Josefina, la intermitente
Francisco Rodríguez viernes 15, Nov 2013Índice político
Francisco Rodríguez
A veces, sí. Otras, no. La mayor parte de las veces, que a lo mejor. O que todavía no sabe. Josefina Vázquez Mota enciende y apaga sus luces —no muchas— intermitentes. Rojas, la mayor parte de las ocasiones. Contadas con los dedos de una mano, las verdes. En el amarillo de la indecisión, casi siempre.
Aquel arrojo casi atrabancado que mostró en la búsqueda de la candidatura presidencial panista para los comicios federales del 2012 está ausente ahora que los ex gobernadores Ruffo, Medina Plascencia, Canales Clariond, entre otros, la han empujado a buscar la dirigencia panista todavía ocupada por Gustavo Madero.
Aparece en eventos convocados dizque para “crear” ciudadanía.
La entrevistan en ciertos medios de comunicación. Lleva a cabo reuniones con panistas de las entidades federativas.
Pero no dice ni sí ni no. Ni fu ni fa, diría aquel clásico.
Todo indica que tras su desastrosa derrota, el año pasado —llevó al PAN hasta el tercer lugar, no obstante que era “el partido en el poder”— no ha conseguido reponerse.
Cierto que se fue de viaje a las islas británicas para curar sus penas, aún antes de que se oficializara el triunfo de su contrincante Enrique Peña Nieto. Pero no, no consigue reinsertarse.
Siente, quizá, que como se fue a La Villa y no sólo perdió “La Silla”… sino también el ánimo que antes la hacía hablar como tarabilla —así decía mi abuela y en el diccionario encuentro su equivalente: matraca— para, sólo con palabras, rescatar de entre sus ruinas al partido que ella y Felipe Calderón ayudaron a demoler.
Porque, ¿qué es ahora el PAN si no un ring de lucha libre donde los calderonistas y anticalderonistas se disputan las prerrogativa$ que, a través del IFE, le damos los contribuyentes?
Pleito cupular en el que los panistas de a pie siempre saldrán perdiendo.
¿Va o no va Josefina por la presidencia del PAN?
¿Le conviene su llegada al gobierno peñista?
Esa, al fin y al cabo, es la verdadera cuestión.
CUAUHTÉMOC, DECIDIDO
Y al gobierno en el poder, ¿le conviene Cuauhtémoc Cárdenas en la dirigencia nacional del PRD?
Todo indicaría que sí.
Que todos los esfuerzos —desde el convencimiento hasta la nego¢ia¢ión con “Los Chuchos”— de no pocos agentes gubernamentales van encaminados en esa dirección: la reinstalación de “El Ingeniero” en la dirigencia nacional de esa izquierda cómoda, modosita, cada vez más llena de intereses capitalistas.
Al mismo tiempo, van con todo contra Marcelo Ebrard, a quien se le cerrarán todas las puertas, incluso las rendijas por las que pretendía “colarse” y mellar el feudo de los “Jesuses” Ortega, Zambrano, et al.
Y, cosa rara, Cárdenas Solórzano a quien, como jefe del gobierno capitalino, se recuerda como indeciso, ya tomó una decisión. Sí va por la dirigencia de lo que quede del perredismo.
Como Vázquez Mota, Cárdenas no lo ha externado públicamente.
Pero sí, claro que sí.
Busca el gobierno federal tener dirigentes opositores cómodos. Con los que, mínimo, se puedan intercambiar puntos de vista, opiniones y/o, en el mejor de los casos —para los priístas, claro—, imponer, sin que los de enfrente le chisten.
Dada la desastrosa situación en la que se encuentran el PAN y el PRD, el gobierno federal no corre —por el momento— ningún riesgo al actuar de la forma en que lo está haciendo: reforma educativa (sic), reforma fiscal, quizá hasta reforma energética. Controlar formalmente la acción de gobierno lo puede hacer cualquier partido de los que están en la oposición, pero el control material de dicha acción de gobierno únicamente puede hacerlo un partido al que la sociedad haya puesto en condiciones de hacerlo.
Y ahora mismo no hay ninguno. Quizá más adelante, ¿no cree usted?
Índice Flamígero: Releyendo a Albert Camus, un amigo encontró la siguiente cita que, dice, “viene como anillo al dedo a México”, especialmente en estos días: “…decir que Francia necesita más una reforma moral que una reforma política es tan tonto como afirmar lo contrario. Necesita las dos, precisamente para impedir que se juzgue a una nación entera por los escandalosos beneficios de algunos miserables. Siempre hemos hecho hincapié, aquí, en las exigencias de la moral. Pero sería una estafa que estas exigencias sirvieran para escamotear la renovación política e institucional que necesitamos”.