La sospecha sembrada
¬ Juan Manuel Magaña jueves 26, Jun 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
El affaire Carpinteyro duró poco, pero fue muy ilustrativo de lo que está pasando -y por pasar- en torno a la definición final que tendrá la reforma en telecomunicaciones.
Es sencillamente la guerra, la que libran los monopolios para evitar lo que más han temido en toda su vida que llevan medrando a costa del país: la competencia.
Y este fue el caso en que lograron deshacerse de una legisladora bastante incómoda para sus intereses al sembrar mediante una grabación ilegalmente obtenida la sospecha sobre un posible conflicto de intereses.
A reserva de ir más a fondo sobre el asunto en una siguiente entrega, porque hay mucho más, baste decir que Purificación Carpinteyro, la aguerrida y polémica diputada perredista, muestra con sus palabras obtenidas fuera de la ley lo delgada y confusa que puede ser la línea que separa lo correcto en un legislador de un abierto conflicto de intereses.
Por ahora me queda la impresión de que Carpinteyro, al conversar con el director de Pymes de Movistar, José Gutiérrez Becerril, no hablaba sino de un negocio hipotético a partir de la mentada reforma.
Hablaba de un modelo de negocios que no pasaba de ser teoría y de un negocio por ahora inexistente. Técnicamente, creo yo, no hubo conflicto de intereses, sino acaso una imprudente admisión durante una entrevista posterior, acaso descarada, de que ella no veía mal pensar a futuro y beneficiarse de lo que hoy legisla.
Como la línea referida es muy confusa, queda entonces la sospecha. Pero lo realmente importante vino después.
El dirigente del PRD, Jesús Zambrano Grijalva, solicitó a la diputada que se excusara de participar en el proceso de la ley de telecomunicaciones para que queden fuera de toda sospecha relacionada con conflicto de intereses tanto ella, como el PRD y su grupo parlamentario en la Cámara de Diputados.
Ojo: el PRD hizo bien, ante cualquier sospecha, en no aferrarse en sostener a su diputada. También tuvo el cuidado de no defenestrarla y lo que hizo fue más bien convertir ese affaire en una jugada política positiva.
Ello, porque al mismo tiempo que apartó de la sospecha a su legisladora y la empujó a hacer lo correcto ante la duda, exigió que todos aquellos legisladores claramente identificados con intereses en el sector telecomunicaciones asuman una postura similar, “pues —afirmó Zambrano- es evidente que no legislarán con la imparcialidad que se requiere”.
Enseguida, el dirigente dijo lo realmente importante en esto: que “son conocidos los vínculos empresariales del grupo de diputados identificados como la telebancada, pertenecientes al PRI y al Partido Verde, así como los del senador Javier Lozano y otros senadores, que son socios o tienen nexos con empresas del ramo”.
Ahí sí que hay, y de sobra, los auténticos y, hay que decirlo, cínicos conflictos de intereses.
El propio Zambrano expuso que aunque “es discutible si hay o no conflicto de intereses en lo manifestado por la diputada Carpinteyro”, este hecho ha introducido la duda sobre su actuación en las decisiones que habrán de tomarse en el ámbito de las telecomunicaciones en los próximos días.
Por ello, mejor deslindarse de cualquier pretensión de legislar a favor de algún interés particular. Por ello, por congruencia y para evitar una desviación del debate, solicitó a la legisladora retirarse de las discusiones en el Congreso.
Impecable. Para lo que viene, quienes están en conflicto de intereses siguen y seguirán estando al servicio del monopolio televisivo, porque ya parece que ellos se van a excusar. Y es ahí donde esta vez el PRD tejió fino, por más que Purificación, en su ofuscación, no lo entendiera al principio.