Texas ejecutó a otro mexicano
* Especiales, Mundo jueves 10, Abr 2014- Ramiro Hernández Llanas mató a golpes a un profesor de historia y atacó sexualmente a la esposa de éste hace 16 años
El mexicano Ramiro Hernández Llanas fue ejecutado por inyección letal a las 18:28 horas de ayer en la cámara de la muerte de la Unidad Carcelaria Walls, en Huntsville, Texas. Sus últimas palabras fueron: “Sepan que he sido feliz hasta el final”.
Hernández Llanas, originario de Nuevo Laredo, Tamaulipas, se convirtió en el décimo mexicano en ser ejecutado en Estados Unidos. Nueve de esas ejecuciones han sido efectuadas en Texas, con excepción de la de Benjamín Mario Murphy ocurrida el 17 de septiembre de 1996 en Virginia.
El mexicano mató a golpes a Glen Lich, un profesor de historia de la Universidad de Baylor y atacó sexualmente a la esposa de éste hace más de 16 años.
Hernández Llanas estaba sin autorización legal en Estados Unidos cuando fue arrestado por el asesinato en octubre de 1997. Diez días antes, Lich, le había encargado un trabajo de renovaciones en su rancho a cambio de casa y comida.
Hernández, quien estuvo 15 años en prisión antes de ser ejecutado, era uno de los beneficiarios del caso Avena, llamado así por Carlos Avena Guillén, quien en febrero de 1982, cuando tenía 19 años, fue sentenciado a muerte en California por asesinato, de lo cual las autoridades consulares mexicanas se enteraron 11 años después, y por lo que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) pidió que se revisen todos aquellos casos en los que el sentenciado no contó con la atención consular a la que tiene derecho, de acuerdo con los convenios internacionales.
Según las autoridades estadunidenses, Ramiro fue acusado de homicidio en Nuevo Laredo, Tamaulipas, por lo cual fue sentenciado a 25 años de cárcel. Sin embargo, se fugó y se estableció en la comunidad de Kerrville, al noroeste de San Antonio, Texas, donde trabajó ayudando al ranchero Glen Lich.
El proceso penal del tamaulipeco había quedado suspendido el 2 de abril, a raíz de que una jueza requiriera más información sobre las sustancias químicas que conforman la inyección letal que se utilizaría.
Texas y otros estados que tienen la pena capital se han esforzado por encontrar drogas sustitutas o nuevas fuentes de drogas para las inyecciones letales después de que los grandes laboratorios farmacéuticos –muchos con sede en Europa, donde prevalece la oposición a la pena de muerte– dejaron de venderlas a las prisiones y departamentos correccionales.
Le tomó cinco minutos al jurado deliberar y condenarlo a la pena de muerte, en febrero de 2000.