¿Adiós cañonazos de 50 mil?
¬ Juan Manuel Magaña miércoles 16, Oct 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
Y ni modo de decir que no
Como anticipábamos ayer, la Cámara de Diputados aprobó por unanimidad con 457 votos, en lo general y lo particular, el dictamen que restringe la labor de los cabilderos en San Lázaro y prohíbe que los legisladores reciban “dádivas” en especie o efectivo por parte de algún negociador.
El dictamen se fue incluso contra el tráfico de influencias, al establecer que ningún familiar -hasta en cuarto grado- de diputados o de funcionarios de la Cámara podrán realizar este tipo de labores. Así que fuera padres, hijos, hermanos, abuelos, nietos, tíos, y primos.
Ya se habían tardado. Un Congreso que debe mostrarse soberano lucía en cambio bastante manipulable por todos aquellos intereses que pueden pagar equipos profesionales para persuadir, presionar y torcerles la manita a los legisladores.
Ahí andaban las empresas de cabilderos queriendo hacer avanzar los intereses de mineros, refresqueros y de grupos empresariales reacios a la modificación del régimen de consolidación fiscal, es decir, de sus privilegios.
Ahí andaba, como evidenció un periódico, PricewaterhouseCoopers (PWC) para intentar cambiar aspectos de la reforma hacendaria presidencial en lo relativo al ISR y el que propone gravar las transacciones de la Bolsa Mexicana de Valores.
Cobraría (¿ya no?) un millón de dólares por cambiar el artículo correspondiente a cada tema en la reforma mencionada.
Y no había protección o defensas ante el poder de consorcios que enviaban a sus cabilderos al Congreso. Según el registro de negociadores en la Cámara de Diputados, emitido el 31 de octubre del 2012, la lista supera los 250 negociadores.
Y frente a ese mosquerío no quedaba más que esperar que los legisladores, iluminados por la Providencia, llevaran a cabo su función y vieran por el bien del país, y no por intereses de particulares.
Ahora con el dictamen se aprobó limitar a 20 personas los cabilderos acreditados en cada una de las comisiones legislativas. Cada persona moral, sólo podrá registrar a dos integrantes de su institución para realizar labores de cabildeo con los legisladores.
Ayer decíamos que con la subida al pleno de este dictamen íbamos a ver quién decía “Yo” para poner orden en este asunto.
Sucedió que los legisladores rechazaron dos reservas del vicecoordinador del Movimiento Ciudadano, Ricardo Mejía Berdeja, que buscaban que cada cabildero registrado en San Lázaro al final de cada periodo debiera presentar un informe de gastos y actividades ejercidas en este tiempo.
Pero con el voto en contra del PRI y el Partido Verde todo se rechazó. Y no me pregunten por qué.
Entre las notas informativas que reportaron ayer la aprobación de este dictamen, leo que el Reglamento de la Cámara de Diputados define cabildeo a “toda actividad que se haga ante cualquier diputado, diputada, órgano o autoridad de la Cámara, en lo individual o en conjunto, para obtener una resolución o acuerdo favorable a los intereses propios o de terceros”.
Se dice que cabildero es “el individuo ajeno a esta Cámara que represente a una persona física, organismo privado o social, que realice actividades (…) y por el cual obtenga un beneficio material o económico”.
A sabiendas de cómo es la corrupción en este país, me pregunto si ya con eso cesará el fuego de los cañonazos de 50 mil en aquel nido de políticos…