El mediocre 0.7 por ciento
¬ Juan Manuel Magaña martes 17, Dic 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
Los últimos 21 años se fueron a la basura. Se dice fácil, pero es dramático.
La Secretaría de Hacienda acaba de “diagnosticar” que el crecimiento del país en las últimas décadas “ha sido insuficiente para generar el desarrollo pleno y sustentable”, debido a que durante los últimos 21 años ha sido, en promedio, de 0.7 por ciento.
Comprueba con ello que el crecimiento del país en las últimas dos décadas ha sido “no satisfactorio” y que como resultado de ello el 45 por ciento de la población se encontraba, “hasta el año pasado, en situación de pobreza”.
“Si bien el crecimiento económico no es un fin en si mismo, es una de las principales herramientas para combatir la pobreza y mejorar las condiciones de vida de la población”, nos dice en su Programa Nacional de Financiamiento del Desarrollo que ayer se publicó en el Diario Oficial de la Federación.
Se entiende la intención de revelar tan malas noticias. Las reformas estructurales se han hecho, sobre todo la energética, para darle la vuelta a esta situación. Para tratar de salir de ese marasmo de dos décadas que identifica muy bien, pero que explica de forma oscura.
Dice sobre el crecimiento no satisfactorio que “esto se debe, en parte, a que existen factores que han restringido la evolución de la productividad. De 1990 a 2011 la productividad total de los factores disminuyó 0.4 por ciento por año en promedio”.
Es decir, de Carlos Salinas a Felipe Calderón, el país cayó en la penuria. Y quizá sean ellos los mentados “factores” del reporte, por no decirles los responsables de tal infortunio.
De hecho, el documento le carga la mano a Calderón al evidenciar que en materia de finanzas públicas, “a partir de 2009 se observó un repunte de la deuda pública. En particular, entre 2006 y 2012, los requerimientos financieros del sector público fueron en promedio 3.2 por ciento del PIB y la deuda pública neta aumentó 15.1 por ciento del PIB en ese periodo”. Calderón acabó de endeudar más al país.
Aparecido luego de la reforma energética, el documento en cuestión marca los lineamientos económicos entre este año y el año 2018, para proteger las finanzas públicas, promover el desarrollo, contar con un sistema hacendario que genere más recursos y “democratizar” la productividad.
Se define que “si bien el crecimiento económico no es un fin en si mismo, es una de las principales herramientas para combatir la pobreza y mejorar las condiciones de vida de la población”.
Ahora con la reforma energética se habla de un cambio de paradigma que para algunos significa modernización y para otros, retroceso.
El cambio a la Constitución, y a otras normas, se interpreta por igual como el hecho de que el petróleo queda como propiedad de la nación, pero al mismo tiempo podrá ser buscado y extraído por particulares a través de contratos de todo tipo.
Finalmente Pemex o el Estado podrán solicitar a empresas su colaboración para obtener los hidrocarburos a cambio de pagos monetarios o en especie, y las empresas estatales pierden el monopolio de la exploración y la explotación de los recursos energéticos, en tanto son “empresas productivas del Estado”, sujetas a criterios de eficacia, eficiencia, productividad y transparencia. El beneficio o riesgo de la reforma dependerá ahora de las leyes secundarias que reglamenten lo reformado y del tiempo.
Y no será 2014 el año en que pueda verse fruto alguno de ello. Nuestra perspectiva de crecimiento del Producto Interno Bruto es apenas de de 3.3 o 3.5 por ciento, lo que se creía que iba a ocurrir este 2012 que cierra con apenas el 1 por ciento, no muy lejos de aquel 0.7 por ciento de los últimos 21 años.