Muerte 8:15 • (III)
Cultura, ¬ Edgar Gómez Flores viernes 30, May 2014Cuéntame algo para no morir
Edgar Gómez
- Luisa ensordeció por el miedo, la confusión y la cercanía de él. Su rostro melancólico, su intención de llorar, reír a carcajadas y meditar le quitaron la respiración
Parte 3 de 4
El silencio se acentuó aún más. Luisa… la niña Luisa, dirigió sin recato la vista hasta este personaje. El silencio se rompió con sus primeras palabras: “Estimados amigos, hemos presenciado grandes hazañas el día de hoy. Hemos visto a los trapecistas volar por los aires, rompiendo las reglas de la gravedad, al domador de leones entrar a la jaula de estos felinos hambrientos, al hombre bala romper la carpa y perfilarse al centro de las dos hermosas lunas que hoy nos acompañan. Ahora nos toca el acto final, aquel más difícil para ustedes, quienes han esperado este momento desde hace treinta años algunos y otros tantos menos tiempo. Y es desafiar la risa y el humor. La imagen de este hombre quedó congelada al momento. Detrás de la sonrisa y el gesto emotivo Luisa pudo percibir algunos rasgos parecidos. ¡Claro! – Exclamó – era su guía que había tomado este papel, sin justificación alguna, pareciera. Inmediatamente detrás de la imagen congelada salió una nueva con un nuevo personaje. El colorido de su vestimenta, el maquillaje en su rostro y los zapatos enormes que calzaba la dejaron anonadada. Era un payaso. De manera graciosa arrebató el altavoz del cirquero y entonó sus palabras, con una voz chillona y boba a la vez: “Que tal todos”, dio unos pasos en forma de marcha alegórica hacia Luisa, se agachó y se puso frente a ella. Luisa ensordeció por el miedo, la confusión y la cercanía de él. Su rostro melancólico, su intención de llorar, reír a carcajadas y meditar le quitaron la respiración. Tenía un maquillaje perfecto que le acentuaba la tristeza. El payaso puso el altavoz en el suelo, la miró fijamente… y, en un chasquido de dedos, su boca ligeramente arqueada hacia su barba cambio su dirección. Sus ojos brillaron y se abrieron… Ahora aparentaba una alegría y digo que la aparentaba porque no lucía real. Tomó a Luisa de la mano, la incorporó al centro de la pista, tomó el altavoz y dijo: “¿Cómo has llegado tan lejos Luisa, acaso tus aparatos ortopédicos tomaron vida?”, unas carcajadas brotaron de entre el público. “Platícanos Luisa; ¿cómo puede una persona crear un sueño y no controlarlo?, ¿se puede ser tan estúpido de adentrarse en la selva y no saber cómo regresar?. Luisa se dio cuenta que poco a poco crecía mientras el payaso hablaba y las risas acompasaban las preguntas que no tenía intención de contestar y seguramente muchas no entendía su sentido. Sin embargo, sólo pudo escuchar con claridad una pregunta a la cual le puso especial atención: “Luisa, ¿sabes por qué siempre llegas al mismo lugar en tus sueños, por qué si todos temen a lo desconocido tú tienes miedo de lo que conoces; de los caminos que ya has andado, de las lunas, de tus personajes? La respuesta es la siguiente: Tienes miedo porque… tienes miedo de ti, no de nosotros, de lo que has hecho, de lo que has dejado de hacer, de la mediocridad con la que te invade tu rutina. Tienes miedo a morir de manera estúpida… en un sueño. Cuando te habías puesto, en tus aires de grandeza y delirios burgueses, muertes dignas para la película que has vivido para ti. Es por eso que tienes miedo. Eres nada aquí. Cuando sueñas, entregas la voluntad a tus personajes, como dios les ha entregado la misma a los hombres y ahora en hordas blasfeman de él, como lo hacemos de ti. Somos tu realidad. Tu vida cuando abres los ojos, se ha vuelto tu fantasía. Ahora nosotros te tenemos en el centro, pero para verte cuan indefensa eres, cuan poco vales. Eres nuestra diosa puesta en el banquillo de un juzgado. Ahora nosotros te reprochamos tu vida, la nuestra. Somos tu “yo real” que alimenta tu fantasía. En el despertar empieza tu sueño y aquí está la verdad. Ya no distingues entre tus sueños, tus fantasías, tu vida y tus pensamientos. Todos son uno. Nosotros sólo somos el espejo de tu vida alterna…” así siguió el sermón por un tiempo más. Luisa quedó en estado hipnótico, a lo lejos entre el público identificó a Ana y de nuevo el dolor de cabeza y el tic de la mejilla que mostraba nerviosismo al sentirla cerca, no solo físicamente, sino una presencia real, en su mente.
