“Lealtades”
Francisco Rodríguez miércoles 7, May 2014Índice político
Francisco Rodríguez
Si algo hay que reconocerle a Andrés Granier es su inconsciencia, disfrazada de rectitud, valentía y honorabilidad.
Se autorepatrió, dijo, para hacer frente a las acusaciones que pesan en su contra. Cayó en la boca del lobo. Una actitud muy distinta, la de una muy consciente cobardía, es la que han adoptado quienes en el sureste mexicano —de Quintana Roo a Tabasco, por supuesto— son conocidos como los verdaderos operadores políticos y económicos de Granier, durante los seis años de su estancia en la Quinta Grijalva, cual se conoce a la residencia gubernamental tabasqueña.
Humberto Mayans Canabal y Amílcar Sala Villanueva, fueron, en efecto, los poderosos tras el “trono” granierista.
Ambos ejercieron una extrema injerencia sobre el aparato del gobierno tabasqueño y sobre las decisiones públicas.
Fueron una suerte de asesores y hasta negociantes —que no negociadores— de absoluta confianza y mano derecha, de quien fue electo en el 2006.
¿Qué caracteriza a Mayans y a Sala? Ambos son inteligentes, estrategas, calculadores, distantes, fríos, misteriosos, manipuladores y muy ricos.
Sala Villanueva es el tipo de personaje que anhela poder, pero que prefirió que Granier —entonces también inconsciente, entretenido en la frivolidad— diera la cara, mientras él hacía todos los negocios posibles con los dineros públicos.
Mayans, en cambio, quería ser el primero. El sucesor de Granier. Su defección del priísmo, al que regresó tras un fugaz paso por el perredismo, convirtieron en inalcanzable el anhelo. Y por tal, vedado el camino político, optó por emprender el del mayor enriquecimiento económico.
Sala y Mayans no dan la cara. De hecho, en el gobierno anterior al de Arturo Núñez, nunca mostraron su verdadero rostro.
Ellos sí son demasiado conscientes de los abusos, los desvíos y las raterías… Granier, en cambio, sigue en la cárcel.
IGUALES
En Villahermosa, los constructores, los proveedores, todos quienes hacen negocios con el gobierno estatal, tenían que “arreglarse” con Amílcar Sala Villanueva en torno a montos —inflados— y, claro está, lo más importante: las comisiones. ¿10, 15, 20%? Igual sucede en Hermosillo, donde los proveedores, los contratistas tienen que pasar por las oficinas y la voracidad del cuñado del gobernador de Sonora, Guillermo Padrés.
Roberto Dagnino, que así se llama el hermano de la esposa del panista en el poder, puede presumir incluso de que su apellido ha acuñado una nueva moneda: los “dagninos”.
Así motejan los constructores y proveedores a las cantidades que el personaje que goza de todos los afectos de Padrés “cobra” por asignar obras, por privilegiar contratos. ¿Cuántos “dagninos” te cobró el cuñado?, bromean.
Y el gobernador sonorense, lo mismo, juega al inconsciente. Entre que está enfermo, y no sabe; entre que está a disgusto porque la ciudadanía no lo tiene en buen concepto, y entre que está en manos de la familia de su esposa… Padrés acusó y encarceló a una trabajadora de su servicio doméstico dizque porque se robó unas maletas con dinero que guardaba en su recámara.
Hace unos cuantos meses, Roberto Dagnino hizo público que, de su casa, habían “desaparecido” 40 millones de pesos. O 40 millones de “dagninos”.
Nada distingue a Guillermo Padrés de Andrés Granier. Sus “operadores” emplean las mismas tácticas y estratagemas. Uno está en prisión, al otro, al panista ¿le espera la misma suerte? Todos son iguales. Lo mismo da que sean del PRI, PAN o PRD.
Patrimonialistas, ejercen el poder para robar, hacerse ricos. Da lo mismo si son colecciones de zapatos repartidos en residencias de Miami y Cancún o yates anclados en San Carlos, al ladito de Guaymas.
Todos son iguales, ¿o no?
Índice Flamígero: En Aguascalientes, el panista Luis Armando Reynoso Femat ya está detenido y tendrá que pagar una fianza de 30 millones de pesos si quiere salir de la cárcel.