El espía que blofeó
¬ Juan Manuel Magaña miércoles 23, Oct 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
No deja de tener un tinte de comedia todo el asunto del espionaje. Desde el descubrimiento de hechos, hasta las más disímiles reacciones que provoca.
Primero se supo, por el terrible Edward Snowden, que Estados Unidos había espiado a Enrique Peña Nieto cuando era candidato presidencial.
Y el gobierno mexicano, del ahora presidente, se fue con cautela y discreción al pedir una investigación de tal hecho, en caso de que se hubiese dado. Por algo similar, la presidenta de Brasil, Dilma Rouseff, levantaba en cambio y al mismo tiempo un escándalo, con protesta en la ONU y cancelación de una cita con Obama.
Meses después vino a saberse —apenas hace dos días, pues -, que EU espió también a placer, desde 2010, al anterior inquilino de Los Pinos llamado Felipe Calderón… utilizando el mismo sistema de intercepción de comunicaciones que éste autorizó que se instalara en México tres años antes.
Por supuesto el afectado jugó su carta y blofeó. Se dijo no sólo sorprendido sino también indignado, y hasta pidió al canciller mexicano, José Antonio Meade, que transmita al gobierno del país en el que ahora sobrevive en calidad de refugiado “su más enérgica protesta” por el espionaje del que fue objeto por parte de la Agencia de Seguridad Nacional, la NSA de aquel imperio.
En principio, la tirada de EU fue restarle importancia al asunto. Pero la ‘protesta” del “sorprendido” Calderón debía tener su efecto. El canciller mexicano no tenía de otra que reiterar el rechazo de México ante actividades de esa naturaleza. Y anticipar que sería convocado el embajador de Estados Unidos para que informe sobre las últimas novedades de espionaje.
“El presidente Enrique Peña Nieto (…) me instruyó a citar, a mi regreso de Ginebra, al embajador de Estados Unidos, Anthony Wayne, para exigir que se nos mantenga informados”, declaró Meade desde Ginebra, Suiza. El asunto había vuelto a crecer, pues, y entonces el propio presidente estadunidense Barack Obama tuvo que hacer su movimiento.
Aseguró al gobierno de México que “ni en el pasado ni ahora” él autorizó operación alguna de espionaje de funcionarios mexicanos y reiteró que hay una investigación en curso para deslindar responsabilidades. Dicho por el canciller Meade.
Enseguida y por instrucciones del presidente Enrique Peña Nieto, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, anunció que la dependencia a su cargo indagará la probable participación de funcionarios mexicanos en el espionaje e intervención de las comunicaciones por parte de Estados Unidos. La duda brinca de inmediato: lo más seguro es que se trate de funcionarios del sexenio pasado.
Y eso es posible, según Chong, pues la investigación “deberá determinar si existen evidencias o no sobre las versiones antes citadas, así como la probabilidad de que hubiera participación de ciudadanos o funcionarios públicos de entonces que intencionalmente o bien por omisión, negligencia o cualquier otro motivo hayan desplegado conductas que hubieran constituido alguna posible violación a la privacidad de las comunicaciones del entonces gobierno federal y el ex presidente de la República (Felipe Calderón), de los entonces funcionarios o del candidato Enrique Peña Nieto y su equipo de colaboradores”.
Con mentalidad de comedia y cierta lógica, uno asocia el nombre de Genaro García Luna como pista que hay que seguir para llegar al final del enredo.
Y también cae uno en la tentación de pensar en un posible final: algo así como que la investigación conduce a que el espiado era el espía, por las más disparatadas u oscuras razones.