Un día con la naturaleza en Vancouver
¬ José Antonio López Sosa viernes 11, Jun 2010Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
VANCOUVER, CANADÁ.- Al norte de la ciudad, las montañas emergen y los bosques dan una imagen distinta a Vancouver, uno de estos rincones es la región conocida como Capilano, donde un puente colgante atraviesa una riviera con 70 metros de altura, el puente data de 1889 y está reconocida como la atracción más antigua de Vancouver. De pronto, en medio del bosque inicia una serie de puentes entre árboles, se percibe la vida en las copas de las coníferas viendo el bosque desde una perspectiva única.
Desde la fundación de Vancouver las zonas boscosas aledañas fueron proyectadas como lugares de preservación para tener esa interesante convivencia de la naturaleza con el hábitat humano, ese pensamiento es el origen de Capilano y los lugares vecinos, sin hacer gala de un ecoturismo eso es precisamente lo que Vancouver realiza desde hace más de un siglo, permitir a sus visitantes convivir de cerca con la naturaleza. Recorrimos cada uno de los puentes muy temprano por la mañana.
Más tarde a través de un gran teleférico “Grouse Mountain”, ascendimos a una altitud de poco más de mil metros sobre el nivel del mar, ahí en el invierno está instalado un gran centro de esqui -el más cercano a Vancouver- y durante el verano se pueden observar algunos trozos de nieve que no se alcanzaron a descongelar y sobre todo, la vida silvestre de un bosque húmedo de altura canadiense.
Junto al chalet que conforma el centro, un par de osos grizzly están en un cautiverio sui géneris, es decir, un espacio abierto tomado del mismo bosque con todas las medidas de seguridad necesarias para que quienes visitan la montaña, puedan ver de cerca la vida de estos osos salvajes.
La vista desde este lugar se combina entre el lejano centro urbano, los miles de kilómetros cuadrados que le rodean y las nubes que van y vienen. Son escenas, lugares y momentos que por la geografía de nuestros países es prácticamente imposible encontrar, la vida corre en otro sentido desde aquí, tener tan cerca la ciudad y las montañas constituye un elemento envidiable y digno de destacarse.
Bajando el teleférico el día aclaró un poco más y al fondo el parque c y el centro de Vancouver delinean el horizonte, la temperatura sube al llegar al nivel del mar y estamos de vuelta en la ciudad y toda su infraestructura.
Para cerrar el día después de tanta naturaleza enfrente vale la pena dar un recorrido por la ciudad en bicicleta, por menos de 20 dólares se puede alquilar una y en prácticamente todas las calles existen carriles confinados para ciclistas. Un día de naturaleza en Vancouver.
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