Necesaria, la energética
¬ Alejo Sánchez Cano lunes 16, Dic 2013Como veo, doy
Alejo Sánchez Cano
En medio de las consignas: “El petróleo no se vende, se defiende” y “No a la privatización de Pemex”, miles de ciudadanos se preguntan si ese grupito de gritones siquiera conocen algo de la producción petrolera, su distribución, sus problemas como empresa, los precios del petróleo a nivel mundial, las ventanas de oportunidad que se abren ante la posibilidad de la inversión privada en la CFE y Pemex, los costos de generación de gas y electricidad, y la respuesta es, lo más probable, que no.
Lo que seguramente sí conocen, son los despilfarros de los dirigentes sindicales, la vida de reyes que se dan a costa de los trabajadores petroleros y los millones de pesos que chupan a la paraestatal Pemex con la consabida justificación de que son “para los trabajadores y sus familias”, cuando de antemano se sabe que uno de los principales problemas en Pemex son precisamente las canonjías que poseen las diferentes secciones sindicales del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), eso sí se sabe y en gran parte es por eso la oposición al proyecto presidencial.
Por eso, es oportuno decir que la propuesta de Enrique Peña Nieto va más allá de la relación que Pemex o la CFE pudieran tener con sus sindicatos, es una propuesta con una visión de Estado que pretende dar mayor impulso al desarrollo de la industria energética, la cual considera mayor productividad en petróleo y nuevas tecnologías para la generación de luz y gas, pero para ello es necesaria la inyección de recursos externos porque por si solo México no puede y porque en todo el mundo, donde las naciones cuentan con recursos similares a los que poseemos como país, sus gobiernos han optado por imprimir dinamismo y competitividad a sus economías con la ayuda de inversionistas externos.
En el caso mexicano, los opositores a la propuesta presidencial han centrado su lucha contra la reforma energética refiriéndose prácticamente sólo al sector petrolero, pero de la producción de gas y electricidad poco se ha hablado, por lo que es necesario retomar alguna información pública para entender el tamaño de la necesidad de la inversión extranjera en nuestro país.
Por ejemplo, sabía usted que distintos países han ajustado su legislación ante los retos que representa el nuevo entorno de yacimientos cada vez más complejos, que requieren de grandes inversiones, compartir riesgos, así como desarrollar y aplicar nuevas tecnologías. Las reformas de Brasil, Colombia y Noruega dan muestra clara de ello, al diseñar esquemas que promovieron la producción en yacimientos de petróleo no convencional, como el de aguas profundas.
En 2012 se otorgaron 9,100 permisos de perforación a 170 empresas en los Estados Unidos en yacimientos de petróleo y gas de lutitas, mientras que en México se perforaron sólo tres. Asimismo, en EU en 2012 se perforaron 137 pozos con profundidades superiores a 500 metros, mientras que en México esta cifra apenas ascendió a seis.
De 1995 a la fecha, la extensión de la red de gasoductos en México se ha incrementado sólo en 18.3% (1,789 km). Es decir, cerca de un punto porcentual al año, lo que ha sido insuficiente.
Las tarifas de la CFE no son competitivas a nivel internacional. En promedio son 25% superiores a las de los Estados Unidos de América, con diferencias mayores en segmentos clave de la industria y el comercio. Estos precios representan un freno a la economía mexicana. Por otra parte, la apertura limitada a la participación privada ha permitido a los actores privados contribuir a brindar seguridad energética al país, así como ofrecer mejores tarifas a sus clientes. Sin embargo, el esquema actual se está agotando y los beneficios no están siendo distribuidos a toda la sociedad.
La CFE fue diseñada para responder a la necesidad urgente de electrificar al país. Sin embargo, la organización industrial que corresponde a este modelo no tiene la flexibilidad necesaria para integrar de manera eficiente las energías renovables a gran escala ni la generación distribuida.
Ante ese panorama, la propuesta del presidente Enrique Peña Nieto, misma que ya se aprobó en el Congreso de la Unión y continúa su trámite para ser ratificada por la mayoría de los congresos estatales, contiene, entre otras, las siguientes consideraciones: mantiene la propiedad de la nación sobre los hidrocarburos en el subsuelo, sólidos, líquidos y gaseosos en todo momento; plantea la incorporación de contratos, que celebre el Ejecutivo federal, con organismos y empresas del Estado y/o terceros que permitan expandir y hacer más eficientes las actividades de exploración y extracción de hidrocarburos, y sienta las bases para la organización de un sistema eléctrico nacional basado en principios técnicos y económicos, donde el imperativo fundamental es reducir los costos del servicio eléctrico en beneficio de los intereses generales.
Los datos están ahí, se realizaron foros de discusión y se presentaron diagnósticos, muchos, de la situación que prevalece en Pemex y la CFE, elementos suficientes que indican que para mejorar la productividad, modernizar y hacer más competitivos los sectores petrolero y eléctrico, éstos requieren de inversiones externas, sin privatizarlos. Y como así está planteada, entonces podemos concluir que la reforma energética tiene el apoyo y respaldo de la mayoría de los mexicanos, porque es necesaria.
VA MI RESTO.- Ante la carencia de argumentos en su postura ante la propuesta de reforma energética al inicio de su trámite aprobatorio en el Senado de la República, la senadora Layda Sansores subió a la tribuna de ese recinto para descalificar e insultar a los legisladores que votaron a favor de la iniciativa presidencial. Qué lástima, ahora la legisladora, la misma que juega en su tableta o duerme en su escaño durante las sesiones, y que casi nada ha aportado en los debates legislativos, ahora será recordada junto a su mamacita de manera recíproca por muchos de sus compañeros de la actual legislatura.