Abuso contra niño
¬ Augusto Corro lunes 29, Jul 2013Punto por punto
Augusto Corro
El tema de la explotación infantil es mundial y las leyes son insuficientes para erradicar este grave problema.
Los delitos contra los menores van desde que los obligan a ejercer jornadas laborales de sol a sol, al sometimiento a abusos sexuales y a otras actividades propias de adultos, también dañinas. En todas las regiones del planeta, los niños son los más vulnerables y por lo mismo son sometidos a la explotación irracional.
Por ejemplo, en los cañaverales, en temporada de zafra, los pequeños trabajan en condiciones infrahumanas todo el día.
En la ciudad, es común ver a los niños que viven en la calle, sin familia, en grupos expuestos a la droga y a la delincuencia. Son miles los que consiguen dinero en los cruceros gracias a la limosna. De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en el sexenio de Calderón los agravios contra los menores aumentaron drásticamente 226%. Convirtieron a ese sector infantil en uno de los más vulnerables del país.
Claro, la problemática social es mayor, son infinidad de casos en que las violaciones a los derechos humanos de los niños nunca son denunciados ante las autoridades.
Por cierto, según declaraciones de las propias autoridades, dichas violaciones más frecuentes, provienen, en primera instancia, del seno familiar, donde “son víctimas del abandono por omisión, de incumplimiento de obligaciones alimentarias o escolares, hasta acciones de abuso sexual, en los casos más graves”.
Parece paradójico, pero en la propia escuela los menores son víctimas de mal trato físico, psicológico e incluso sexual.
Los agravios contra los menores son múltiples y no se ve una solución a corto plazo.
Hace varios días, en Tabasco, un niño tzotzil que vendía chicles y cigarros fue humillado y vejado por un funcionario público, dizque inspector de nombre Juan Diego López Jiménez.
Feliciano Díaz Díaz, de 10 años, el menor humillado, fue obligado a arrojar al suelo los dulces que llevaba en su caja. Las dos cajetillas de cigarrillos se las llevó el citado inspector para su consumo.
El niño, lleno de impotencia, rompió en llanto. Las imágenes de lo ocurrido fueron registradas por un testigo y las subió a Internet. Ese hecho provocó la reprobación total en las redes sociales y obligó a las autoridades locales a tomar cartas en el asunto que ya buscan a Juan Diego para castigarlo por abusivo.
Carmen Torres, inspectora, quien también estuvo presente en el hecho mencionado, se encuentra detenida por la agresión y robo al niño, así como por abuso de autoridad.
La vida de Feliciano es muy parecida a la de millones de niños indígenas mexicanos. Su drama se origina en la pobreza, que rompe la armonía familiar. El papá tuvo que abandonar su casa para buscar trabajo en Cancún, Quintana Roo.
Tal es el caso del menor Feliciano cuyo hogar se encuentra en la comunidad El Romerillo, municipio de San Juan Chamula, Chiapas. Desde ese lugar, partió con otros cuatro primos más a vender chicles a tabasco, donde vive su tía Gloria Díaz Hernández.
Los cuatro menores fueron al citado lugar con un solo propósito: conseguir dinero para comprar útiles escolares, para el próximo regreso a clases.
Esa es la historia de Feliciano, quien a su corta edad ya acumula experiencias que le dejarán huellas en su vida para siempre. Lo que le ocurrió, es un hecho que, desafortunadamente, se repite por miles de veces, no sólo en México, sino en cualquier parte del mundo.
De lo anterior se desprende que los niños deben ser atendidos con mayor esmero y dedicación con leyes que los protejan realmente de cualquier acechanza que ponga en riesgo sus derechos humanos.