Policía, ¿quién vigila a quién?
¬ Alejo Sánchez Cano lunes 14, Oct 2013Como veo, doy
Alejo Sánchez Cano
Nada más de leer las noticias sobre el tema de la inseguridad que vive el país, se nos ponen los pelos de punta y la piel chinita, bueno, hasta escalofrío nos da. Y es que los datos que hace unos días hizo públicos el INEGI son verdaderamente alarmantes: “En México fueron secuestradas el año pasado 105 mil 683 personas” y en 2012 “uno de cada tres hogares tuvo al menos una víctima de la delincuencia”.
El instituto estima que cada uno de los mexicanos que el año pasado fue afectado por la inseguridad y la delincuencia gastó en promedio 5 mil 953 pesos, donde 70 por ciento de los costos derivan de las pérdidas económicas sufridas como consecuencia de los delitos; 25.7 por ciento corresponde a medidas preventivas y 3.6 por ciento a los gastos en salud por los daños causados.
Y apenas empezábamos a digerir la noticia y a querer entender las cifras proporcionadas por el INEGI, cuando otra vez el miedo, el temor y la angustia nos volvieron a atrapar, al enterarnos que, al inicio de la presente semana, 13 elementos de la Policía Federal trabajaban de manera coordinada y con buenos resultados, pero qué creen, lo hacían para delinquir y ahora enfrentan cargos de por lo menos haber realizado siete homicidios y cuatro secuestros.
¡Imagínense!, policías, elementos a los que el Estado les ha conferido la responsabilidad de brindar seguridad a los ciudadanos y aunque no es la primera vez que escuchamos estas noticias, lo que nos llama más la atención es que estos sujetos no eran cualquier policía, no, los señores cuentan con capacitación especializada en antisecuestros y además habían aprobado los controles de confianza que se aplican en los cuerpos de seguridad y justicia.
Noticias que sin duda a los ciudadanos en general nos causa temor y preocupación entre nuestras familias, sí, pero a las autoridades las estadísticas dadas a conocer les debe obligar a realizar acciones de gobierno más eficaces, como aplicar sanciones más severas a todo aquel uniformado, integrante de cualquier cuerpo de seguridad, a quien se le sorprenda y compruebe cometer delitos como el homicidio, el robo, el secuestro y la corrupción.
Revisar, evaluar, ajustar y reforzar protocolos de seguridad y controles de confianza, de tal manera que se reduzcan o se eliminen totalmente los márgenes legales o discrecionales que dan paso al abuso de confianza y actos de corrupción entre los cuerpos policiacos y buscar la inmediata aplicación del sistema de mando único policial en los tres niveles de gobierno, con cruce de datos para transparentar la trayectoria de cada policía, ya que hay indicios públicos para pensar que muchos elementos que son dados de baja por malos o no aprueban los controles aplicados, en algunas entidades, lo único que hacen es trasladarse a otro lugar para seguir cometiendo sus fechorías con placa o uniforme.
Casi a la par de tan desagradables noticias, desde España nos llega una más que como país nos lastima y debe ser tomada con toda seriedad como una alerta en el ámbito gubernamental. El gobierno de España notificó a ciudadanos sobre los peligros al viajar a México, luego del secuestro virtual en los que aparentemente estuvieron inmersos cinco ciudadanos españoles en Querétaro y la ciudad de México. Desde allá nos recuerdan que el problema de inseguridad que afecta a México se materializa en “una elevada incidencia de la delincuencia relacionada con los secuestros (tanto reales como virtuales), la extorsión y los asaltos en la vía pública y en el transporte público”, de los cuales pueden ser víctimas, tanto los turistas españoles como los residentes en México.
En fin, ojalá que en el asunto de la creación de una Gendarmería Nacional para el país o de la creación de grupos de élite antisecuestros o bajo cualquier figura que surjan los nuevos cuerpos policiacos, se nos brinde en verdad seguridad para que la ciudadanía en general confiemos en la policía, uniformada o no, porque el anhelo de todos es contar con una policía honesta y eficaz que vigile nuestras calles y a nuestras familias, y no al revés, ya que hoy pareciera que nosotros vigilamos a los elementos policiacos, pero para protegernos de ellos.
Es cierto, en la presente administración se notan los cambios en cuanto a la atención y combate a delitos de la delincuencia organizada, pero las acciones hasta ahora emprendidas parecen insuficientes ante una realidad que nos dice que la seguridad es una tarea pendiente en todo el territorio nacional. ¿Hasta cuándo?