Otra vez Michoacán
¬ Augusto Corro miércoles 31, Jul 2013Punto por punto
Augusto Corro
Pasará mucho tiempo para que regrese la tranquilidad a Michoacán. Por el momento no desparecerán los signos de tormenta.
Fueron muchos años de permitir que la delincuencia sentará su reales. Siempre se actuó con medidas paliativas para combatir el crimen. En el presente se llegó a condiciones difíciles de superar porque la delincuencia organizada tuvo tiempo de crecer a sus anchas.
Sin embargo, las autoridades federales tienen la oportunidad de actuar para proteger a una sociedad temerosa, insegura y desconfiada. Los gobiernos estatales de los diferentes partidos políticos no pudieron sacudirse la presencia de la narcodelincuencia.
El narco está en Michoacán desde hace muchos años. Su situación geográfica siempre está incluida en las estrategias de la delincuencia: montañas y mar conjugados en las rutas y plazas para el cultivo y trasiego de la droga. En el 2007, Calderón inició su guerra fallida contra los cárteles de la droga. Lo único que provocó fue la creación del nuevo cártel de “Los Caballeros Templarios”, que se desprendió de “La Familia Michoacana”.
Hoy la población de aquella entidad presencia, con desazón, el enfrenamiento entre la fuerza pública y los miembros de la delincuencia organizada. Ante la imposibilidad de recibir la ayuda directa de las autoridades, los michoacanos decidieron hacer grupos de autodefensa, cuyo origen no es muy claro. Pero no hay otra manera de evitar la espiral de violencia derivada de los criminales que expandieron sus negocios al secuestro y a la extorsión y a toda clase de abusos que padece la población: violaciones, robos, etc.
El asesinato del vicealmirante Carlos Miguel Salazar Ramonet ha sido la llamada de atención más importante de lo que ocurre, en estos momentos en Michoacán.
Ante esa situación de franco reto de la delincuencia, las autoridades de los niveles: municipal, estatal y federal deben reflexionar ampliamente su estrategia para evitar nuevos y dolorosos hechos.
Para empezar se debe hacer un análisis de los resultados de la lucha. Lejos de los discursos se debe investigar la fortaleza real del adversario y de ahí partir con bases sólidas para enfrentarlo.
Deberá ser un plan a largo plazo, pero que brinde resultados positivos, porque lo que reflejan los hechos actuales es una falta de contundencia por parte de la fuerza pública. La delincuencia no es invencible, pero tiene que atacarse de raíz para desaparecerla y no será únicamente con las armas.
Quienes se interesen por el retorno de la tranquilidad y la paz a Michoacán tendrán que investigar en los orígenes del mal: pobreza, falta de empleos, malos gobiernos, etc. La mencionada entidad es una de las que más provee de braceros a Estados Unidos, desde hace mucho tiempo. Esto es provocado por la falta de empleos, de oportunidades para una mejor forma de vida.
La falta de interés por el desarrollo del campo ha sido fatal. En el presente, la vida de los campesinos se ha visto afectada por la incursión del narco. Según se informó, los delincuentes, a través de la extorsión, controlan la producción y venta del limón y el aguacate.
Los criminales ya no se conforman solamente con la producción y venta de estupefacientes, sino que decidieron participar en la economía estatal, para controlar la oferta y la demanda de productos agrícolas.
Con sus actividades ilícitas, la delincuencia organizada decide la suerte de los mercados de los mencionados productos, con las consecuencias que todos conocemos: carestía e escasez del producto.
A todas esas condiciones negativasociales y económicas que privan en Michoacán, debe sumarse la anarquía política: no hay gobernador en aquella entidad. El electo por la sociedad, Fausto Vallejo, tiene una licencia para alejarse del cargo por varios meses, con el fin de que se atienda de un problema hepático.
En su lugar, el gobernador interino, Jesús Reyna García, no puede con el paquete. Varios senadores demandan convocar a elecciones para designar nuevo gobernador en el estado, pues dijeron que en Michoacán se vive “una dramática realidad, en la cual, la delincuencia organizada ha rebasado a toda forma de autoridad de paz social y de orden público”.