AMLO, ¿fantasioso?
Roberto Vizcaíno lunes 10, Feb 2014Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- En los siguientes 15 meses seremos testigos de un encono que subirá de volumen entre AMLO y Los Chuchos
- López Obrador ha vuelto a decir que, si la gente se lo “pide”, será de nuevo candidato presidencial en 2018
- El pleito está abierto entre él y la dirigencia perredista, a cuyos miembros considera “traidores a la patria”
Durante los 10 últimos días, ha subido la intensidad del enfrentamiento entre “Los Chuchos” que dominan el PRD, y Andrés Manuel López Obrador, que casi ve cumplido su sueño de finalmente tener partido propio para lanzarse a la Presidencia de la República por tercera vez en 2018… con todo respeto, sí su corazón se lo permite.
Unos y el otro van directo al choque. Su perspectiva es sólo una: enfrentarse para poder sobrevivir.
Ambos tienen lo que le falta al otro.
El PRD tiene estructura, raigambre territorial, experiencia histórica, fuerza propia surgida de decenas, cientos de liderazgos auténticos que formaron y forman parte de sus filas y militancia, pero no tienen un prospecto de candidato presidencial para la cita de 2018.
Sus cuadros dominantes son, hasta ahora, muy pobres:
Marcelo Ebrard es para “Los Chuchos” y gran parte del PRD (creo que incluso para los bejaranos-padiernas), un lobo estepario, un político que sólo va por lo suyo y que no suma, y como no suma, no reparte y como no reparte es vaca que no da leche.
No es tampoco un político de izquierda, es simple y llanamente un ex priísta acomodaticio, arribista, manipulador, cuyo eje ideológico está en el pensamiento de su padrino de siempre: Manuel Camacho. Eso quedó claro en su paso al frente del gobierno del DF, donde tuvo la oportunidad de construir su fuerza interna en el PRD y no lo hizo.
No se asoció tampoco con ninguna otra. Hoy vaga solo -ya no siquiera Camacho lo acompaña, a veces a Camacho lo suple el senador Mario Delgado-, con su discurso de unidad y de la necesidad de crear un frente amplio por las páginas de los diarios y los tiempos de la radio, donde da alguno que otro campanazo con críticas al PRD que lo alejan cada vez más de este partido.
La TV no lo pela. Es la misma estrategia y el mismo discurso de su jefe Camacho Solís. Y si en el DF no llena ni un elevador, menos lo hace en el interior del país.
El gobernador Graco Ramírez, que si viene de la izquierda, y que inició su mandato en Morelos con la idea de insertarse en la contienda por la candidatura presidencial del PRD para el 2018, pronto abandonó esa idea. Entre los secuestros, la delincuencia que lo traen asoleado… y las buenas comidas que se le notan en un aumento constante de su talla de ropa, ha quedado arrinconado en su estado y en su debilidad como prospecto.
Otro que podría haber iniciado el camino, es Arturo Núñez, gobernador de Tabasco, pero al parecer la edad y su historia priísta son su grillete con una realidad que indica que él no será ni siquiera un factor de decisión en la elección del candidato presidencial del PRD en 2014.
Ángel Aguirre, mandatario de Guerrero, que camina bajo las siglas del PRD, pero que gobierna con la ideología y protección del PRI y del presidente Enrique Peña Nieto, no tiene tampoco “perfil” para ser el abanderado del sol azteca dentro de 4 años.
Queda el Jefe de Gobierno del DF, Miguel Ángel Mancera, quien no milita dentro del PRD y quien hoy sufre un deterioro en su imagen luego de que, según no pocos capitalinos, no supo o pudo manejar el caos en que nos sumió la CNTE con sus movilizaciones de fines del año pasado.
Mancera, como Ebrard, no actúa con fuerza dentro de las filas del sol azteca y no se ve que tenga aliados claros dentro de este partido… y ya corre el segundo año de su mandato. En este contexto perredista la fuerza frente al electorado la tiene Andrés Manuel López Obrador.
Y desde esta realidad el tabasqueño ha dicho en estos últimos 10 días que su partido, que ya ha cumplido con todos los requisitos para su reconocimiento —y el otorgamiento de financiamiento- por parte del IFE, será la primera fuerza política luego de las elecciones de 2015.
No puede decir otra cosa. Pero AMLO sabe que por más carismático que sea, su atractivo no motivará a los casi 40 millones de electores que participarán en las urnas en junio del año que entra para elegir a 500 nuevos diputados federales, 9 gobernadores, 16 delegados en el DF, 64 asambleístas, 993 alcaldes y cerca de 500 diputados locales.
