Una ciudad impersonal
¬ José Antonio López Sosa lunes 9, Dic 2013Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Houston, Texas.- Por lo general, las ciudades en los Estados Unidos, a diferencia de las mexicanas, tienen una planeación bastante compleja en cuanto a la infraestructura urbana, tomando en cuenta la escasa planeación que las ciudades en México y en Latinoamérica han tenido a partir de la independencia del reino de España.
Mi contacto con Houston data de unos 30 años atrás (a los 4 años vine a este lugar por primera vez) y mi percepción desde entonces se ha mantenido en distintas circunstancias. El centro de la ciudad está lleno de edificios y rascacielos —de mediana altura comparado con otras ciudades norteamericanas—, pero tiene una característica que marca aún más la diferencia con las ciudades mexicanas o las situadas en la costa de California: no hay espacios públicos abiertos para que la gente camine y conviva, la convivencia se da únicamente en los llamados “malls”, es decir, centros comerciales. Esto es resultado del capitalismo desmedido, cuando la gente tiene que acudir a un sitio a comprar cosas para establecer vínculo y convivencia con la demás gente, lo que usualmente en Latinoamérica se hace en plazas públicas o parques. Esto vuelve a Houston una ciudad mucho más impersonal, donde como hormigas todo mundo se encierra en sus casas, en sus automóviles, en sus oficinas, en los centros comerciales para establecer enlaces con otro ser humano.
En Houston, casi no se ve gente caminando por las calles, es prácticamente imposible ver a alguna persona disfrutando de una caminata vespertina por alguna calle o sendero, todo es dentro de algún edificio, casa o centro comercial. No hay un sitio en la calle para salir a leer el periódico o disfrutar de un café con un buen libro, a diferencia de las ciudades en Latinoamérica o inclusive, las que se encuentran en este país en la costa californiana, donde sí se habitúa.
Quizá parte del problema radica en el clima, me comentan por aquí; considero que eso representa una mínima proporción, el principal problema es complejo y se adhiere a la actitud de las personas, aquí la gente está acostumbrada a este tipo de vida y ello les complace, a mí no, este periodista está acostumbrado a caminar y ver la vida pasar en las calles, en las plazas públicas y sobre todo, en el andar con los demás.
Ahora bien, pasemos al tema del clima, desde mi punto de vista la mínima parte del problema de la impersonalidad en esta ciudad. Resulta que estamos frente a un clima extremo y la gente no ha desarrollado en todos estos años una adaptabilidad sobre todo al calor extremo (y no los condeno, yo tampoco podría nunca adaptarme a 40 grados Celsius a la sombra). En esta ciudad —como en muchas otras— en todos lados existe el aire acondicionado o clima artificial, que nos mantiene a una temperatura ambiente similar a la que tenemos en la ciudad de México, o sea, entre los 20 y 25 grados. Todo tiene aire acondicionado: la casa, al auto, la oficina, el café, los restaurantes, ¿es acaso una muestra del hombre contra la naturaleza?, ¿estamos atentando contra nuestro propio entorno?, porque además estos sistemas son en ocasiones altamente contaminantes.
No sé si se trata de comodidad o de atentar contra el entorno, me voy más por la primera.
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