El trampolín y Los Chuchos
¬ Juan Manuel Magaña jueves 17, Oct 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
“Partido satélite”, “partido en crisis”, le han dicho al PRD quienes aspiran a dirigirlo. Así de suavecita se anticipa la disputa por esa organización.
Ha sido Marcelo Ebrard el primero en abrir fuego, al afirmar que hoy este partido se ha convertido en un “satélite del gobierno” que se conforma con “algunos espacios”.
Luego le ha seguido Carlos Sotelo, al declarar que “el partido está inmerso en una crisis seria y severa, producto de la instrumentación de una línea política y decisiones que han lastimado seriamente la propuesta del partido… Hemos venido acumulando un conjunto de errores. El principal (en 2010) de la dirección política nacional del PRD al propiciar una alianza con el partido del gobierno (Acción Nacional)”.
En cambio el tono de Los Chuchos, que son los que por ahora mangonean a ese partido, ha sido defensivo. El líder formal Jesús Zambrano ha pedido a Ebrard “no lastimar al PRD”.
Ha hecho el consabido llamado a cerrar filas y a ponderar la unidad. Teme lo que él mismo dice: “El costo de la división es generalmente la derrota”.
Carlos Navarrete, el tercer aspirante, igual de Chucho que los de su tribu, ha pedido a sus ya adversarios “iniciar un proceso de selección de dirigentes siempre cuidando al partido y respetando a sus militantes”.
Ebrard los ha provocado, aun más, al proponer una consulta abierta a la sociedad para elegir al próximo presidente del PRD.
Ha convocado a una “apertura radical”. Diplomáticamente, Zambrano dice que la propuesta de Marcelo es respetable, pero que la decisión está en manos del Congreso Nacional del partido del 7 de noviembre.
Marrulleramente Navarrete le dice: “Vayamos al congreso nacional”, donde podrá presentar las propuestas que considere. Se acoge a la institucionalidad Chucha para que todos acaten las reglas para la elección de marzo próximo.
Sotelo le ha respondido a Zambrano que así como pide unidad a los aspirantes a sucederlo en el cargo le recuerde a Graco Ramírez, gobernador de Morelos, que está obligado a defender la posición que impulsa el sol azteca para una reforma petrolera sin privatizar.
“Me extraña profundamente tu silencio y el de tu equipo nacional ante la abierta divergencia de Graco Ramírez. Cuidemos al PRD, su unidad, pero también con igual y mayor firmeza de no aparecer como un partido gubernamental, satélite o capturado por el poder, aquí tienes una magnífica oportunidad para hacerlo”, le escribió al dirigente.
Poco a poco, el ciclo se cierra y la sucesión presenta visos de evaluación a la gestión de Los Chuchos, ellos como un problema del partido. Para los adversarios está la “severa crisis” y el criticable cariz de “satélite” que presenta el PRD. Y yo diría que también está su irreconciliable división, su sordo resquebrajamiento desde el cochinero de elección de 2009 en la que compitieron por la dirigencia Jesús Ortega y Alejandro Encinas, que hizo que así les fuera en las intermedias de 2009.
Los Chuchos tendrán que responder por las alianzas electorales con el PAN, que no beneficiaron al PRD y lo hundieron en la crisis que describe Sotelo, para luego limitarse a cachar lo que pudieran tras el paso electoral de López Obrador, luego del cual vino el divorcio.
Y ahora van a salir a relucir sus desfiguros en el Pacto.
Para Sotelo fue un error haberlo negociado sin haberlo discutido en el partido, aunque ahora sería un segundo error sacar de ello al PRD de manera mecánica y unilateral, dejando solo al PRI al PAN y al gobierno federal. Ebrard dice simplemente: “Queremos un partido vigoroso, no uno que se conforme con que le den posiciones”.
La pregunta es, ¿para qué quieren seguir teniendo Los Chuchos un partido si no tienen candidato? Según Sotelo son cuatro en esta perspectiva y no hay más: López Obrador, Cuauhtémoc, Miguel Ángel Mancera y el propio Ebrard. ¿Se van a quedar ahí Los Chuchos, estorbando el trampolín?