nunca, eso no sirve’. Preguntamos después a los presupuestólogos, ¿tenemos dinero para eso? Respondieron: ‘no… es carísimo hacerlo’.
“Regresamos a la mesa, intentamos convencer –ya se han dado cuenta ustedes que no es nada fácil el hacerlo–, a nuestro amigo.
“Sin levantarse de la mesa — y eso que está ya muy socorrido hoy en día–, dijo: aquí me quedo. Y eso nos convenció de darle la razón, porque si hubiera dicho me levanto de la mesa nos hubiera hecho felices, pero no, nos amenazó con quedarse y tuvimos que concluir que la credencial de elector iba con fotografía.
“Hoy es el año 2014, Diego, qué razón tenías. Esa credencial que parecía inútil con fotografía ha hecho sobrevivir, en buena parte, la confianza, eso es lo que se necesita, confianza de los ciudadanos en los procesos electorales y en sus reglas del juego pactadas.
“Creo que, me faltó anotar que los presupuestólogos me dijeron que esa era una locura –Diego–, y yo lo admití, pero dije: viene de un hombre sensato e inteligente, hasta ese momento, y entonces concluimos que debía ir la credencial de elector. Gracias mi querido Diego.
“Hay propuestas inteligentes, pero sobre todo lo que hay que buscar, quizá parafraseando aquello que ‘ya no es necesario una democracia con adjetivos’, pero sí necesitamos una democracia con objetivos, y los objetivos deben ser garantizar la gobernabilidad, darnos certidumbre jurídica, hablarnos de la razón y los beneficios de la convivencia, la convivencia pactada. Y todo ello, hacernos luchar por disminuir la desigualdad y la pobreza, no nada más en este país sino en buena parte del mundo en donde se sufre”.
Beltrones insistió en que la exigencia de Fernández de Cevallos fue correcta “y se lo he dicho en público y privado”.
De aquella a la de hoy, dijo, han pasado varias reformas…
ALTERNANCIA Y TRANSICIÓN
Esta reciente reforma política –nunca hay última– se planeó aprovechando las experiencias y preocupaciones para dar un gran salto integral y vincular lo nacional con lo regional.
“Cierto, esto es debatible… algunos hablamos de que era un esfuerzo centralizador… pero teníamos que avanzar e ir creando condiciones regionales que pudieran armonizar las reglas del juego… de ahí en adelante pensando y, sobre todo, escuchando a muchos que se confunden al señalar la transición como si fuera simplemente la alternancia”.
Y precisó:
“La verdadera transición no trata sólo de qué fuerza política es la que momentáneamente gobierna en los estados o a nivel nacional… en la primera alternancia, muy buena en lo general, no tanto en lo particular por el personaje del que se trataba (Vicente Fox), que no pudo entender en seis años la diferencia entre una y la otra…”
Se logró avanzar, dijo Beltrones, porque el entonces secretario de Gobernación, Santiago Creel sí entendía el tema, pese a lo cual no se pudo avanzar hacia un régimen político distinto al presidencialismo, que vivimos desde hace mucho tiempo.
“Arturo Núñez y yo, hemos tenido el privilegio –como análisis–, de haber vivido en el gobierno de un presidencialismo casi absoluto o absoluto, como el que se tuvo hasta antes del 88; luego un presidencialismo en una alternancia, con un gobierno distinto al PRI; y ahora estar en un presidencialismo, en una segunda alternancia con el PRI que regresa al poder.
“En todo ese transcurso venimos hablando de la posibilidad de los gobiernos de coalición como una forma de mejorar nuestra vida democrática.
“Para perfeccionar la calidad de los gobiernos de introducir la obligación de la ratificación de los miembros del gabinete. De crear figuras tan importantes como las candidaturas independientes o como la Consulta Popular y la Iniciativa Popular.
“Muchos de esos instrumentos surgieron del Pacto por México y vendrán a impulsar la verdadera transición. Se encuentran ya en el papel y el acuerdo… un régimen político bien asentado en la Constitución Política que lo garantizara.
“Creo que el Pacto por México debió ser institucionalizado con los gobiernos de coalición, porque es en realidad un ejercicio pragmático por parte del gobernante en turno, con su voluntad o su voluntarismo, frente a lo que puede ser su actitud, quizá, desesperada de los otros actores partidarios que se juntan y dicen: sí, tenemos que transitar hacia ese lugar”, concluyó.