¿Quién quiere abortar la elección en Oaxaca?
Roberto Vizcaíno martes 15, Jun 2010Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
¿Qué va a pasar de hoy al 4 de julio? Ni idea. Puede ocurrir todo o nada. Los golpes y embates cada vez son más fuertes y riesgosos. Y los oaxaqueños están en medio
La escalada de presión y violencia sobre Oaxaca vive hoy su clímax. No hay sorpresa, desde hace meses se comenzó a ver que en esta entidad se iban a volcar todos los poderes institucionales y fácticos en un intento por arrebatarles a Ulises Ruiz y al PRI la siguiente gubernatura, sin importar llevarse entre los pies a su población.
Por eso, de los 12 estados donde habrá elecciones a gobernador en este proceso que culminará el domingo 4 de julio, Oaxaca es el que presenta los mayores riesgos, peligros y embates. Los indicios y hechos que advierten que existe una escalada para hacer abortar la elección de gobernador en el estado, son cada vez más fuertes.
No voy a hacer un recuento de hechos. Sería largo e incompleto hacerlo. Voy a intentar en cambio señalar los que considero más importantes, o aquellos centrales, que creo son los que mantienen en vilo de nuevo a los oaxaqueños.
Para entenderlo hay que referirse al contexto.
Como la mayoría sabemos, Ulises Ruiz sufrió a mediados o finales de 2006 uno de los mayores golpes que haya vivido nunca antes otro gobernador en el México moderno.
Todo comenzó aquella vez con un movimiento magisterial que era hasta cierto punto ya algo común desde hacía más de 20 años. El método era que los maestros de la Sección 22 del SNTE, con sede en Oaxaca, agrupados dentro de la Coordinadora del Magisterio, la CNTE, esperaran a que el 15 de mayo de cada año la dirigencia nacional de su gremio, y el gobierno federal en turno, dieran a conocer los aumentos salariales para salir a protestar y exigir un incremento mayor.
La repetición hace al método, y el de la Sección 22 del magisterio oaxaqueño duraba ya más de 20 años de aplicarse a partir de cada 15 de mayo, con la conmemoración del Día del Maestro.
Era un juego ya muy desgastado: los maestros inician jornadas de protesta que consisten en marchas, mítines y plantones en el Zócalo de Oaxaca de donde luego parten en caravana para hacer lo mismo en la ciudad de México. Se abren mesas de negociación en Gobernación y todo termina con algunas prebendas.
Esta acción se repite simultáneamente en Chiapas, Guerrero, Michoacán y en menor grado en otras dos o tres entidades, donde la CNTE tiene presencia.
Como la responsabilidad de aumentar salarios al magisterio o dar otros beneficios corresponde a la Federación, es decir al Presidente de la República en turno, entonces los gobernadores no tienen mayor capacidad de negociación.
En 2006 eso no fue tomado en cuenta y la mayoría de los 75 mil maestros oaxaqueños se le fueron a la yugular a Ulises acompañados por los de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca.
Por ello, desde el inicio hubo voces que advirtieron que ese movimiento era promovido, financiado y quizá planeado desde Los Pinos.
A diferencia de los años anteriores, los maestros se apoderaron del Centro Histórico de la capital oaxaqueña y ahogaron toda actividad comercial y turística, administrativa y educativa. Y Vicente Fox, que era el responsable de solucionar ese problema, simplemente lo dejó correr.
Sin mediar ninguna explicación, de las demandas de aumento y homologación salariales, pasaron a exigir la renuncia del gobernador. Bajo esa bandera en Oaxaca se vivieron 6 mese en que los de la Sección 22 y los de la APPO cometieron toda clase de tropelías hasta llegar a incendiar inmuebles históricos.
Llegó el cambio de gobierno federal y el presidente entrante, Felipe Calderón envió a la PFP, que en horas terminó con el sitio a Oaxaca.
Los siguientes 3 años fueron de amagos y presiones, pero sobre todo de una lenta recuperación de la vida en Oaxaca. Por todo eso y más sus habitantes tienen muy frescos aquellos hechos y los nombres y caras de quienes intervinieron en ellos.
