L12: la verdad
¬ Juan Manuel Magaña lunes 17, Mar 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
Los actores principales en el fracaso de la Línea Dorada del Metro no están contribuyendo a llegar a la verdad del gran problema.
Un día se nos dice que el gobierno del Distrito Federal recibió en julio pasado una línea 12 segura, que la obra era apta para el servicio regular, según la carta de entrega, y que por un deficiente mantenimiento y mala operación ha habido daños, de acuerdo con un diagnóstico.
El jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, sostiene que la línea 12 tuvo fallas antes de inaugurarse, aunque reconoce que existe un documento en el cual se señalaba que la obra es segura.
Otro día, la Auditoría Superior de la Federación suelta que hubo un boquete de $7 mil millones en la línea 12 del Metro, que se usaron fondos para obras no consideradas y que el GDF deberá justificar los gastos o devolver el dinero a la Federación.
El ex jefe de gobierno, Marcelo Ebrard, niega que haya desvío de recursos y que las auditorías lo demuestran. Defendió la normatividad de la obra, negó toda responsabilidad de su administración en los defectos de ésta y remitió a la certificación internacional que habría avalado la funcionalidad de la línea.
El asunto produjo, naturalmente, descontento social, pues le movió la vida a millares de usuarios obligados a moverse diariamente hacia sus fuentes de ocupación, sin más alternativa que el caos inicial que se dio en cuanto la línea fue abruptamente cerrada.
La irritación se conecta con la reciente subida al precio del boleto (ahí está el movimiento “posmesalto”) y la falsedad, a todas luces, de que el servicio del Metro iba a mejorar. Y si a eso le añade uno la bocina histérica de la televisión que quiere que alguien resulte colgado en este caso, como no lo pide en el caso de Oceanografía, tratándose de Fox, Calderón o los Mouriño, a quienes quemó incienso en sus respectivos sexenios…
Total, que sobre todo las autoridades capitalinas no han brindado explicaciones suficientes ni convincentes sobre las fallas que han hecho necesarias las tareas de mantenimiento mayor en una obra que tiene año y medio de inaugurada, que rebasó en cerca de 50 por ciento el costo originalmente anunciado y que fue presentada por la administración anterior, encabezada por Marcelo Ebrard, como la más importante de su sexenio.
Las autoridades capitalinas se han limitado a anunciar la realización de peritajes y a advertir sobre presuntas responsabilidades por parte de las empresas constructoras ICA, Carso y Alstom, agrupadas en el Consorcio Consultor. Y éstas afirman a su vez que los problemas en la línea 12 se deben a una incompatibilidad entre la obra en sí y los trenes, cuya fabricación fue encargada a otro proveedor.
En concreto, ahora, tras la ondulación en vías, seis trenes dañados y la existencia de un riesgo evidente para la seguridad de los pasajeros, las autoridades han debido suspender el servicio en más de la mitad de la nueva línea, suspensión que se extenderá durante meses y la ciudad tiene un gran problema de transporte.
En concreto, las autoridades tienen la obligación de esclarecer las razones del fracaso de esa obra de costo multimillonario y de determinar las responsabilidades administrativas o penales que lo originaron, además de hacer todo lo posible por reanudar el servicio en el plazo más breve posible.
Qué bueno que en la falla en el Metro no hubo víctimas que lamentar. También es un hecho que Marcelo Ebrard tendrá que asumir el costo político del hecho. Y habrá que ver si esto no implica en el futuro un retroceso para la izquierda en la ciudad, cuya alma está más en la sociedad que en personalidades como Ebrard o Mancera, expuestas a un desgaste.