Victoria, la historia del oeste
¬ José Antonio López Sosa miércoles 16, Jun 2010Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
VICTORIA, CANADÁ.- La historia de Canadá se centra quizá en la zona este donde las colonias anglo-francesas se establecieron al norte de las 13 colonias que conformaran uno de los primeros países independientes de América, desde los bastiones al norte de lo que más adelante se convirtió en los Estados Unidos la corona inglesa defendió sus posesiones y poco a poco se fue conformando una nación a partir de una colonia, lo que es el Canadá de hoy. Miembros de la comunidad británica de naciones (Commonwealth) han labrado su historia y esta se percibe en sus calles y ciudades, quizá con mucho menos antigüedad que el resto de las ciudades y países de Latinoamérica pero con un sabor inglés y francés y un espíritu propio rodeado por la imperante naturaleza de Norteamérica.
La zona oeste creció paralelamente, George Vancouver y una serie de conquistadores llegaron a lo que hoy es la provincia de Columbia Británica y el reto fue precisamente unir por tierra el este con el oeste, un tramo de cerca de 4 mil kilómetros al que en un principio tan sólo se podía acceder rodeando por mar al continente entero. Como ocurrió en muchos países de América –incluyendo México—fue el ferrocarril quien logró esta unión tras años de esfuerzos, inversión y trabajo. La fiebre del oro, la industria minera y la explotación forestal –actividades que tienen importancia hasta nuestros días—hizo crecer la región hasta llegar a ser lo que hoy representa una de las regiones más modernas del mundo.
Dentro de esta gran historia hay pequeñas historias que conformaron a esta provincia y la convirtieron en lo que hoy es, la ciudad de Victoria –hoy día capital de Columbia Británica—tiene en sus calles precisamente plasmada la historia de esta región. Fue fundada en el año 1843 por la Hudson Bay Company como la fortaleza “Camosun”, para 1862 se le confirió la categoría de ciudad y de hecho fue capital de la colonia “Isla de Vancouver”, más tarde cuando se unieron la colonia insular y continental fue denominada como capital de la Columbia Británica.
Los edificios que dibujan el paisaje urbano son en su mayoría de estilo inglés, alrededor de la bahía se ve imponente el parlamento con sus grandes jardines, el hotel “The Empress” también irrumpe el paisaje con sus grandes muros invadidos por enredaderas. El museo real de arte y el gran puente levadizo son también edificaciones que narran en silencio decenas de historias en las que la ciudad es testigo y han aquilatado la evolución de Canadá. Sus acantilados y puertos con comerciantes de artesanías aborígenes y gaitas sonando alrededor dan ese sabor distinto que la pequeña ciudad tiene.
En las calles del “downtown” los edificios que datan de finales del siglo XIX y principios del XX se han convertido en cafés, galerías, restaurantes, panaderías, chocolaterías, boutiques, casas de vinos, en fin, un ambiente bohemio muy al estilo británico con un espíritu canadiense donde la cordialidad y el buen vivir son la constante en las caras y palabras de la gente. Suele ser común que estos negocios hayan sido creados por inmigrantes europeos que lograron combinar su cultura originaria con la pluricultural Canadá de hoy, terceras o cuartas generaciones en algunos casos siguen al frente de estas pequeñas empresas convidando al visitante un poco de la vieja Europa con un toque del nuevo Canadá.
Eso es Victoria, un ciudad de historias, de inmigrantes, de diversidad cultural y sobre todo, de riquezas naturales y humanas que están ahí, intactas y en espera de mostrarse al visitante, una historia viva y radiante.
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