Gotas de agua
¬ Javier Cadena Cárdenas viernes 16, May 2014Termómetro
Javier Cadena Cárdenas
Dicen los que saben que en alguna ocasión la titular de una institución del gobierno federal justificó a uno de sus colaboradores ante otro funcionario que lo acusó de no saber nada.
Dicha funcionaria, no está de más recordarlo, defendió a su asistente, argumentando que precisamente a los secretarios particulares se les cubre un salario por y para no saber nada.
Y que conste que en este caso eso de no saber nada no tiene nada que ver con conocimiento alguno, sino con saber guardar silencio, y el silencio se ha demostrado a lo largo de la historia, se paga bien.
En el México decimonónico, Carlos María de Bustamante, decía que siempre hay que saber cuándo es tiempo de callar y cuándo es tiempo de hablar, y que esa virtud la dominan pocos.
Y es que, además, así como el silencio se paga bien, en ocasiones el hablar cuesta muy caro.
Y como muestra se pueden mencionar infinidad de casos, como por ejemplo esa famosa entrevista Díaz- Creelman, en la cual el entonces presidente de México externó que el país ya estaba listo para la democracia.
Y no se acababan de leer estas palabras cuando aparecieron los demócratas de entonces, con Francisco I. Madero a la cabeza, para decir esta boca es mía, y las palabras mucho más, dando inicio a la caída del porfiriato y a la llegada de la lucha revolucionaria.
Un siglo después otro personaje ha caído por no cuidar bien sus palabras y decir lo que no debió decir, y es que, salvando las diferencias de tiempos y de personas, se puede afirmar que a Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre le pasó lo mismo que a Porfirio Díaz Mori: cayeron por su propia boca.
El presidente de México dijo que el país estaba listo para la democracia, y cayó.
El titular del PRI en la ciudad de México creyó que la democracia era él, así lo dijo y cayó.
Y es que se vale preguntar si Cuauhtémoc Gutiérrez seguiría a la cabeza de ese partido en la capital del país si no hubiese dicho que las candidaturas para el proceso electoral del año que viene él las manejaría.
Y es que, argumentó en una declaración de prensa, esto sería así porque él había sido electo en ese encargo para un periodo de cuatro años, y que uno de esos años era 2015.
Pero no sólo lo dijo a la prensa, sino que, dicen los que saben, también lo externó en las altas esferas de la política nacional, mostrando con ello, argumentan, su falta de tacto y de lectura del momento en que la ciudad de México y el país están pasando.
Díaz y Gutiérrez abrieron la boca y dijeron lo que no tenían que decir, y cayeron.
Pero hay que ser muy cuidadosos con en esta aseveración, ya que si bien es cierto eso de que hablaron y cayeron, también hay que reconocer que el horno no estaba para bollos y que sus propias históricas acciones habían calentado la estufa.
Es decir: cayeron por sus propias palabras, pero estas fueron las simples gotas de agua que derramaron los vasos que ya estaban llenos hasta el tope.
Hay tiempos para hablar y tiempos para callar, y esta verdad de Perogrullo ellos la supieron a destiempo.