Afición o fanatismo
¬ José Antonio López Sosa martes 10, Jun 2014Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Esta semana da inicio el campeonato mundial de fútbol en Brasil y vale la pena reflexionar las implicaciones que tiene en nuestra sociedad.
Sin lugar a duda el fútbol es uno de los deportes más populares en el mundo, por lo menos el más seguido en México —aunque haya gente que asegura que el deporte nacional es la charrería, el frontenis o el béisbol— y ante ello hay una gran expectativa por lo que ocurrirá en los estadios de Brasil a partir del jueves próximo.
No podemos obviar que en muchas ocasiones, el fútbol ha sido un factor de distracción social aprovechado por los diferentes gobiernos, basta recordar el cierre de Luz y Fuerza del Centro la noche que México clasificara al mundial de Sudáfrica.
También es claro que grandes capitales, sobre todo en nuestro caso las televisoras, ganan millones de dólares en publicidad a costillas del espectador que sintoniza tal o cuál canal de televisión no sólo para ver un partido del torneo mundialista, sino la barra de programación que alrededor cada una de las televisoras monta como si se tratara de un gran circo.
Evidentemente hay excesos, se analiza un deporte con tanto rigor como si fuese una disciplina sociológica y lamentablemente del otro lado de la pantalla está el individuo que sigue cada minuto de estas transmisiones y logra cerrar involuntariamente, el millonario círculo de la publicidad.
Ahora bien, del otro lado están los puristas que deciden no ver ni leer nada con relación al mundial, otro extremo radical y fuera de lugar. La gente que más está contra “el sistema” por desgracia termina formando parte del mismo de la forma que menos se lo imagina.
Creo que hay dos formas de seguir un torneo de esta envergadura, desde la afición y desde el fanatismo. La afición que nos lleva a ver —en la medida de lo posible— los juegos que se transmiten en la televisión (pues no hay otra forma de verlos a la distancia), en especial los de la selección nacional (aunque en ello vayan millones y millones de dólares en ganancias para la FIFA, las televisoras, la federación y demás núcleos empresariales).
El fanatismo —lamentablemente muy presente en nuestra sociedad— cuando se mueve cualquier responsabilidad por muy importante que esta sea, con tal de ver uno o más juegos del mundial, sean de la selección nacional o de otro equipo.
Cuando alguien sigue además de los juegos, las transmisiones enteras de las televisoras (que incluyen circo, maroma, teatro, noticieros, etcétera), los sesudos análisis de “voces autorizadas” en el tema del fútbol (como si al final del día además de un hermoso deporte, no fuese un negocio en sí mismo) y cualquier programa que aparezca en la barra programática que tenga que ver con el campeonato mundial.
Ser aficionado me parece que entra en la racionalidad, ser fanático es precisamente, lo que despega de la realidad y convierte al fútbol en un factor distractor de lo verdaderamente importante.
Yo soy aficionado, ser aficionado o fanático depende de cada uno de nosotros, no de las televisoras, ni de la FIFA, ni de la federación, tan sólo de nuestro propio criterio no ante un deporte como el fútbol, sino ante la vida.
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