2014
¬ Javier Cadena Cárdenas jueves 26, Dic 2013Termómetro
Javier Cadena Cárdenas
El tango de la vieja guardia interpretado por quien cada día canta mejor, dice que 20 años no son nada y que febril la mirada; lo dice, no se cansa de repetirlo, y es que indudablemente es cierto su dicho.
Y entonces, si es verdad que 20 años no son nada, en México se está a unos días de entrar en un año en el cual habrá muchas ocasiones en que se inicie el día conmemorando o recordando algo, que bien cabría en el concepto nada, por aquello de que 20 años no son nada.
Y es que desde antes del 1 de enero de 1994, la clase política en el poder había inundado a la población con aquella consigna de que con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio firmado entre México, Canadá y Estados Unidos, el país entero ubicado abajo del río Bravo, haría su verdadera entrada al concierto de las naciones desde la puerta enorme del primer mundo.
Pero, oh mundo cruel, lo que sucedió ese día aciago del 1 de enero de 1994, fue una sublevación en el sureño estado de Chiapas de indígenas armados con rifles de madera y encabezados por un ente conocido hasta el día de hoy como Frente Zapatista de Liberación Nacional, cuya cabeza visible fue alguien llamado “subcomandante Marcos”.
Y entonces, esta sublevación aguó la fiesta del logro que llevaban a cabo los meros meros en el maravilloso puerto de Acapulco, en medio de la algarabía que se supone invade el ego del poderoso en el instante de sentir y creer que ya la hizo, que ya pasó a la historia como el mejor gobernante de la nación.
Pero 20 años no son nada, repite el tango, y sin hacer un tango lleno de tragedia, habrá que recordar que hace dos décadas, precisamente, se vivió un año difícil de olvidar debido a las tragedias que durante los 12 meses de 1994 México experimentó, y de las cuales aún se sienten secuelas.
Y es que al levantamiento zapatista le siguió una época de guerra entre este auto nombrado ejército y el verdadero Ejército mexicano, conflicto que, obviamente tuvo su dosis de sangre.
Y después de esta dosis de sangre, producto de la demostración del México profundo, siguió la dosis de sangre vertida por el asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, el entonces carismático candidato presidencial del hasta entonces invencible Partido Revolucionarios Institucional.
Y a esta dosis de sangre le siguió la dosis de sangre producida por el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, en ese momento número dos en la jerarquía del PRI y que se perfilaba como el próximo y poderosos número uno de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
Y si estas dosis de sangre y de dolor personal y nacional no eran suficientes para abrir los ojos y decir que algo andaba mal en este país de Dios, el destino y los malos manejos de los tecnócratas en el poder produjeron, lo que se conoce como error de diciembre, error que no está de más recordar a la nación le costó una muy buena dosis de sangría económica.
Y, bueno, los meros meros del tango de la vieja guardia aún recuerdan que 20 años no son nada, y este recuerdo es bueno tenerlo presente ahora que México está a punto de entrar en esos 12 meses que van del levantamiento del EZLN al error de diciembre, cuyas secuelas aun padece la nación, y principalmente, su gente.
En fin, sólo queda eso de que habrá que poner febril la mirada y decir feliz 2014.