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¬ Augusto Corro viernes 7, Feb 2014Punto por punto
Augusto Corro
Los michoacanos llevan varios años de vivir en la zozobra y la angustia. La presencia del crimen organizado trastocó la tranquilidad y la paz. Pero no sólo los delincuentes propiciaron el caos, también las autoridades colaboraron para hacer de Michoacán un infierno.
Para empezar, los gobiernos perredistas de Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy no pudieron controlar el crecimiento constante de los grupos de narcos. Al contrario, los cárteles de la droga crecieron incontenibles.
Tal es el caso de “Los Caballeros Templarios” para no ir tan lejos. Ahora que la fuerza pública y las autodefensas entraron a los pueblos, se ha podido comprobar la vida de ricos que se daban los delincuentes con el dinero amasado ilegalmente.
Fastuosas residencias construidas y amuebladas con recursos del narcotráfico, los secuestros y las extorsiones. Para conseguir esas fortunas tuvieron que llevarse un tiempo considerable y el apoyo de las autoridades que servían de tapaderas.
Claro, en ese desbarajuste registrado en Michoacán también se debe señalar la inoperancia del gobierno de Felipe Calderón. Sin ninguna estrategia envió a la fuerza pública a hacer el ridículo. Transcurrieron seis largos años y no cambió la situación de violencia en la entidad.
La guerra fallida de Calderón provocó más pérdidas que beneficios. Los resultados de los enfrentamientos entre los grupos delincuenciales y éstos contra las fuerzas del orden dejó cientos de muertos y desaparecidos.
Se le recomendó al entonces mandatario que cambiara su estrategia, pero no lo hizo. Las consecuencias se reflejaron en la economía y en la población: la economía se afectó negativamente, y el tejido social quedó hecho trizas.
Los estragos económicos y sociales quedaron como testimonio de la mala administración de los gobiernos estatales y federal. En tanto, los grupos del crimen organizado vivían su temporada de bonanza.
Nada se dice de la irresponsabilidad de Cárdenas Batel, de Leonel Godoy y del propio Calderón en la guerra contra la delincuencia organizada. Este último ni siquiera conocía la fortaleza del enemigo a vencer.
Del lado de la autoridad federal estaban cientos de policías corruptos y funcionarios coludidos con el crimen organizado. Ya los cárteles habían realizado su labor para no ser molestados por las autoridades.
Sirva la introducción de lo ocurrido en Michoacán para señalar que Calderón ya prepara su retorno a México con la idea de que en nuestro país a la población ya se le olvidó su cadena de errores.
Para tal fin, el próximo mes de febrero estará en la presentación de una fundación sobre desarrollo sustentable: una organización sin mayor relevancia que le permitirá a Calderón calibrar su reinserción en la vida capitalina.
Como se sabe, el ex presidente regresa luego de su estancia en Harvard, donde ilustró a los alumnos sobre manera de gobernar mal un país.
El ambiente que encontrará Calderón casi sigue igual al que dejó. Michoacán sigue incendiado, en el Partido Acción Nacional (PAN) las cosas no han cambiado. La lucha por la dirigencia partidista se encuentra en su apogeo.
Como a Calderón nadie le ha exigido cuentas por su pésimo gobierno, en este tema no tendrá sobresaltos. Pero en lo que se refiere a la pugna por el poder en su partido, ahí sí la situación estará difícil.
Lejos de los reflectores presidenciales, como cualquier hijo de vecino, tendrá que enfrentar a Gustavo Madero, quien ha demostrado ser un buen alumno en eso de aprender malas mañas. Todo hace suponer que buscará la reelección. Sólo que ahora el maneja las riendas políticas del partido.
A Cordero, el incondicional de Calderón, no tendrá la fuerza suficiente para ganarle a Madero.
Por cierto, Calderón encontrará a un PAN dividido por actos corruptos, entre otros los “moches” de los diputados panistas, que consistieron en cobrar un porcentaje a los presidentes municipales sobre las cantidades presupuestales que les conseguían.
El escándalo sigue y persigue a Madero, pues Cordero supone que ese dinero de los “moches” podría ser utilizado para la campaña de su adversario en busca de la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del PAN.
Ese es el panorama panista que recibirá a Calderón.