Izquierda mexicana, un revoltijo sin brújula ni futuro
Roberto Vizcaíno miércoles 8, Ene 2014Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- En 25 años sólo ha tenido dos candidatos y cero movilidad o renovación de cuadros
- Su origen es la dispersión y la alianza de grupos diversos que no le permiten avanzar
- Los verdaderos comunistas y socialistas han muerto y han sido sustituidos por arribistas sin ética
Los tiempos líquidos descritos por Zygmunt Bauman, tienen hoy en México una expresión exacta en la composición y actuación de la llamada izquierda mexicana.
El precepto que indica que origen es destino, define sin duda a esta corriente que aquí ha terminado por no sólo no tener ideología, sino que carece de ética, moral, programa y líderes que la encabecen y la hagan crecer y ser una opción real de poder y de futuro para el pueblo de México.
Tan triste y desolador es el panorama de esta izquierda, que su mayor activo es hoy un ex priísta y populista obcecado que apenas le da un infarto y deja huérfanos, pasmados e inmóviles al resto de la tropa autodenominada progresista. A los de arriba y a los de abajo.
La institucionalización de la lucha de la vieja y profunda corriente comunista y socialista surgida de los movimientos obreros y campesinos postrevolucionarios luego de la reforma política y electoral impulsada por el presidente José López Portillo y su secretario de Gobernación, don Jesús Reyes Heroles, a finales de los setenta, acabó con los recios líderes sociales de antaño y mermó a sus intelectuales.
Hoy, luego de la reciente muerte de Arnoldo Martínez Verdugo, prácticamente no queda nadie de esa talla en este país.
En el tránsito de estos últimos 35 años ciertamente la vejez y las enfermedades se llevaron a otros como Heberto Castillo y Alejandro Gascón Mercado, Valentín Campa y Roberto Jaramillo.
Pero más que sus males físicos y la edad a todos ellos los arrasó una ola de oportunistas que se apoderaron del concepto de la izquierda y lo convirtieron en moneda de negociación política para acceder al poder y al dinero.
En todo eso contó esencialmente sin duda la escisión del PRI en 1987-88 con Cuauhtémoc Cárdenas a la cabeza. Quienes formaban entonces la Corriente Democrática dentro del tricolor eran personajes simpatizantes del socialismo, pero no eran socialistas y mucho menos comunistas.
No lo eran y no lo son. Cárdenas ha reiterado una y otra vez que él no es socialista.
EL ORIGEN
Por eso, cuando surgió el Frente Democrático Nacional con la fusión de diferentes fuerzas políticas, se definió el destino de la llamada izquierda mexicana. Y la definición mayor fue que estuvo encabezada por priístas.
Lo que hoy es esa izquierda que tiene a Andrés Manuel López Obrador como su paradigma y máximo líder y prospecto político, surgió de la postulación que hizo el 14 de octubre de 1987 el PARM al designar a Cuauhtémoc Cárdenas como su candidato presidencial.
No hay que olvidar que el hijo del general y su grupo habían roto con el PRI de Miguel de la Madrid al oponerse a la candidatura de Carlos Salinas. Era básicamente un asunto interno, priísta.
Ese frente estuvo inicialmente integrado por quienes formaban el PPS y el PARM (reconocidos como partidos satélites del PRI, subvencionados desde el poder); por el Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional encabezado por Rafael Aguilar Talamantes; el Partido Social Demócrata, el Partido Liberal y el Partido Verde (antecesor del Partido Verde Ecologista de México).
Luego se adhirieron el Partido Mexicano Socialista (cuyo candidato era Heberto Castillo), la Coalición de Izquierda y el Movimiento de Acción Popular (el MAP); y organizaciones sociales como la Coalición Obrera, Campesina y Estudiantil del Istmo (la COCEI -que entonces había ganado los comicios locales en Juchitán de Zaragoza-), la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC), la Asamblea de Barrios de la Ciudad de México (creada luego de los terremotos de 1985), la Unión de Colonias Populares, la Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata y la Central Campesina Cardenista (fundada por sectores agrarios y campesinos inconformes con el corporativismo del PRI, para apoyar la candidatura del frente), entre otras.
Este revoltijo que iba más allá del concepto tan mexicano de chile dulce y de manteca con que solemos definir popularmente en este país lo incomprensible, fue la base del PRD que hoy conocemos.
