“La ordeña”
Francisco Rodríguez miércoles 14, May 2014Índice político
Francisco Rodríguez
Popularmente, el huachicoleo es la actividad ilegal de ordeñar ductos de combustible y, por extensión, de vender gasolina y diesel robados a la paraestatal Petróleos Mexicanos. Una dinámica muchas veces tolerada por la autoridad —¿cómplice?— que ha producido muchos millonarios y multimillonarios, tanto en el sector público como en el privado.
La trama de Oceanografía, empresa campechana con ligas políticas en el PAN, tiene mucho de huachicoleo.
Ana Lilia Pérez, en su bien documentado libro “El cártel negro”, habla del caso de las gasolinas importadas y de cómo los barcos en los que se transportan a nuestro país tienen un margen de tolerancia o merma de hasta 10% menos de producto. Así cuando atracan en las terminales, llegan otras pipas controladas por las superintendencias a sustraer esa gasolina, que representa el margen de la merma autorizada. Se contabiliza la que ingresa y cuando llega a las terminales se da otro registro todavía menor.
¿Cuántos de esos barcos son de Oceanografía, la empresa ahora demandada por defraudar a Banamex?
Porque, de acuerdo a un experto, fue el huachicoleo practicado por Javier Rodríguez Borgio de Grupo Gasolinero Mexicano, junto con su socio Amado Yáñez Osuna, el que les dio un gran flujo de billetes, con los que adquirieron Caja Libertad “porque Big Bola, la cadena de casinos, les quedó chica para tanto cash”.
Fue así que, me informan, adquirieron esa institución originalmente en manos de José Antonio Rico, por 800 millones de pesos. Una cantidad insignificante si se considera que Caja Libertad tiene un millón y medio de cuentahabientes y —ante la nula o cuando menos muy deficiente vigilancia de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores— una capacidad casi infinita para el blanqueo de capitales.
Y ante el escándalo, Martín Díaz fue echado el lunes de Caja Libertad, aunque en los boletines se hablara de renuncia.
Caja Libertad es, además, la salida que tienen estos huachicoleros. Está emplazada a huelga para el próximo mes de mayo. Si la estallan, la desaparecen y asunto finiquitado.
Muchas veces denunciada en éste y otros espacios por sus prácticas corruptas al amparo del poder y del influyentismo, Oceanografía es otra de las vetas que tiene el capítulo “cambio de mandos, cambio de manos”, que se dio en México a partir de diciembre de 2012. Y es que cada partido, cada sexenio, tiene sus empresas favoritas.
Lo denunció ayer en su espacio periodístico el diputado Ricardo Monreal, con quien coincido en que primero había que desbrozar el campo para los amigos: “… al intervenir judicialmente, el gobierno saca de la cancha de juego a una de las empresas (Oceanografía) que hubieran podido convertirse en una de las nuevas petroleras mexicanas con la inminente apertura del sector energético”.
Y luego, para favorecer a los “de casa”:
“Para el reparto de la renta petrolera, el actual gobierno ya tiene sus propias Oceanografías, conformadas por los nuevos políticos petroleros del sexenio. Diavaz (asociada con Protego, de Pedro Aspe), OHL México (donde el actual director de Pemex, Emilio Lozoya, fue consejero y directivo), Sempra México (que dirige el ex secretario de Comunicaciones y Transportes, Carlos Ruiz Sacristán), Morgan Stanley Private Equity (representada por Jesús Reyes Heroles Jr.), Oro Negro (al mando de Luis Ramírez Corzo, ex director de Pemex) y Proveedora de Servicios de Energía (José María Córdoba Montoya), entre otras.
Vale preguntar entonces si —como dicen en los aviones— “en el remoto e improbable caso” de que el PRI pierda las elecciones presidenciales en el 2018, ¿alguna de esas empresas huachicoleras será perseguida por la justicia selectiva mexicana?