El debate económico
¬ Juan Manuel Magaña jueves 15, May 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
La economía ha estado a debate en estos días. ¿Alguien siente mejoría?
Todo lo contrario: hace uno las compras del día a día sólo para darse cuenta de la reducción drástica del poder de compra. Todo subió, el agua, los huevos, la carne, el pan, los vegetales, la gasolina, el transporte, la luz, pero no los ingresos de la gente, la que cobra un salario y no tiene cómo trasladar a otros esa alza en el costo de la vida.
Esto último lo hacen los del refresco, los de los tacos, los de las hamburguesas, los de la fonda; ellos compran más caros sus insumos y nomás le suben el precio a lo que venden, y listo. Pero uno no puede hacer eso. En el súper reetiquetaron los precios, y listo. Y uno nomás paga y paga más, y por lo mismo se compra menos.
Pesco un dato en el ambiente: el Observatorio del Salario de la Universidad Iberoamericana Puebla dice que los sueldos en México han alcanzado en este 2014 su punto más crítico en 38 años, periodo durante el cual han perdido 75 por ciento de su poder adquisitivo.
Por eso todo esto es peligroso, porque al final aquello que llaman economía es la que pierde. Y así es como perdemos todos.
Para que un tipo como Guillermo Ortiz Martínez, que ya tripuló -y mal- esta nave de la economía, diga que en un número importante de empresas hay una enorme incertidumbre por los efectos de la reforma fiscal vigente, es porque ya no queda de otra que ponerse a llorar.
Por ejemplo él y los presidentes para los que trabajó eran de los que gustaban de decir que íbamos por “el camino correcto”, y miren a donde hemos venido a parar al cabo de 30 años.
Ortiz, que ahora está del otro lado del mostrador y se alquila como presidente del consejo de administración del grupo financiero Banorte-Ixe, dice que esa reforma fiscal no concreta incentivos para promover la formalidad ni impulsa el consumo interno, y que afecta a las compañías en su desempeño, planes de inversión y producción.
Y otra cosa que confirma lo que se decía arriba sobre el querer comprar y no poder: las ventas en tiendas de autoservicio se encuentran ya en terreno negativo, cosa que no se había visto desde la crisis de 2009, cuyo control se le fue de las manos al brillante de Felipe Calderón, cuando la economía cayó entonces 6 por ciento.
Por eso Ortiz plantea que la reforma fiscal tampoco impulsó el crecimiento del consumo (uno de los factores principales del dinamismo de la economía), que ya acumula casi cuatro meses con cifras negativas.
Los datos dicen que la situación está así: en el primer trimestre de este año la economía sólo alcanzará un crecimiento de entre 1.5 y 1.7 por ciento, que en su comparación anual (con el primer trimestre de 2013), puede resultar un avance, pero comparado con el trimestre inmediato anterior, o sea, los últimos tres meses del año pasado, el crecimiento va a ser muy bajo, cercano a cero, o incluso podría presentarse un decrecimiento.
Es un poco lo que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), decía: que al mes de febrero pasado los datos mostraban que la economía nacional se encontraba en fase recesiva.
Cómo estarán las cosas que, ahora que está del otro lado del mostrador, Guillermo Ortiz ya habla como López Obrador.
Impugna la reforma fiscal, subraya la necesidad de un nuevo impulso a la economía, pide que se manejen correctamente las expectativas de crecimiento y bienestar que puedan producir los cambios para no provocar desaliento entre los agentes económicos, y advierte que lo peor que nos puede pasar es prometer cosas que no se cumplan, que no van a ocurrir. El problema es que el gobierno ya dijo: la reforma fiscal no se cambia en lo que resta del sexenio. Y esa es otra clase de certidumbre de lo que viene.