¿Quiénes se hicieron de la vista gorda?
¬ Augusto Corro jueves 30, Ene 2014Punto por punto
Augusto Corro
El narco en Michoacán llegó a niveles muy altos de corrupción que permitieron a los capos actuar como amos y señores en algunas regiones del estado. La población michoacana tuvo que soportar las agresiones de la delincuencia organizada que actuaba a sus anchas.
Ahora que los dirigentes de “Los Caballeros Templarios” han empezado a caer en las redes de la justicia, se conoce el sinnúmero de atrocidades que cometieron: extorsiones, violaciones, secuestros y asesinatos.
No olvidar que también tenían su influencia criminal en la minería y en la agricultura: practicaban el contrabando de minerales y controlaban la producción de aguacate y limón.
Las acciones delincuenciales y en general las actividades ilegales no eran castigadas por las autoridades. En este renglón se plantea la duda sobre la omisión o contubernio de los gobiernos estatales con los cárteles de la droga.
¿Qué papel desempeñaban las autoridades estatales que no actuaron enérgicamente contra el crimen organizado? Sorprendió la condición de impunidad que benefició a los capos, quienes se paseaban a sus anchas por todo el estado, sin preocuparse si eran buscados o perseguidos por la justicia.
Convirtieron a Michoacán en una tierra sin ley, donde imperaba el poder de las armas y la violencia.
Los ex gobernadores perredistas Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy tendrán que explicar ampliamente su desempeño administrativo negativo que permitió el fortalecimiento del narco. El narco creció porque encontró el campo propicio para lograrlo. ¿Qué papel jugaron las autoridades estatales? ¿Se hicieron de la vista gorda? ¿Tuvieron miedo? ¿Eran aliadas de la delincuencia? Todas esas preguntas deberán tener alguna respuesta y seguramente los capos detenidos ya empezaron a denunciar a aquellos funcionarios que los protegían.
El gobernador Fausto Vallejo llegó el 14 de febrero, hace dos años, y encontró el caos en Michoacán. Su enfermedad hepática lo alejó del cargo una temporada. Luego, a su regreso fue marginado y un comisionado federal se encarga de la tarea de poner orden en aquél estado.
Jesús Reyna, quien cubrió el interinato, fue señalado como simpatizante del cártel de “Los Caballeros Templarios”: la Iglesia en manos de Lutero.
Fueron, pues, las autodefensas quienes decidieron actuar para recobrar la paz social afectada por la espiral de violencia que se recrudeció durante el sexenio calderonista.
Las autoridades federales ya tienen en prisión a uno de los “templarios” más importantes: Dionisio Loya Plancarte, “El Tío Nicho”, vocero oficial de su organización criminal.
Seguramente denunciará a las autoridades que se convirtieron en cómplices de la delincuencia.
Todos esos funcionarios que permitieron, directa o indirectamente, el florecimiento del crimen en Michoacán tendrán que ser llamados a cuentas: si ya se decidió poner orden en la casa, la escoba debe llegar hasta el último rincón.
Por cierto, en algo ayudarán las declaraciones de Fausto Vallejo para aclarar un poco el panorama caótico michoacano. Dijo que el gobierno calderonista los oía, pero no los escuchaba: “solo venían (a Michoacán) a realizar acciones unilaterales.
No había necesidad que el gobernador señalara los errores del gobierno panista, pues es del dominio público el conocimiento de la guerra fallida de Calderón que dejó una herencia de más 80 mil muertos en todo el país.
Precisamente, fue en Michoacán, donde el panista inició su lucha contra el crimen organizado sin tomar en cuenta las condiciones del enemigo. Ya lo dijimos en otra ocasión: fue a la guerra sin fusil.
Calderón dejó en crisis de seguridad a México, cosa que no le preocupa, pues ya anda muy movido en busca de apoyo a su Fundación Desarrollo Humano Sustentable.
En fin, la pregunta obligada es la siguiente: ¿También serán castigados aquellos funcionarios que por omisión o complicidad colaboraron con “Los Caballeros Templarios”?