85 años
Ramón Zurita Sahagún miércoles 5, Mar 2014De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Cumplir 85 años de edad y gozar de excelente salud es todo un logro, cuando de la raza humana se trata, pero llegar a esa cifra y tratándose de un partido político al que desahuciaron hace poco, debe ser reconfortante para sus militantes.
El PRI fue sentenciado por sus adversarios para pasar a mejor vida, luego de perder los comicios presidenciales del 2000, al ser relegado a segundo lugar y todavía le fue peor, cuando su candidato presidencial quedó hasta el tercer lugar, muy lejano del puntero y del segundo sitio.
Cuando la primera derrota, los priístas entraron en los tradicionales rejuegos del poder, con descalificaciones de unos hacia otros, se provocó una desbandada de militantes y se intentó, sin éxito, reagruparse para presentar un frente común a los otros partidos políticos.
La derrota presidencial ocasionó la pérdida de algunos de sus tradicionales bastiones estatales, mientras que en el Congreso de la Unión fue también relegado hasta la tercera fuerza en la Cámara de Diputados, con escasos cien diputados en la LX Legislatura.
En diversas ocasiones, el PRI recibió las exequias y hasta trató de ser sepultado, pero cada una de sus caídas era como un bálsamo revividor, que le permitía reponerse en la siguiente contienda.
Fueron más de 70 de años de dominio priísta en que ostentó la Presidencia de la República y salvo un puñado de estados perdidos ante sus opositores de la izquierda y la derecha, siguió gozando de las preferencias electorales.
En esas siete décadas, los priístas fueron acusados de todo, desde mapaches electorales, antidemócratas, provocadores de fraudes electorales, pasando por las denuncias sobre el uso indiscriminado de recursos públicos en sus campañas políticas.
A los presidentes de la República emanados del PRI se les responsabilizó de las diferentes crisis que el país sufrió, así como varios de los miembros distinguidos del tricolor fueron usados como “chivos expiatorios” de los desfalcos en el erario público y otros acusados, sin que se actuara en su contra.
Con todo y ello, los priístas del siglo XX continuaban ganando comicios, aunque siempre acompañados de las consabidas frases de tramposos. Hoy, el PRI pretende presentar una nueva cara, mantenerse cercano a la gente y olvidarse de aquel pasado turbio que tantos tropiezos les causó.
Esa nueva propuesta es la que le permitió regresar a la Presidencia de la República, dos sexenios después de haberla perdido, con una serie de propuestas y proyectos que, algunos de ellos, se convirtieron en reformas estructurales.
Los priístas celebran su 85 aniversario y con ello, la recuperación del control de las cámaras, aunque nada que ver con antaño, cuando ellos solos podían realizar reformas constitucionales, contando con las dos terceras partes de legisladores necesarios para ello.
Sus dirigentes nacionales lo presentan como un nuevo partido, con otros conceptos, con liderazgos de corte moderno, alejado de los cánones tradicionales que presentaba ese partido. El reto que enfrentarán el año próximo, en los comicios para la renovación de nueve gobiernos estatales y la Cámara de Diputados, además de una serie de congresos locales e importantes alcaldías, le servirá para medir si su realidad es cierta o solamente fue el fenómeno motivado por un candidato popular lo que les permitió alcanzar de nueva cuenta la Presidencia de la República. Los priístas saben que la apuesta es fuerte y que no les será nada sencillo mantener plazas como Michoacán, Nuevo León, Querétaro y Campeche y que tampoco será fácil reconquistar Guerrero o Sonora.
Tendría que contar con una serie de buenos candidatos que no solamente ofertaran promesas o proyectos en sus campañas electorales, sino que además tuvieran expedientes limpios y una trayectoria impecable, para atraer el voto de los electores, en el caso de los estados a reconquistar y mantener.
Para los priístas resultará complicado el sacar las victorias en Nuevo León y Michoacán, donde los gobiernos de Rodrigo Medina de la Cruz y Fausto Vallejo Figueroa, respectivamente, han sido sumamente fallidos.
Querétaro es otra plaza difícil, ya que luego de 12 años de gobiernos panistas, donde Ignacio Loyola Vera y Francisco Garrido, hicieron gobierno mediocres, le regresaron la confianza al PRI, bajo la perspectiva de que José Eduardo Calzada Rovirosa es hijo de Antonio Calzada Urquiza uno de los gobernantes que contribuyó a la urbanización del estado. Sin embargo, el hijo de Calzada Urquiza es sumamente criticado por su poco actuar y por tratar de imponer a uno de sus incondicionales como sucesor.
Campeche es una entidad en la que el PRI se mantiene al filo de la navaja, con triunfos raquíticos y que de elegir bien al candidato del tricolor podría derivar en conflictos internos. La administración del actual gobernador, Fernando Eutimio Ortega, es catalogada como mediocre, por lo que sus opositores velan armas para usarlas durante la próxima campaña electoral.
En Guerrero, los priístas perdieron con uno de los suyos, ya que pocas semanas antes de los comicios, Ángel Aguirre Rivero buscaba la candidatura al gobierno estatal, bajo los colores del tricolor. Al no ser postulado encontró el cobijo de la izquierda y ganó en forma arrolladora. Su administración es sumamente caótica, aunque continúa gozando de una gran popularidad entre los electores.
Los priistas carecen de candidatos sólidos en esta entidad, mientras que la izquierda tiene una batería de aspirantes. Sonora fue ganada sorpresivamente por el PAN, luego del incendio de la guardería ABC y se considera difícil que el PRI pueda recuperarla, aunque realizará el intento para ello, ya que es la cuna del fundador del partido, Plutarco Elías Calles.