Obispo claridoso
¬ Juan Manuel Magaña miércoles 30, Oct 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
En el caso de Michoacán es interesante ver cómo la iglesia católica se ha despojado de su pasividad, para jugar un papel más expuesto, de crítica y denuncia de la situación criminal. En todos estos años de descomposición del país, ha sido notorio el retraimiento (culpable dirían algunos) de esa fuerza social frente a un problema que amenaza con devorar a la nación.
No ha dejado de ser un dilema el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, por más que se diga que fue producto de una confusión en plena balacera entre sicarios del Chapo Guzmán y de los Arellano Félix.
Y no logra disiparse la bruma, ni tampoco olvidarse, de cuando éstos últimos se reunieron con el nuncio Girolamo Prigione, a sabiendas del entonces procurador Jorge Carpizo y del presidente Carlos Salinas. Y ni qué decir de las narcolimosnas.
Por eso es interesante no sólo que el obispo de Apatzingán, Miguel Patiño Velázquez, haya decidido hacer pública su versión de lo que ocurre en Michoacán, sino también que la Conferencia del Episcopado Mexicano haya decidido respaldarle, al grado de difundir su preocupación por la vida del sacerdote.
Pero lo más importante es lo que Patiño dice: “El Estado de Michoacán tiene todas las características de un Estado Fallido. Los grupos criminales: Familia Michoacana, Zetas, Nueva Generación y Caballeros Templarios, principalmente, se lo disputan como si fuera un botín.
“La Costa: para la entrada de la droga y los insumos para la producción de las drogas sintéticas; la Sierra Madre del Sur y la zona aguacatera: para el cultivo de mariguana y amapola, el establecimiento de laboratorios para la producción de drogas sintéticas y refugio de los grupos criminales. Las ciudades más importantes y todo el estado: para el trasiego y comercio de la droga, venta de seguridad (cuotas), secuestros, robos y toda clase de extorsión”.
El obispo escribe: “Nuestro pueblo de Michoacán tiene años sufriendo las injusticias del crimen organizado que se han recrudecido en los últimos meses.
“Han aumentado los levantones, los secuestros, los asesinatos, el cobro de cuotas se ha generalizado y familias enteras han tenido que emigrar por el miedo y la inseguridad que se está viviendo. En los últimos días se está obligando a líderes sociales y a las personas en general para que firmen y pidan que el Ejército y los federales se vayan de Michoacán y a los comisariados ejidales se les ha amenazado para que vayan ante el Congreso de la Unión a hacer la misma petición”.
Agrega: “Los gobiernos municipales y la policía están sometidos o coludidos con los criminales y cada vez más crece el rumor que el gobierno estatal también está al servicio del crimen organizado lo que provoca desesperanza y desilusión en la sociedad.
“Son ya 6 municipios que, al ver sus gobiernos municipales vendidos con el crimen organizado y la incapacidad del gobierno federal para reestablecer el Estado de Derecho, han tomado la determinación de organizarse para autodefenderse.
“En estos municipios se expulsaron a los miembros del crimen organizado con lo que se acabaron las cuotas, extorsiones, levantones, secuestros, asesinatos y violaciones. Pero ahora son agredidos constantemente por los Caballeros Templarios que intentan recuperar las plazas perdidas y ahogarlos, dificultándoles la comercialización de sus productos o impidiendo que las pipas de gasolina surtan las gasolineras que se encuentran en esos municipios”.
La mirada del obispo Patiño es panorámica:
“Desde mayo tenemos la presencia de las fuerzas federales (Policía Federal, Ejército y Marina) con una estrategia para devolver la paz a Michoacán. Su presencia se constata por todas partes, pero hasta la fecha no hemos visto la efectividad de su estrategia porque no se ha capturado a ninguno de los capos principales del crimen organizado, aún sabiendo dónde se encuentran; prácticamente en su presencia se extorsiona, se cobran cuotas, se secuestra y se levanta a personas. Nos llama la atención cómo no han sido capaces de descubrir las casas de seguridad del crimen organizado y hasta la fecha no hayan liberado a nadie cuando se cuentan por decenas las personas levantadas. No obstante les damos el voto de confianza y esperamos tengan el firme propósito de solucionar el problema”.
Más claro lo que pasa allá, ni el agua.