Corruptos todos, menos Calderón
¬ Juan Manuel Magaña jueves 13, Mar 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
En el escándalo de Oceanografía le echaron el reflector a un tal Mario Alberto Ávila Lizárraga, cuyo nombre no le decía mucho a la gente, en principio.
Su cargo tampoco a pesar de su enorme importancia: él fue subdirector de Mantenimiento y Logística en Servicios Marinos de Pemex Exploración y Producción de 2010 a 2012.
Lo que ya dice mucho es que desde su oficina se palomearon contratos millonarios con empresas ligadas a la élite panista. Y dice todavía más el hecho de que esos contratos conducen a Juan Camilo Mouriño, ex secretario de Gobernación y favorito de Felipe Calderón, fallecido (eso dijeron) en accidente aéreo en 2008.
Apenas surgió su nombre en labios del director actual de Pemex, Emilio Lozoya, en los medios y sobre todo en la internet fluyeron ríos de caracteres con el perfil exacto de Ávila Lizárraga, el primer ex funcionario involucrado en el affaire Oceanografía.
Una de tantas líneas publicadas señalan que Ávila Lizárraga fue impulsado por Mouriño ni más ni menos que como candidato a gobernador de Campeche por el PAN. Si usted es tan mal pensado como yo, esto que le acabo de mencionar lo dice casi todo, ¿no cree? Al tipo se le trataba poner siempre “donde hay”, como vulgarmente se dice.
El caso es que el ex funcionario de Pemex es señalado como responsable de otorgar licitaciones millonarias a empresas de sus hermanos y su esposa, además de Oceanografía y corporativos ligados al ex secretario de Gobernación en el gobierno de Felipe Calderón.
¿Se acuerdan los contratos con que Andrés Manuel López Obrador exhibió el tráfico de influencias de Mouriño, solapado por su jefe Calderón, escándalo al que los grandes medios, comenzando por la televisión, rapidito le bajaron el volumen?
En fin, las referencias nos dicen que gracias a Mouriño, Ávila pasó en menos de 10 años de ser un modesto asistente en la campaña de Vicente Fox a un ejecutivo clave en Pemex.
Era un hombre en uno de los puestos más codiciados en la paraestatal, por el volumen de contratos millonarios que ahí se manejaban. Antes Mouriño lo había colocado en 2002 como delegado de Sedesol en Campeche, y en 2008 lo impulsó para contender por la gubernatura, que perdió ante el priista Fernando Ortega Bernés.
En esa campaña Ávila no tuvo empacho en reconocer que le debía su carrera política al hoy occiso. Fue tras su derrota, que un hermano de Juan Camilio de nombre Carlos, propuso que lo nombraran subdirector de Mantenimiento y Logística en Servicios Marinos de Pemex Exploración y Producción.
Se dice que en dos años favoreció a empresas ligadas a panistas con contratos que están todavía vigentes. Además de Oceanografía, las empresas son Representaciones y Distribuciones Evya, Transportes Especializados Ivancar y Grupo Empresarios del Sureste SA de CV.
Por todo esto no deja de ser jocoso que un senador como Roberto Gil Zuarth, quien fuera secretario particular de Calderón y subsecretario de Gobernación en el sexenio pasado, declare que “es inválido e inadmisible” afirmar que el gobierno de Felipe Calderón se haya caracterizado por la corrupción.
Lo interesante es que con Ávila Lizárraga surgen otros nombres que quizá hagan más olas en el futuro. Anote usted dos: Carlos Morales Gil, que renunció hace poco como director de Pemex Exploración y Producción, y Federico Jacobo García Gordillo, gerente de Administración y Mantenimiento. Estaban en el mismo barco, para usar un término en boga.
Recuerdo que cuando aparecieron los contratos de Mouriño, el conductor de la televisión se apresuró a decir que Felipe Calderón era alguien tan ocupado que no tenía por qué saber lo que hacía su segundo de a bordo. Hoy puede gritar ¡al ladrón, al ladrón! Y eso es magia pura.