Putin, como crupier de Las Vegas
¬ Juan Manuel Magaña viernes 21, Mar 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
Qué manera tuvo Vladimir Putin de ganarle la partida a Barack Obama.
Al final, el presidente ruso no hizo más que firmar un decreto en el que reconoce a Crimea como Estado soberano e independiente, luego del referendo realizado el domingo pasado, en el que una abrumadora mayoría de los habitantes de esa península al norte del mar Negro votaron en favor de una anexión a Rusia. Parecía fácil, lo fue.
El parlamento crimeo hizo lo suyo y en sesión extraordinaria a puerta cerrada, votó una declaración de independencia efectiva y facultó al primer ministro, Serguei Axionov, y al jefe del Legislativo, Vladimir Konstantinov, para acudir a Moscú a firmar un tratado bilateral que sellara la anexión.
Estados Unidos y la Unión Europea se quedaron mirando. Impusieron débiles y vagas sanciones que incluyen congelamiento de activos y restricciones de viaje a funcionarios de Rusia y Crimea.
Rusia volvió a la carga y anunció la prohibición de ingreso a su territorio para nueve legisladores y funcionarios en represalia por las sanciones impuestas por Washington. La cancillería rusa dio a conocer la lista, que incluye al presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner; el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Robert Menéndez, otros senadores como John McCain y funcionarios del gobierno.
Más pesado no se pueden ya llevar.
Pero el asunto es que ha sido la historia la que en realidad hizo que Putin viera la mesa servida.
La contundencia de los resultados del referendo del pasado 16 de marzo en Crimea y la debilidad que enfrenta el actual gobierno interino de Kiev, hacen ver la anexión de la península de Crimea como que no solo no tiene vuelta de hoja, sino que tiene toda la envoltura jurídica y democrática que los occidentales pudieran exigir.
Putin jugó con las cartas de occidente y acertó como todo un crupier de Las Vegas.
En cambio a Obama y la Unión Europea, y este contraste resulta fuerte, el tiro de desestabilizar a Ucrania para provocar el derrocamiento del ex presidente pro ruso e hípercorrupto Viktor Yanukovich, simplemente le salió por la culata.
Si bien a Ucrania llegaron nuevas autoridades pro occidentales, eso tuvo el alto costo de la secesión de Crimea. El problema ahora es que el ejemplo ucranio puede cundir tanto en Ucrania misma como en otros lugares de Europa y entonces Occidente tendrá que revisar su manual de procedimientos porque no puede volver a cometer el error de ignorar la historia como lo hizo ahí donde un territorio está lleno de prorrusos.
A Estados Unidos y a Europa no les queda por hacer nada más que como decimos en México: de tripas corazón.