El escritor y su imaginación caribe
¬ Juan Manuel Magaña lunes 21, Abr 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
El biógrafo de Gabriel García Márquez, Gerald Martin, definió al escritor como “el más grande después de Cervantes”. Y me parece justa la comparación, por más que acudan a la memoria Dickens, Tolstoi o Hemingway.
Gabo simple y sencillamente influyó al mundo como ningún otro por magnífica que sea su pluma.
Tras su muerte, las palabras de elogio de los otros revelan su grandeza. El ex presidente estadunidense Bill Clinton, quien fue su amigo, dijo sentirse “maravillado por sus dotes únicas de imaginación, claridad de pensamiento y sinceridad emocional”. García Márquez, agregó, “capturó el dolor y la alegría comunes a toda la humanidad en escenarios a la vez reales y mágicos”.
The New York Times publicó que García Márquez “fue un maestro” en el género del realismo mágico, “en el que convergen lo milagroso y lo real”, y aunque nunca pretendió haberlo inventado “nadie antes que él había usado el estilo con tanto arte, exuberancia y potencia”.
Será por eso que el propio presidente Barack Obama, lector asiduo de Gabo, consideró que el mundo ha perdido a uno de los más grandes y visionarios escritores. O que la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, dice que “Gabo conducía al lector por sus Macondos imaginarios como quien presenta un mundo nuevo a un niño”.
La cantante Shakira, su paisana, elogió la vida de García Márquez como “un regalo único e irrepetible, y como el más original de los relatos”. Y para el escritor peruano Mario Vargas Llosa, también Premio Nobel de Literatura y con quien vivió enemistado, las novelas de García Márquez “le sobrevivirán y seguirán ganando lectores por doquier”.
Esto último me parece una certeza, pues pasarán mil años y la humanidad de entonces le seguirá leyendo.
Gabo trascendió lo colombiano y se hizo al mismo tiempo mexicano, tanto como el chile, y desde 1961 adoptó la Ciudad de México como su casa. Trascendió lo latinoamericano y cubrió al mundo con su visión fantástica de la vida, especialmente con su obra Cien años de soledad, que es un auténtica joya artística, como lo ha sido El Quijote.
Ciertamente, él no inventó el realismo mágico, pero el género dio con él un salto cualitativo. No podía ser de otra manera, puesto que Gabo era un hombre izquierda, progresista, entendido esto como una racionalidad libre de dogmas, prejuicios y tabúes, plena de sentido común. Y si a esto se le agrega su mirada caribe y su temple tropical…
Su biógrafo Martin dijo que prepara otra biografía de Gabo con mucha información recopilada por años. “En la actual solo usé un tres por ciento de la información que recopilé. Le debo al mundo todo eso”.
Recordó que el escritor le preguntó un día “¿Por qué quieres escribir una biografía si las biografías significan la muerte? Además, no vas a poder decir todo lo que quieres. Entonces, yo le contesté que lo publicaría en la segunda edición después de su muerte, y eso, en vez de enajenarlo, le gustó”.
Me quedo por ahora con el García Márquez que aun quebrado económicamente, casado y viviendo de prestado, tuvo las agallas para escribir su obra cumbre. Esos son tamaños.