Hace unas semanas estalló de nuevo el escándalo, y con él las amenazas y los temores: los oaxaqueños se encontraron con que el PT, partido que forma parte de la alianza PAN-PRD-Convergencia que relanza al ex priísta Gabino Cué a la gubernatura del estado, registró en los primeros lugares de sus listas a diputados plurinominales a Flavio Sosa Villavicencio.
Haciéndose eco de los reclamos de amplios sectores de la población, que ven al llamado también “Demonio de Tasmania” como una amenaza a su tranquilidad y a la paz social en el estado, la dirigencia del PRI en Oaxaca demandó a sus contrincantes del PT retirar esa candidatura.
Casi al parejo circularon fotos de Flavio Sosa, encabezando quemas, agresiones y tomas de instalaciones ocurridas en aquellos hechos de 2006. El ambiente de temor se apoderó de nuevo de los habitantes de la ciudad de Oaxaca.
Otras fotos lo mostraron acompañado de Gabino Cué y de Andrés Manuel López Obrador. El repudio creció.
Al parejo, y como una reacción a destiempo, grupos de maestros volvieron a tomar las calles y plazas de la capital oaxaqueña.
Hubo enfrentamientos, pintas, balazos y hasta bombas Molotov. Como hace cuatro años se volvieron a quemar autobuses urbanos y se atacó a la población que mostró alguna inconformidad con esta nueva toma.
En la Universidad Benito Juárez no sólo hubo choques y enfrentamientos, sino hasta heridos de bala.
Mientras eso ocurría, el PAN en el estado presentaba una demanda ante la Fepade -la fiscalía que dentro de la PGR investiga y persigue delitos electorales-en contra del gobernador Ulises Ruiz, por supuestamente utilizar recursos públicos a favor del candidato a gobernador del PRI.
Días después un amplio grupo de diputados federales del PRI interpuso una denuncia ante la misma fiscalía, pero ahora contra del presidente de la República, el panista Felipe Calderón.
La respuesta fue directa, sin eufemismos. El enfrentamiento es directo entre ambos gobiernos y personajes.
Tan es así que la panista istmeña Concepción Rueda Gómez, quien alardea de su estrecha, pero muy estrecha cercanía con Felipe Calderón -cosa que nadie duda al ver que cuenta con guardias del Estado Mayor para su protección-, a quien Ulises había protegido durante el primer tramo de su administración, nombrándola directora del área de las artesanías de su gobierno, es ahora asediada por las autoridades locales.
Coni, como la conoce la mayoría de su círculo social y político, abandonó el gobierno de Ruiz Ortiz al ser nominada por Acción Nacional a un cargo de elección. Al perder frente a su contrincante del tricolor, su amigo Calderón la nombró delegada de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas en el estado.
Hay quienes dicen que Coni ha pasado en tres ocasiones por la barandilla del Ministerio Público y que incluso estuvo tras las rejas en alguna ocasión.
Ella niega tener nada que ver con los fraudes que se le atribuyen. Considera que todo es una campaña porque no le ha dado su respaldo al candidato priísta Eviel Pérez Magaña.
La duda respecto de esta afirmación de Coni surge de una simple pregunta: ¿Qué apoyo le puede dar política o económicamente una panista al candidato del tricolor? En fin.
Mientras tanto, el enfrentamiento abierto entre Calderón contra Ulises, del gobierno federal contra el gobierno estatal, del ex gobernador priísta ahora panista Diódoro Carrasco y su delfín Gabino Cué, quienes hacen lo posible e imposible –aunque sea ilegal-, por atajar al candidato priísta Eviel Pérez Magaña, amenaza con hacer saltar por los aires no sólo el proceso electoral, sino la paz social en Oaxaca.
¿Qué va a pasar de hoy al 4 de julio? Ni idea. Puede ocurrir todo o nada.
Pero lo que sí es cierto, es que los golpes y embates cada vez son más fuertes y riesgosos. ¿Y los oaxaqueños?… bien, gracias, no importa que estén en medio.