Los evangélicos de Marcelo
Francisco Rodríguez jueves 17, Abr 2014Índice político
Francisco Rodríguez
Hasta hace poco, quienes eran funcionarios del gobierno capitalino se disputaban el honor de haberle conseguido a Marcelo Ebrard —al precio que fuera, sacado de nuestro bolsillo— el premio al “mejor alcalde del mundo”. Nadie creyó nunca el dichoso premio, pues pasaba chabacanamente sobre las cabezas de hombres políticos de a de veras, sobresalientes al frente de ciudades de verdad, en países serios, de primer mundo y no en aldeas saqueadas por corruptos perredistas, como Chilangotitlán.
Todos los espacios que publicaron en la prensa y en medios electrónicos los “jefes” de prensa y de turismo, Óscar Argüelles y Alejandro Rojas, entre los que peleaban la primacía, sólo sirvieron para ridiculizarlo y dejarlo a merced de las tribus amarillas que se lo comieron vivo y lo dejaron seriamente dañado entre los damnificados por sus abusos, obligándolo a buscar refugio en su quinto partido político —ya fue del PRI, del Verde, del PCD (del cual Manuel Camacho dijo que, si no conseguía el registro, se retiraba), del PRD y ahora ¿será? del MC.
El sexto sería el Partido del Encuentro Social, un grupo de pastores evangélicos que le costaron varias decenas de millones de los ahora “perdidos” 489 que le reclama la Federación al GCDMX.
Y es que Federico Escobedo Miramontes, quien cobró seis años como coordinador general de Modernización (?) Administrativa en el finalizado periodo de Ebrard, también era el administrador de las ministraciones que se le otorgaron, desde el Antiguo Palacio del Ayuntamiento al sedicente Partido del Encuentro Social, en trámite de registro ante el IFE, el INE o lo que sea que vaya a resultar.
Carretonadas de dinero del erario público que se usaron para financiar a Hugo Flores y a una horda de vividores que se ostentan como pastores de la grey evangélica y que crecen a expensas de los errores y “agasajos” de los purpurados católicos, entregados a toda laya de desenfrenos y corruptelas.
No quiere decir que unos sean mejores que otros. Lo que quiere decir es que si los registros se van a entregar a troche y moche, sin conocer los orígenes del financiamiento, al rato nos vamos a enterar que no sólo cancelan la Línea 12 —que en dinero actual costó tanto como la obra más grande del emperador Claudio (la Vía Acqua) que dotó de líquido vital a una Roma de más de un millón de habitantes—, sino que vamos a tener que descolgar hasta los retratos de la familia para obsequiar los caprichos de cualquier prevaricador que se presente con piel de cordero, escondiendo el rabo de lobo.
Y CAMACHO, CALLADITO
Desde hace unas semanas, cuando su ex amigo Carlos Salinas lo evidenció y maltrató, Manuel Camacho guarda silencio.
Parece mentira. Después de haber dedicado los últimos 30 años a crear, alimentar y publicitar a su favorito Ebrard, hoy no se atreve a escribir una sola línea, a balbucear una sola declaración, a mandar una carta de tres párrafos a cualquier redacción de medio cachete para defender su honorabilidad, o al menos, su inocencia.
Después que dejó hasta la zalea contra moros y cristianos, profetas y fariseos, por hacer de Ebrard una figura de proyección histórica —claro, poco menos que la suya, que de hecho es ya emblemática en la historia moderna de lo chusco y ramplón—, Camacho Solís no ha empeñado una sola de sus lapidarias frases para defenderlo, ahora que más necesita de su prestigio protector.
El “padre de la patria”, como se le conoce en el PRD después de aquella declaración de Acosta Naranjo (“todo está mal si no se lo consultan” o si es propuesta de un grupo al que no lo invitaron) ha preferido defender a los panistas de Calderón —Cordero, Gil— o a René Bejarano, antes de salir, aunque sea unos minutos, a defender a su pupilo.
¿Por qué será?
Índice Flamígero: Quién autoriza las comisiones que todavía cobran por sus contratos públicos las dos alegres divorciadas de Marcelo Ebrard. ¡Qué bonitas familias hizo y deshizo! Y es que, tanto la primera como la segunda de las tres esposas del insaciable galán (Francesca Ramos y Mariagna Pratts), siguen cobrando sus (negocios?) divorcios en jugosos contratos en nóminas. ¡Ah, qué Marcelo! ¿Y cuál es la fórmula? Ni modo de preguntar qué les da, pues ya lo sabemos: dinero.