La doble muerte de “El Chayo”
¬ Augusto Corro miércoles 26, Mar 2014Punto por punto
Augusto Corro
Mejorar su imagen podría ser uno de los motivos de Calderón y sus funcionarios que anunciaron la muerte de Nazario Moreno “El Chayo”, en Michoacán.
Claro, no presentaron ningún cadáver, pero no importó tanto para que se colgaran la medalla del triunfo de ese hecho falso que no se creyó la opinión pública.
Quienes conocían el teje y maneje de lo que ocurría en aquella entidad, no tardaron en manifestar que la muerte de “El Chayo” era una mentira a todas luces.
La duda quedó y el caso se olvidó poco a poco en el mundo de la información constante sobre la guerra fallida de Calderón contra la delincuencia organizada.
Ante el fracaso de su lucha, cualquier acto positivo para el gobierno federal era aplaudido y festejado, aunque no se tuviera la certeza de la verdad.
En Michoacán, la intervención de la fuerza pública fue en vano. Ahora nos damos cuenta que los funcionarios malgastaron su tiempo y recursos del erario para combatir a la delincuencia sin lograr su propósito.
Durante el sexenio calderonista, al titular del Ejecutivo le interesaba informar que su guerra iba por buen camino y que funcionaba. Algo totalmente falso, como se comprobó con la llegada de las nuevas autoridades federales, que encontraron a Michoacán en anarquía total.
Así pues, urgido por mejorar su imagen, la “muerte” de “El Chayo” le cayó como bendición del cielo a Calderón.
Inmediatamente, sus funcionarios Alejandro Poiré y Genaro García Luna se encargaron de difundir la noticia de la muerte del capo, fundador del cártel de “Los Caballeros Templarios”.
Después de tres años de esa falsa información, las autoridades federales anunciaron, ahora sí, la muerte del “templario” y se apoyaron con las pruebas periciales que comprobaron, sin lugar a dudas, la identidad del capo.
La doble muerte del “templario” llamó la atención de varios diputados perredistas que acusaron, ante la Procuraduría General de la República (PGR), a Poiré y García Luna de haber falseado información que benefició por más de tres años a Nazario Moreno “El Chayo”.
En el documento de la denuncia se detalló que los funcionarios calderonistas al mentir cometieron varios delitos, entre éstos “el del ejercicio indebido del servidor público, delitos cometidos por servidores públicos y coalición de servidores públicos”.
Poiré y García Luna saben que no progresará esa acusación. El segundo tiene una amplia experiencia para eludir la acción de la justicia. En fin, la pelota se encuentra en la cancha de la PGR.
Entre los legisladores que firmaron el documento mencionado se encuentran: Miguel Alonso Raya, Aleida Alavez, Julio César Moreno, Angel Cedillo, Fernando Zárate y Marcos Rosendo Medina.
Otro hecho parecido en los anales de la lucha contra la delincuencia organizada fue la muerte del fundador de “Los Zetas”, Heriberto Lazcano Lazcano “El Lazca”.
Según se informó, el capo fue abatido a tiros en un tramo de la carretera Sabinas-Progreso, en Coahuila. Lo que salvó un tanto la historia de la muerte misteriosa de “El Lazca” fue la foto que le tomaron al cadáver mientras permanecía en la morgue.
Horas después, el cuerpo sin vida de “El Lazca” fue robado por sus compinches y no se volvió a saber nada del capo. Como era de esperarse surgió un sinnúmero de especulaciones. Una de ellas dejaba entrever que el capo no estaba muerto.
La duda sobre la muerte de “El Lazca” no le permitió a Calderón echar las campanas a vuelo. Las autoridades tampoco pudieron presentar la prueba contundente, es decir el cadáver del capo.
Volvemos al tema inicial para preguntarnos si la denuncia perredista será atendida por las autoridades federales. De hacerlo, se empezaría a exigir cuentas a Calderón por su ineptitud en la guerra contra la delincuencia organizada.
PUNTOS SUSPENSIVOS…
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