La izquierda, dividida
¬ Augusto Corro martes 19, Nov 2013Punto por punto
Augusto Corro
El líder moral del Partido de la Revolución Democrática, Cuauhtémoc Cárdenas, es nombrado para repetir en la dirigencia nacional de esa organización política.
Aunque su precandidatura, que muchos ven como símbolo de unidad, lo que realmente refleja es una división más en el PRD.
En el acto denominado “En Defensa del Petróleo” realizado el domingo pasado, en el templete no estuvieron las figuras predominantes de la izquierda: Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard. El primero ya decidió alejarse del PRD de “Los Chuchos”, para buscar a través de un nuevo partido su actividad política. Optó por rascarse con sus propias uñas y se alejó del partido del sol azteca. Con su salida se llevó a sus seguidores y dejó un hueco amplio y profundo en las filas amarillas. Esa división en la izquierda tardará mucho tiempo en ser superada, porque cada agrupación que la integra tarde o temprano cae en el divisionismo, que es su divisa desde que surgió como forma de hacer política.
Digamos que el divisionismo es parte de la naturaleza de la izquierda. Cuando se trata de buscar la unidad, nunca falta el inconforme que salta para romperla. Los ejemplos sobran y se repetirán siempre que tengan oportunidad de hacerlo.
El pasado domingo, Marcelo Ebrard se encargó de ser el protagonista del divisionismo: no asistió al acto “En Defensa del Petróleo” organizado por el PRD y encabezado por el denominado líder moral, Cuauhtémoc Cárdenas, al que le llegó su quinto o sexto aire.
En la reunión del Zócalo, los perredistas perdieron más de lo que pudieron ganar con esa reunión, pues la ausencia de Ebrard anunció nuevos tiempos de divisionismo en las filas de los perredistas. Precisamente, en estas fechas empezaron a agitarse las aguas en el PRD, porque tendrá que renovarse la dirigencia nacional. En la contienda es el propio Cárdenas quien coqueta para repetir en el cargo. También aspiran al cargo Marcelo Ebrard y Carlos Navarrete, este último es el representante incondicional de “Los Chuchos”, cuyo mayor mérito es ser un “fan” de José Alfredo Jiménez, el cantautor guanajuatense.
El líder perredista, Jesús Zambrano, minimizó la ausencia de Ebrard y dijo que en la reunión estuvo el 99.99% del PRD y que no acudió sólo un 0.01%. La ironía del “chucho” es muy superficial y no refleja la lucha que se libra por el poder en el interior del partido.
Por un lado, con el pretexto de ser el abanderado de una causa social, ya se le ve otra vez montado en la dirigencia del PRD. Sus incondicionales piensan que es la figura que propiciará la unidad, pues son varias las expresiones políticas de ese partido que lo apoyan.
Para empezar, los “chuchos” no tendrían empacho alguno en apoyar a Cárdenas, porque sí éste logra la reelección, automáticamente terminarían con los anhelos políticos de Ebrard, por ahora su adversario más importante.
Por supuesto, al grupo de Jesús Ortega le quedaría otra carta más, la que representa Carlos Navarrete, candidato del “chuchismo”. Los enemigos políticos de Ebrard han demostrado mayor capacidad en la pugna por el poder. Hasta donde se ve, llevan la delantera.
El ex jefe del gobierno capitalino se alzó como uno de los principales impugnadores de los “chuchos”, pues sostuvo que “la corrupción, el nepotismo y la opacidad están alejando a los simpatizantes del PRD. La situación política de Ebrard se vuelve compleja, porque sus aspiraciones no tienen las bases sólidas para apoyarlo. La organización perredista en la que podría apoyarse se encuentra muy dividida. Por el momento, las corrientes perredistas están enfrascadas en sus alegatos por las reformas a los estatutos del partido para la elección del nuevo presidente: el ala Nueva Izquierda (NI) de los “chuchos” no quiere cambios.
Otra tribu, encabezada por Ebrard, quiere reformas para una elección abierta de la militancia. Otra más desea las cambios para la reelección de Cárdenas.
Así de revueltas están las cosas en el partido del sol azteca.