Bicentenario del Instituto Mora
¬ Humberto Matalí Hernández lunes 31, May 2010Al son de las fábulas
Humberto Matalí Hernández
México ha sido siempre fuente
de inspiración para intelectuales,
artistas y viajeros extranjeros.
Editorial de la revista “BiCentenario” Núm. 8
Con el pretexto del Bicentenario del inicio de la lucha de Independencia y el Centenario del inicio de la Revolución de 1910, se preparan festejos y faramallas bajo los dictados (de dictador) del historiador neoliberal y moderno José Manuel Villalpando, empeñado en ser el impulsor de la neohistoria nacional, para reinterpretar la Historia de México.
Por fortuna, ante tales barbaries mal copiadas a la novela 1984 de George Orwell, existen instituciones formales, como el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, que de entrada, amén de otros proyectos, crea y publica la revista trimestral BiCentenario. El ayer y hoy de México. 1810-1910-2010 (así es el título, amigo corrector) son ya ocho números de esta asombrosa revista en donde a base de artículos y literatura nos recuerda los instantes, los actos y hazañas de los hombres y mujeres, que actuaron, guiaron y sufrieron los dos movimientos festejados en este año.
Los temas son tratados con una seriedad carente en el Coordinador Ejecutivo Nacional para las Conmemoraciones de 2010, José Manuel Villalpando, (entre mayor es el título, menor es la consistencia,) que lleva los afanes de neohistoriador, a la torpeza de pasear por la ciudad de México los restos de los insurgentes, depositados en la Columna de la diosa Niké (Ángel de la Independencia en el decir popular), para llevaros al Palacio Nacional, que según la voz presidencial transformarán el histórico edificio en un museo. Quizá don Felipe de Jesús no conoce el recinto al presidente Benito Juárez, ni los murales de Diego Rivera, exposiciones muy visitadas por nacionales y extranjeros. Por lo tanto museos vivos. Lo mejor es dejarlos en la Columna de la Independencia, donde los depositaron en 1925, al sacarlos de la Catedral y trasladarlos a la columna, como parte de la pugna religiosa que culminó en la Guerra Cristera. Ahora van de vuelta al Zócalo, pero en el Palacio Nacional, al lado del templo católico sede en la ciudad de México. Otra torpeza es someterlos a estudios de ADN, seguro ya no hay descendientes para cotejarlos y que caso tiene esa confirmación, olvidan que son un símbolo no una muestra. No creo que ni en España encuentren genes de Javier Mina. Y en lo que fue la Nueva España, seguro no hay descendientes de los 14 insurgentes, incluida Leona Vicario, instalados en la urna paseada ayer.
El número ocho “BiCentenario. El ayer y el hoy de México” lleva a los lectores a la Poesía y guerra en Querétaro entre los años 1808 y 1810, en un artículo de José Martín Hurtado, con ello a las contradicciones de apoyar a Fernando VII, derrocado por Napoleón y al mismo tiempo de los grupos que pretendían la independencia mexicana del reino español. A los primeros se unió Hidalgo y otros conspiradores.
Asombra un cuento de Arturo Sigüenza sobre la inauguración del manicomio de La Castañeda, donde la magia literaria nos muestra las fugas y juegos mentales de los locos ante la corte de Porfirio Díaz, su gabinete y notables que acuden a la celebración. Esa casa de la locura fue una de las muchas inauguraciones de las fiestas del Centenario de 1910. el bombo y platillo que anunció el derrumbe de un régimen dictatorial con el arranque, un mes y días después de la lucha de la Revolución, el tercer movimiento Independentista, el otro es la gesta del juarismo y la lucha en contra del efímero reino del imperio francés de Maximiliano. Dos temas abordados en este ejemplar, el primero por Josefina Moguel Flores en el artículo “Almazán y el corazón de Aquiles Serdán. La fuerza de un símbolo” y el imperio de Maximiliano en un hermoso y asombroso reportaje, narración e investigación biográfica por Cecilia Alfaro Gómez en “La historia de Pepita Aguilar, una Dama de Palacio”, donde se exhibe la soberbia y abusiva estulticia de la emperatriz Carlota, para ofender y maltratar a las damas de la corte a su servicio.
Muy recomendable es el trabajo de Carlos Domínguez, investigador del Instituto Mora, sobre el perenne problema del agua para los habitantes del Valle de México, desde las tribus náhuatlecas y los mexicas con la Gran Tenochtitlán, luego la Nueva España y la ciudad de México, hasta llegar al Distrito Federal en el siglo XXI. Cuando no es en exceso es la escasez del agua, en lo que fue una cuenca lacustre ahora es una ciudad contaminada, sin agua, que se inunda y desperdicia el líquido.
Y sobre hace unas décadas, Leonides Afendufulis entrega una crónica sobre el concierto en el antiguo Auditorio Nacional en noviembre de 1975, del grupo “Chicago” y su mezcla de rock y música disco, inició del concepto plástico musical que deriva en la decadencia actual.
La coordinadora editorial de “BiCentenario. El ayer y el hoy de México” es la historiadora Ana Rosa Suárez Argüello. Esta revista se consigue en la Fundación Luis Mora y en librerías de prestigió. Es sin duda, una de las mejores publicaciones sobre las fiestas del Bicentenario, en contraste de la superficialidad de caricaturizar a los héroes independentistas y revolucionarios, ante los estudiantes de primaría y secundaría.