Escuchas
Ramón Zurita Sahagún viernes 27, Jun 2014De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Son muchos los personajes que en México han sufrido espionaje telefónico, y por lo mismo evidenciados mediante las filtraciones de las grabaciones que profesionales y amateurs han realizado sobre sus conversaciones privadas.
Con todo y ello, el paso del tiempo es la mejor medicina para olvidar el trago amargo que les provoca esa situación, ya que la flaca memoria es su gran aliado para continuar su vida activa, sin importar el grado de las conversaciones que fueron filtradas.
Se apuesta al olvido y se gana con ello, ya que pronto el escándalo producido pasa a convertirse en un lejano recuerdo.
Eso lo saben todos los políticos que han caído en las garras de los escuchas telefónicos y que pronto recurren a las estrategias de control de daños.
Hoy es la diputada federal Purificación Carpinteyro la que se excusa de participar en el debate pendiente sobre las reformas en telecomunicaciones y ayer fueron otros los que ya no recuerdan ese momento difícil vivido al filtrarse sus conversaciones.
En las escuchas telefónicas no hay distingo, ya que su participación llega a todos los extremos, lo mismo lo hacen con un Presidente de la República, que con un gobernador, diputado, senador o empresario.
Las grabaciones se realizan al por mayor y existen personajes oscuros dedicados a ese trabajo sucio, pero sumamente productivo.
Hay verdaderos expertos en la materia, cuyos servicios son sumamente codiciados y que cobran altas tarifas por efectuar dichas sesiones.
El equipo usado es de alta tecnología, principalmente de importación, aunque hay otros que recurren al uso de equipo rudimentario, con resultados asombrosos y costos más bajos.
La mayor parte de estos personajes han trabajado (o lo siguen haciendo) con el gobierno en algunas de las áreas de inteligencia.
Son personajes que, mayormente, son repudiados, pero necesarios para los fines que persiguen algunos políticos o empresarios. Desde siempre ha sido un método de descalificación, sin importar el daño que producen, cuando atañe solamente a la vida privada.
Hace algunos años se inició el linchamiento de José Córdoba Montoya, el poderoso personaje del gobierno de Carlos Salinas de Gortari que pretendía ampliar su ejercicio a la siguiente administración, mediante la filtración de sus conversaciones con una chica con la que sostenía un romance.
Las conversaciones involucraban también a otros personajes.
El método tradicional usado para difundir este tipo de pláticas era el envío de las grabaciones a los medios de comunicación electrónicos o escritos, aunque ahora el sistema parece ser más simple, al usar las redes sociales.
La diputada Purificación Carpinteyro sabe de qué se trata, ya que no es la primera ocasión en que se ve involucrada en una situación de este tipo, por lo que resulta sorprendente la forma en que fue pillada en una conversación sumamente comprometedora. Pero el problema en México es que los escuchas telefónicos (por llamarle de alguna forma) se multiplican y se está convirtiendo en una industria productiva en la que muchos quieren participar.
Se trata de un delito, pero es tomado por algunos, principalmente por los adversarios de las personas involucradas, en forma festiva.
En los años recientes, políticos como el propio Presidente de la República, Vicente Fox Quesada, fueron grabados en conversaciones privadas, las que posteriormente fueron filtradas a los medios de comunicación.
Como olvidar aquello que quedó simplemente en anécdota de comes y te vas, propuesta realizada por Fox Quesada al entonces presidente cubano Fidel Castro, quien le anunciaba su visita a México para participar en una reunión de mandatarios.
Pero también la conversación sostenida por el entonces gobernador de Puebla, Mario Marín Torres con el empresario Kamel Nacif y aquellas dos simbólicas botellas de coñac que fueron interpretadas de diversas formas.
El mismo empresario Kamel Nacif conversó telefónicamente con su amigo, el entonces y hoy otra vez, senador Emilio Gamboa Patrón, sobre negocios particulares en los que supuestamente le ayudaría el político.
Durante la administración presidencial de Felipe Calderón Hinojosa, el tema de las grabaciones de conversaciones privadas tocó al secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez y ocasionó su salida del gabinete y la de la entonces subsecretaria Purificación Carpinteyro.
Fidel Herrera Beltrán, entonces gobernador de Veracruz, fue grabado en una conversación con políticos locales en los que ofrecía ayuda para el proceso electoral del 2010 y en los que se expresaba mal del entonces candidato del PRI al gobierno estatal y hoy gobernador Javier Duarte de Ochoa. La entonces candidata presidencial del PAN, Josefina Vázquez Mota, fue grabada durante la campaña y su conversación difundida.
Ernesto Cordero Arroyo, senador del PAN y frustrado aspirante a la candidatura presidencial y a la presidencia de su partido, también sabe de lo que se trata el tema. Otros políticos veracruzanos fueron grabados desarrollando estrategias para respaldar campañas electorales desde oficinas públicas, con programas gubernamentales.
Todas las situaciones relatadas y otras más, han generado escándalo público, provocado airados debates sobre el tema, pero pocas ocasionaron la renuncia o despido de los funcionarios involucrados, con algunas excepciones como la de los políticos veracruzanos que fueron cesados como los casos del delegado de la Sedesol, Ranulfo Márquez y el secretario estatal de Finanzas, Salvador Manzur y los ya mencionados de Téllez y Carpinteyro del pasado, los demás han corrido con mejor suerte. Eso sí, el tiempo en que dura la filtración como primicia, el o los personajes en cuestión son víctimas de todo tipo de linchamiento público, se pide sus destitución o renuncia, según sea el caso, para que al paso del tiempo, solamente quede el tema como anécdota.