Alcemos la voz contra la No Violencia a la Mujer
* Especiales, Espectáculos, Opinión miércoles 5, Feb 2014La voz del pueblo
Carmen Salinas
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- Podemos combatirla a través del diálogo, la solidaridad y la voluntad, así como a hacer de la denuncia un arma contra esa práctica, que muchas veces inicia en el seno familiar
Amigos lectores de DIARIO IMAGEN, es para mí una bendición poder plasmar mis líneas, escritas de mi puño y letra, dictadas por mi mente, alma y corazón para alzar la voz contra la violencia, la cual podemos combatirla a través del diálogo, la solidaridad y la voluntad, así como a hacer de la denuncia un arma contra esa práctica, que muchas veces inicia en el seno familiar.
Estas líneas tuve la fortuna de que fueran escuchadas el pasado jueves 30 de enero en el Día Mundial de la No Violencia, celebrado en el Museo de San Carlos, donde me acompañaron Ignacio López Tarso y Julio Bracho.
La violencia parece ser el mal de nuestros días. No lo es, nos ha acompañado por tanto tiempo que a muchos podría parecerles natural. Por desgracia es algo tan común que ya no nos extraña verla aparecer casi en cualquier esfera del quehacer humano. Porque la violencia no sólo es física, también hay agresión en las “bromas” y comentarios “inocentes”, en la exclusión, en los cotilleros o en el franca insulto verbal.
La violencia nos asusta cuando la enfrentamos en sus formas más descarnadas, pero por lo general pasamos por alto que es en el seno de la familia donde aprendemos que la violencia es una forma “aceptable” de resolver los conflictos, lo mismo cuando los padres convencen a sus hijos de que la paliza o el abuso verbal son “por su bien” que cuando los enseñan que “el que no transa no avanza” o cuando festejan sus tropelías por considerarlas una demostración de “astucia”. Es innegable que la violencia tiene múltiples causas, seguramente no podríamos entenderlas todas, mucho menos prevenirlas. Pero como padres o abuelos sí podemos y estamos obligados a tratar de identificar y corregir desde temprano las diferentes formas de violencia en el seno de nuestra familia. Aprender nosotros primero y enseñar a nuestros hijos después, que los problemas no se resuelven con gritos, golpes o insultos; que dado que el lenguaje es un don que caracteriza al ser humano, es primordial usarlo, no para lastimar, sino para llegar a acuerdos con los demás. Que no puede haber una relación sana (del tipo que sea) si no aprendemos antes a respetar los derechos del otro. Que el cariño no se expresa consintiendo el abuso y que nadie tiene derecho a lastimar a los demás.
Seguramente, esto no será la solución a todas las formas de violencia, pero sí un primer paso para hacerla menos probable o menos frecuente en nuestro entorno inmediato. En todo caso, es importante recordar que no podemos esperar a que los otros cambien, es mucho mejor tratar de cambiar nuestra propia propensión a la violencia.