Las víctimas de la infraestructura
¬ Claudia Rodríguez lunes 14, Jun 2010Acta Pública
Claudia Rodríguez
No me opongo de ninguna manera a la construcción de infraestructura que proyecte un mejor nivel de vida para los habitantes de una zona urbana como lo es la ciudad de México, pero no deja de producirme un gran enojo y frustración la forma tan a la ligera con la que se toman o mejor dicho, ignoran, los agobios de quienes ven afectados sus traslados, sus vidas y sus negocios por la propia construcción del nuevo equipo urbano.
Quien esto escribe, a diario se enfrenta a un tráfico vehicular que por sus características y el tiempo empleado, podría recibir y de manera muy recatada, el adjetivo de infernal. Es el mal de muchos y la manifestación que produce este fastidio, no pasa de la queja.
Por el lugar donde se ubica mi domicilio, ya desde el 2008 tengo que prever que viajar después de las 10 de la noche por el Anillo Periférico ya sea en el tramo del Distrito Federal o del Estado de México puede convertirse en un infierno más ardiente y molesto que el que se vive en horas de la mañana o de la tarde al transitar por esa misma vía.
Lo que hasta hace casi cuatro años podía ser un trayecto peligroso pero rápido por la velocidad que desarrollaban los vehículos automotores a lo largo de los carriles del Anillo Periférico de la ciudad de México en horas de la noche, hoy se ha convertido en un verdadero viacrucis y de toda suerte, también muy peligroso.
El sábado por la noche conducía mi vehículo y me incorporé a la altura de La Florida en el municipio de Naucalpan, Estado de México, al único carril de tránsito que las obras del segundo piso del Viaducto Bicentenario dejaba para el paso de centenares de vehículos.
Más allá de lo terrible que fue batirme con choferes de microbuses, uno que otro vehículo de carga y de vehículos particulares sin que ninguna autoridad o empleado de la constructora, y ni siquiera una señal de aviso pudiera calmar nuestro agobio por lo incierto, estrecho y peligroso del camino, lo que me produjo una gran rabia fue advertir como los empleados de restaurantes, comederos y taquerías de la zona comercial por la que se nos obligó a desplazarnos, hacían lo imposible por atraer clientela a sus negocios, mismos que se advertían llenos de luz, pero vacíos.
Recordé entonces, como los gobernantes presumen sus obras y siempre señalan la cantidad de empleos que crearán, sin advertir claro, que en la mayoría de los casos, sólo son temporales.
El asunto es que en tanto la obra vial está en construcción, ninguna autoridad ha volteado su mirada y su responsabilidad hacia los miles de negocios que se ven afectados por estar tan cerca del área de edificación.
Las víctimas de la infraestructura son millones. Unas se advierten temporales y el daño frente a las mejoras generales podría ser inocuo. Pero nadie advierte el daño a la economía de miles de pequeños y medianos empresarios que llegan a perder incluso todo su patrimonio.
Acta Divina… Este sábado, la Oficialía Mayor del gobierno capitalino informó que adjudicó la concesión para el uso, aprovechamiento, explotación y administración de los tramos norte y sur del segundo piso del Periférico, que tendrán una tarifa equivalente a la del Viaducto Bicentenario del Estado de México. Además de los costos de la construcción, señaló que se generarán 10 mil empleos directos y 15 mil indirectos entre 20 y 30 meses de construcción.