De nuevo Michoacán
¬ José Antonio López Sosa miércoles 15, Ene 2014Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Claro está en la memoria histórica de nuestra sociedad que fue en Michoacán donde arrancó la guerra contra el narcotráfico —más adelante renombrada— a manos del entonces presidente Felipe Calderón en el año 2006. Desde el inicio de la fallida estrategia muchas voces criticamos las formas, no necesariamente los fondos.
Se insistió en que la estrategia debería haber pegado a lo financiero y no echando irresponsablemente al Ejército a las calles.
El resto de la historia la conocemos bien, daños colaterales, miles de muertos, territorios de la República bajo el control criminal, etcétera.
Una vez más Michoacán centra la atención de la nación por los hechos de violencia, en este caso, por el crecimiento de los grupos de autodefensa.
De un lado hay voces que los defienden como un legítimo derecho a buscar la paz y la tranquilidad cuando el estado mexicano no la ha podido garantizar en décadas, del otro, voces que afirman que estos grupos son financiados por grupos criminales cuyo único propósito es seguir la lucha por las plazas para delinquir en diversas formas.
El gobernador Fausto Vallejo, entre sus ausencias por razones de salud y su pasividad con relación al tema recurrió al gobierno federal, pareciera que estamos leyendo la misma novela del año 2006.
El Ejército y la seguridad federal de nueva cuenta han asumido el control, ayer se denunciaron muertes a manos del Ejército presuntamente contra ciudadanos. La confusión priva de nueva cuenta en Michoacán.
La cuestión no radica en la intervención o no del gobierno federal, el meollo del asunto es la estrategia que se plantea en Michoacán.
El desastroso ejemplo de la administración de Felipe Calderón está al alcance de todos para evitar repetirlo, las autodefensas siguen argumentando su legítimo derecho y el gobierno exigiendo el desarme, las autodefensas lo aceptan sí y sólo sí se captura y desmantela uno de los cárteles que operan en Michoacán.
La realidad es turbia, lamentablemente al día de hoy el estado mexicano en su conjunto –niveles federal, estatal y municipal—es incapaz de garantizar la seguridad pública, de desmantelar a las organizaciones criminales y de sustituir a las autodefensas por verdaderos cuerpos policiales efectivos.
El dilema está ahí, la audacia de la presente administración está a prueba y la vida de miles y miles de michoacanos en vilo.
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