Justicia mexicana
¬ Juan Manuel Magaña jueves 15, Ago 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
Son increíbles los giros de la justicia en nuestro país. Por eso, en vez de credibilidad, este sector genera desconfianza.
Y también provoca, como se dice por ahí interesadamente o no, teorías conspirativas o conjeturas acertadas. Cómo saberlo.
Hace unos días le dijeron “usted disculpe” al narcotraficante Rafael Caro Quintero. “Nos equivocamos en los procedimientos con usted”, le explicaron y le abrieron las puertas de la cárcel y lo dejaron perderse en la oscuridad de la noche, al grado que sus abogados dijeron que estaría ya “en algún lugar donde ni señal telefónica hay”.
Y ahora resulta que el capo o ex capo es nuevamente prófugo de la justicia.
Un juez federal libró ayer una orden de localización y detención con fines de extradición en contra de Caro Quintero, con base en una solicitud que realizó el gobierno de Estados Unidos para que el narcotraficante mexicano enfrente un proceso penal ante una corte del estado de California, en ese país.
Y eso que anteayer, a las claras, el procurador general de la República, Jesús Murillo Karam advirtió que Caro no puede ser extraditado a EU por el homicidio del agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar, cometido en 1985.
El funcionario ciertamente explicó que la extradición sólo podría realizarse por una causa distinta al proceso al que ya fue sometido. Pero hacia dónde va este comentario es a ilustrar lo retorcido que parece el camino de la justicia, a grado tal que el propio Murillo reconoció que aún no ha encontrado la explicación que le permita entender el mecanismo que llevó a tribunales federales a liberar a Caro Quintero.
Se dice que la vida institucional del país está a prueba. Y junto al caso de Caro Quintero se citan otros recientes y extraños: la exoneración de Raúl Salinas de Gortari, la liberación de la francesa Florence Cassez y la absolución de generales destacados, entre ellos el divisionario Tomás Ángeles Dauahare.
En el caso de Raúl Salinas, la PGR dijo que apelará una resolución que, digo yo, ridículamente pudo justificar un juez. Sobre la francesa, está claro cómo el manoseo de Genaro García Luna, que enganchó a Televisa con un montaje televisivo, obstruyó la justicia en un caso de secuestro en el que las víctimas reales fue lo menos que importó al gobierno de Felipe Calderón.
Y está el asunto de los generales, encerrados a todas luces por capricho del poder sexenal anterior, sin pruebas.
Está claro que la gente, sobre la justicia en este país, no sólo puede pensar, sino temer lo peor. Conclusión: como dicen los clásicos, he ahí una asignatura pendiente.