Por eso no debemos sorprendernos que en el PRD convivan y se combatan innumerables tribus y personajes, algunos de ellos tan engañosos para un pueblo inculto y poco educado como lo es López Obrador, o tan abiertamente corruptos y corruptores como son René Bejarano y Dolores Padierna. No son los únicos, pero sin duda son emblemáticos.
Al menos yo nunca los he visto en un debate sobre los conceptos y programas socialistas. Bueno, no les conozco ningún posicionamiento de izquierda.
Los hechos indican que Cárdenas y su frente -luego convertido en el PRD-, fracasaron. No pudieron detener el ascenso al poder de Carlos Salinas quien cuestionado y todo llegó y gobernó, e impulsó un régimen neoliberal que hoy se fortalece con nuevas reformas.
Fue Salinas quien también creó el nuevo concepto de un régimen social al constituir en su mandato la Secretaría de Desarrollo Social de donde surgen hoy los grandes programas de atención a la marginación, hambre y pobreza: Pronasol y Procampo.
De ese gobierno surgió el Tratado de Libre Comercio (el TLC) y fue el que de alguna forma vivió y encauzó la rebelión indígena conducida dentro del EZLN, de cuyas acciones y negociaciones fue excluida por cierto la izquierda.
EL DESTINO
Como contraparte de eso, bajo la conducción de Cárdenas —quien fue duramente criticado por aquella “izquierda” porque no tomó las armas y encabezó la rebelión armada luego del llamado fraude de 1988-, lo que comenzó a llamarse “la izquierda mexicana” propició el surgimiento de instituciones electorales como el IFE y llevó al régimen priísta a las subsiguientes reformas, sobre todo la de 1996-97 que derivó en el establecimiento de las prerrogativas a los partidos.
Al determinarse que el dinero para el mantenimiento y operación de los partidos, y de sus personajes, debía provenir del gobierno y no de fuentes no conocidas o inconfesables, se dio un paso definitivo para limpiar y equilibrar la competencia institucional del reparto del poder en México.
La alternancia del 2000 fue luego un paso lógico y natural de ese logro atribuible a Cárdenas.
Pero los humanos somos falibles. Cuauhtémoc Cárdenas, pese a todos sus rasgos y personalidad, decidió postularse tres veces a la Presidencia de la República.
Con ello impidió la renovación interna del PRD y de la llamada izquierda mexicana.
Y como nadie aprende en cabeza ajena, le siguió Andrés Manuel López Obrador quien ya se postuló en dos ocasiones con lo cual metió a esta corriente en el desastre que vive hoy.
Así, en 25 años y 5 procesos presidenciales, la llamada izquierda mexicana sólo ha tenido 2 candidatos.
Mientras los otros partidos, especialmente PRI y PAN, vivieron la postulación de diferentes personajes políticos, lo cual les permitió equivocarse y aprender.
Ese juego interno los llevó a renovar su base de liderazgo y ahora ambos institutos cuentan con opciones para el 2018. El PRD y la izquierda no. Sólo tienen a López Obrador quien ya recorre el camino hacia su tercera postulación.
Los otros dos prospectos —Marcelo Ebrard y Miguel Ángel Mancera-, no cuentan con la organización, los recursos y la decisión que sí tiene AMLO. La obviedad indica que los va a avasallar.
La fragmentación de este revoltijo denominado izquierda, no sólo dispersa hoy sus objetivos, recursos y acciones, sino que propicia un canibalismo político que corroe sus entrañas.
No se requiere tener un doctorado en ciencia política, o en sociología para entender que el surgimiento del Partido del Movimiento de Regeneración Nacional, o Morena, va a impactar en primer lugar al resto de los otros partidos de su entorno: PRD, PT y Movimiento Ciudadano.
Y lo primero que va a hacer es quitarles a estos importantes segmentos de sus militantes y votantes.
El escenario de este canibalismo político indica que la otra dentellada mortal, será la de López Obrador al llevarse a su corral a los cuadros políticos formados dentro del PRD, PT y MC.
Cierto, no todo es hoy color de rosa para el tabasqueño y su Morena. El infarto demostró de entrada su fragilidad. Y dejó al descubierto que sin él Morena no camina.
Pero también reveló que sin AMLO los otros partidos no tienen a nadie que pueda llenar su hueco. El infarto al miocardio de AMLO desveló que la llamada izquierda, agobiada por la proliferación de tribus, no tiene prospectos de poder ni de gobierno.
Que no sólo no es de izquierda, sino que es apenas un revoltijo sin ideología ni futuro.