Petróleo, ahora sí
¬ Juan Manuel Magaña lunes 12, Ago 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
Ahora sí podrá comenzarse a escribir la historia de la reforma energética, que será fundamentalmente petrolera.
La presidencia confirmó ayer que será hoy cuando Enrique Peña Nieto presente su iniciativa en materia, cosa que habrá de detonar un proceso político complicado, polémico, pero finalmente histórico.
Puede que la suerte de esa reforma dependa en mucho del contexto político, razón por la cual conviene examinar un escenario que en las próximas semanas va a tener mucho movimiento.
Esta tentativa de reforma no será como las anteriores, cuando el poder simplemente no pudo concretar en el Congreso ideas de privatización que fueron evidentes en el caso más reciente con Felipe Calderón.
No sólo topó con el muro del rechazo lopezobradorista a esa intención, sino también con un serio desacuerdo en el seno del PRI.
Hoy el poder tiene la fuerza formal necesaria para hacer realidad su ideal de reforma, cualquiera que éste sea. Pero no es seguro que tenga el consenso social si su idea es contraria a lo que quisiera la gente.
Y esto es lo que habrá de nutrir y hacer interesante el contexto en el que trate de avanzar la reforma que hoy conoceremos. El PAN llega a esta reforma hecho girones como partido político, aunque pegadas sus partes, en este caso, por la vieja idea de privatización a ultranza de la paraestatal Pemex.
Como si funcionalmente esta postura quisiera jalar al gobierno priísta, de una idea de centro, al extremo de derecha.
Y del otro lado está el complicado mosaico de una izquierda cuyas partes oscilan entre prestarse a la idea privatizadora y la postura de seco rechazo a ello.
En términos neutros, todas las fuerzas bien podrían estar de acuerdo con que el sector energético del país, y sobre todo Pemex, requieren de una profunda reforma. Esa es la parte sobrediagnosticada.
Y cualquiera podría estar de acuerdo en que Pemex podría experimentar fuertes y benéficos cambios sin necesidad de privatización. Es esa la cuestión por demostrarse en las semanas que vienen.
Por lo pronto, Andrés Manuel López Obrador le puso cuatro condiciones al PRD para que puedan ir juntos a la “lucha por la defensa de la industria petrolera nacional”: primero, que el PRD se salga del Pacto por México; segundo, que los dirigentes de este partido manifiesten públicamente, “con mucha claridad y sin medias tintas” que no están de acuerdo con la reforma al artículo 27 constitucional; tercero, que digan que no están de acuerdo y no permitirán la privatización del petróleo, y cuarto, que no van a aceptar los aumentos de impuestos.
Este fin de semana, el Consejo Nacional del PRD acordó que miembros del partido pueden actuar en el Pacto por México, pero también en las cámaras del Congreso, en los diversos foros y en las movilizaciones que sean necesarias para la defensa del petróleo. Las dos posturas encontradas en torno al acuerdo político las encabezaron, una, los Chuchos; y otra, Marcelo Ebrard y René Bejarano, en afinidad con AMLO.
Como puede verse, la postura de izquierda es más o menos homogénea, pero la desconfianza hacia los Chuchos es grande. Y el poder sólo quiere 20 votos perredistas para no modificar su idea inicial de reforma, o sea, para vestirla de “pluralidad”.
Así que las tentaciones en el camino serán fuertes.