Todo el circo enmudeció y se fue desvaneciendo persona a persona. Adelantaron el “polvo eres y en polvo te convertirás” , para dejar sola a Ana con Luisa. Al fin frente a frente con tiempo de más para que sus espíritus tengan un acercamiento. Para hacer de ambas, una persona; en el odio y el amor que han forjado con su compañía familiar y mental. Ana empezó a bajar cada uno de los peldaños de la gradas y se posicionó frente a Luisa para nuevamente recriminarle: “Ahora sí en un ambiente más alegórico, ¿no? Nuevamente en mi mundo que has creado tú. En tus sueños que tanto te han acompañado, éstos que te permiten alejarte de la realidad, evadir el dolor y hacerlo experiencia fortuita. ¿Te acuerdas cuando entré a tu cuarto de muñecas, en casa de la abuela, y estabas explorando a Renata, la vecina del predio contiguo? Te quedaste helada, con la misma cara de pendeja, sólo que en aquellos días tenías catorce años. O cuando abrí la puerta del estudio del tío José y entre libros y litografías del pintor Guayasamín gemías de placer con los labios del novio burgués que tenías en la preparatoria que besaba tus muslos como endemoniado. ¿Lo recuerdas Luisa, o lo has puesto en la puerta trasera de tu cuarto, como tus aparatos ortopédicos? No, Luisa, soy Ana, tu hermana, tu consciencia que ha hecho de ti la mujer que eres, porque ha permitido que vayas por la vida como mujer impecable, recatada y simétrica, cuando eres tan puta, tan desgraciada, tan infeliz como yo. No Luisa, no te permitiré hacer de tus sueños lo que quieras; quiero que seas mi creación en este sueño. Has hecho de ti una fantasía, ahora me toca a mí darte realidad”.
En ese momento el silencio se dejó sentir en ese espacio eterno que se abría entre Ana y Luisa. Una leve brisa acaricio sus caras como mediando entres estos espíritus tan poco afines, pero tan complementarios. Pasaron los minutos. Sólo podemos saber lo que Luisa sentía, porque es la dueña de este sueño, de Ana sólo podemos conocerla por lo que habla y ahora estaba enmudecida.
Una carcajada rompió el silencio. La risa de Luisa abarcó los espacios vacios. Pasaron algunos minutos. Mientras Ana veía con recelo su cara y con desconfianza su reacción. ¿Qué pasa Luisa? ¿Te has vuelto loca? No mujer -trató de contener la risa- sólo veo que dar libertad a las personas, a los sueños, a nuestros personajes, a nuestros deseos, a nuestras ideas y a todo lo que puede rodearnos o estar dentro de nosotros; se vuelve un caballo desenfrenado; nos toman por sorpresa y se revelan, nos deparan asombros, algunos agradables, otros retadores, unos dolorosos y otras como tú mediocremente halagadores.
Vete en el espejo Ana, eres lo que yo he querido que seas. ¿Te das cuenta? Te he creado, nuevamente. Primero te di forma en tu vida. Nunca me quedó claro si en realidad era un ejemplo para ti o simplemente tu odio se convirtió en miedo y luego en obsesión. Ahora, nuevamente me complementas, me permites conocer lo que soy. Te uso y te dejo. Recuerda Ana, este es mi sueño, esta es mi vida. Caminaré todos los kilómetros que me permita mi imaginación. Tú siempre viviste en la realidad. Tu poco intelecto no te dio para más. Mientras yo, viví en mis recuerdos, en mis creaciones, en mis paranoias. ¿O acaso se disfruta más lo que se vive que lo que se recuerda? Ve a dos jóvenes, pueden vivir una parranda en cinco horas, pero en su senectud podrán generar infinitos momentos de gratitud a ese recuerdo. Hoy he decidido controlar el rumbo de mi locura. Haré lo que sueñe y lo que piense, lo que desee, lo que sienta y lo que recuerde. La realidad sólo me servirá para dejar reposar la vida que arderá en la algarabía de lo etéreo, de aquello que se puede hacer a imagen y semejanza de lo que se me pegue la gana. ¿Entiendes?
Continuará…
Las dos primeras partes pueden verse en www.diarioimagen.net