En Venezuela…
¬ José Antonio López Sosa lunes 28, Abr 2014Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Caracas, Venezuela.- El gobierno del presidente Nicolás Maduro tiene la consigna de cometer todo tipo de excesos y abusos en aras de la patria.
Con un discurso muy bien aprendido desde hace más de una década, quienes apoyan al gobierno actual —que se puede ver reflejado en el número de votantes en la última elección presidencial— justifican todo aquello que pueda resultar injustificable bajo el argumento de la patria y de la lucha contra un enemigo —real o irreal— que atenta contra la soberanía del pueblo venezolano.
En Venezuela, una persona no puede comprar un automóvil en una agencia aunque tenga el dinero para hacerlo. Como la importación ha mermado por falta de divisas, es necesario anotarse en una lista y esperar un promedio de año y medio para poder comprar un auto, si hay urgencia se debe pagar una “vacuna” (un soborno al encargado de dicha lista para que ponga al necesitado encabezando la lista).
En Venezuela, una persona tarda en promedio tres meses para obtener un pasaporte, hay que hacer una cita electrónica, acudir y esperar, porque por la falta de materiales, los pasaportes biométricos no pueden ser expedidos de forma inmediata.
En Venezuela una persona no puede rentar una casa o un departamento, porque existe el riesgo que el arrendatario logre derechos suficientes por el solo hecho de vivir ahí, como para dejar de pagar renta y entablar un pleito legal para quitarle la propiedad al arrendador.
En Venezuela, una persona no puede comprar libremente dólares, es necesario hacer un engorroso trámite para que el gobierno autorice un máximo de 3 mil dólares al año a una persona (viajando a Europa por más de una semana).
En Venezuela no se encuentra con facilidad leche, harina de maíz, azúcar, mantequilla, aceite, papel sanitario, café. Hay que hacer largas filas para acceder a estos productos que son vendidos, en una o dos unidades –máximo—por persona.
En el centro de Caracas, las personas no pueden manifestarse libremente en las calles, requieren de autorización del gobierno para hacerlo. Intentarlo sin dicho requisito puede costar la libertad y una severa reprimenda por parte de la autoridad.
En Venezuela no se puede hacer trabajo periodístico con libertad. Si bien la Constitución y el gobierno garantizan este derecho, los “colectivos” se encargan de intimidar y agredir a los periodistas nacionales e internacionales que no están con el gobierno (como fue nuestro caso).
En Venezuela quienes salen del país por vía aérea (nacionales y extranjeros), son sometidos a exhaustivas revisiones y cuestionamientos por parte de la Guardia Nacional Bolivariana, incluso antes de abordar un avión me tocó —igual que al resto de los pasajeros— una revisión física bastante vergonzosa e invasiva por parte de los guardias.
En Venezuela cada día menos cosas funcionan, en Venezuela cada día el crimen se apropia de las calles. En nuestro último día de labor periodística fuimos asaltados en la puerta del hotel abordando el transporte al aeropuerto.
Venezuela funciona sólo en la mente y en la visión miope de los izquierdistas mexicanos que la ven como ejemplo a la distancia, detrás de un escritorio o de un discurso patriotero.
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