Y no los motivará porque él no participará en esos comicios. Podrá ir a apoyar a otros, pero él no será candidato. Además con los primeros que deberá competir López Obrador y su Morena no es con los priístas o panistas, ni siquiera con los del Panal o del Verde Ecologista y los otros dos partidos a los cuales al parecer se les dará el registro junto con el de Morena —me refiero al Partido Encuentro Social y al Partido Humanista, que ya cumplieron también con los requisitos-, sino contra el PRD, PT y Movimiento Ciudadano. Es contra ellos con quienes se van a hacer garras los candidatos de Morena, empezando por su líder quien (dato anecdótico) dejó de ser “rayito de esperanza” para convertirse (dicho por él mismo) “La Llama de la Esperanza”, que para quienes no comulgan con él, es lo mismo.
AUTOMEDICIÓN
Pero con quien se medirá AMLO en los comicios del 7 de junio de 2015, es con él mismo. Ahí va a saber cuánto pesa y cuánto vale dentro del electorado mexicano.
Lo que obtenga en esa contienda Morena, es lo que él es. Y eso ocurrirá porque será la primera vez que compita como fuerza organizada y como líder de un partido sin mayores liderazgos que el suyo. En todas las elecciones en que compitió anteriormente lo hizo dentro de un partido que él no dominaba y que despreciaba sin recato: ocurrió 2 veces en Tabasco bajo el engranaje del naciente PRD, luego bajo las siglas de este partido y la enorme sombra de Cuauhtémoc Cárdenas para obtener la jefatura de Gobierno del DF, y después de eso otra vez usando las siglas del PRD en 2006 y en 2012.
Ahora lo hará dentro de Morena que es simple y llanamente suyo… siempre que su corazón lo deje llegar al 2018. Ahí si no tendrá más que su propia vara (dominada por su insalvable soberbia)… y desde luego las varas que le impondrán los candidatos del PRI, del PAN y del PRD. Por lo pronto, sin que signifique ninguna sorpresa, AMLO ha comenzado a jugar de nuevo con el usadísimo método del “deja-vu” (lo he visto antes) al indicar que “si la gente lo decide… él buscará de nuevo la Presidencia de la República en las elecciones del 2018”.
Su objetivo esta vez será revertir todas y cada una de las reformas impulsadas por el presidente Enrique Peña Nieto: la educativa, la laboral, la de telecomunicaciones, la de energía y las que se nos hayan escapado.
Al comentar todo esto, y de que AMLO afirma que Morena rebasará al PRD de la izquierda mexicana en 2015, Carlos Navarrete, candidato de “Los Chuchos” —o Nueva Izquierda- a la presidencia del partido del sol azteca dice que López Obrador vive una fantasía.
En entrevista con Daniel Venegas de Milenio, Navarrete –viejo conocido de AMLO, porque Navarrete fue su enlace con la dirigencia del PRD luego de las elecciones del 2006-, indicó que el inicio de Morena como partido político no significará una migración masiva de perredistas a este otro partido, porque eso ya ocurrió cuando AMLO echó a andar Morena.
Y recordó que mientras Morena reportó al IFE un padrón de 400 mil afiliados, el PRD presentó ante la misma instancia un padrón de más de 3 millones de militantes. “No veo dónde está la sangría”, indicó Navarrete, virtual candidato ganador del liderazgo del PRD. Por lo demás consideró que el trato con AMLO en el futuro, cuando él ya sea presidente del PRD, va a ser difícil. Recordó que el tabasqueño ha sido por demás grosero ante los llamados de Cuauhtémoc Cárdenas y de otros liderazgos del PRD para ir unidos en la lucha contra la reforma energética.
A partir de estas actitudes es que Navarrete considera que el PRD no debe esperar grandes cosas de AMLO y Morena y frente a eso debe apostar por su propia capacidad de acción.
Por lo pronto considera que hay que esperar a los resultados de los comicios intermedios de 2015 para de ahí partir si se debe o no buscar alianzas con Morena y con otras fuerzas políticas.
Engallado por la inminente obtención de su registro, que le representará un ingreso inmediato de uno 70 millones de pesos de parte del IFE, y la perspectiva de un reparto mucho mayor en 2015, Andrés Manuel López Obrador ha cerrado todas las puertas de un acercamiento o alianza con el PRD, a cuya dirigencia considera integrada por “traidores a la patria”.
Y ha reafirmado su intención de seguir sus giras por todo el país porque esa es la única forma, asegura, de mantener “la llama de la esperanza”. Yo insisto sin desearle por supuesto ningún mal: eso lo podrá hacer mientras su corazón no decida otra cosa.