¡Qué día!
¬ Juan Manuel Magaña viernes 25, Oct 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
Ayer, trabajadores de la Secretaría de Gobernación recibieron varias llamadas telefónicas con la advertencia de que estallaría una bomba en las oficinas principales, las del Palacio de Covián, ubicadas en Bucareli.
La amenaza provocó de inmediato un operativo policial en la dependencia al filo del mediodía. Se activaron los protocolos de seguridad y se hizo el rastreo de explosivos con el auxilio de los perros adiestrados para esta tarea. Dieron las tres de la tarde y nada. Ningún objeto sospechoso ninguna otra evidencia relacionada con la amenaza.
Se dice que las revisiones en la Secretaría de Gobernación para detectar explosivos son de rutina, sobre todo en Bucareli. Son constantes los rondines de vigilancia a cargo de elementos de la Policía Federal y de elementos de seguridad interna.
Con todo, la amenaza activó los focos rojos y frenó la actividad. ¿Quién será capaz de soltar semejante amenaza?
La tarde de ayer, estalló una caldera de la fábrica de dulces Blueberry, en Ciudad Juárez, hecho que lesionó a decenas de empleados que saturaron los hospitales del IMSS urgidos de atención médica.
La empresa se ubica en el parque industrial Omega y tiene alrededor de 300 de sus mil 300 empleados en la sección ocho, donde ocurrió el accidente que también ocasionó que se derrumbara el segundo piso.
Había versiones de que el grueso de los empleados que se encontraban en esa sección resultaron con lesiones, y que al menos una docena de ellos tenía quemaduras en todo el cuerpo, por lo que había vidas en peligro. Que había atrapados. Y que había una veintena de desaparecidos.
Al lugar llegaron al menos 30 de ambulancias junto con las máquinas extintoras del Cuerpo de Bomberos para auxiliar heridos y tratar de apagar el incendio que se generó por la explosión. Momentos después, al lugar acudieron decenas de elementos de policía y un grupo de militares con la insignia “Plan DN-III”. A eso de las seis de la tarde, las consecuencias se antojaban mucho más lamentables.
En otro hecho funesto, ayer por la mañana circuló la noticia de que en la ciudad de Lodi, al oeste de Sacramento, California, un hombre furioso, que conducía su auto a más de 150 kilómetros por hora mientras hablaba por teléfono, provocó un accidente en el que murieron cinco mexicanos y resultaron heridas otras ocho personas.
La noche anterior, el conductor había estrellado su automóvil ni más ni menos que contra otros seis vehículos, uno de ellos el auto en que viajaba una familia mexicana, originaria del estado de Guerrero, ambos padres y tres hijos de 12, seis y cinco años; la madre estaba embarazada. La policía de Lodi investigaba si este conductor había consumido drogas o alcohol o qué.
Por último, en Nuevo León se informó de la aprehensión de un sujeto de 20 años de edad, llamado Juan Pablo Vázquez vinculado ni más ni menos que con 79 homicidios. Un joven monstruo.
Todo eso fue ayer. Pero si uno mira hacia atrás, el paisaje mexicano es aciago. No puede uno dejar de pensar que México es un lugar peligroso y que al mismo tiempo los mexicanos atraen el peligro.