Papa Francisco, bebé real y occidente
¬ Juan Manuel Magaña miércoles 24, Jul 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
Es la vieja cultura del mundo. Su vieja dirección.
Un Papa que quiere reconquistar al mundo en plena decadencia de su Iglesia. Y una prensa global que aplaude e impone emocionalmente el advenimiento de alguien que algún día será rey, por ahora sin nombre y sin más mérito que el de apenas haber nacido.
Son procesos casi planetarios, tan enormes como inútiles a veces.
El Papa Francisco, llamado así para tener presente a aquél que naciera en Asís y viviera en la más estricta pobreza, entró al mundo real por la puerta de Brasil, ahí donde el catolicismo es popularmente más denso. Estará ahí el resto de la semana, pero no la tiene fácil.
La Iglesia católica ha abandonado largamente, en la teoría y en la práctica, a los desposeídos de este mundo, desde la “guerra fría” y el derribamiento del bloque comunista, cuando Juan Pablo II decidió jugársela con Ronald Reagan y Margaret Tatcher para cambiar la faz del mundo. Y por eso se fue contra todo lo que oliera a Teología de la Liberación o a la opción por los pobres.
Los que sin querer quedaron liberados fueron millones de almas cautivas en el mercado del catolicismo para adentrarse en los mercados evangélicos o de plano en ninguno, si para tratar con Dios no se necesita de intermediarios y ni siquiera iglesias.
Eso, en la práctica. En lo teórico, ahí están los problemas contemporáneos para los que la iglesia no ha tenido respuesta, ni Juan Pablo II, ni el anodino de Benedicto XVI, ni ahora Francisco, que ha guardado silencio. Temas como la mujer y sus problemas como el aborto o el divorcio, los jóvenes, el celibato, la homosexualidad, los nuevos matrimonios y muchos más.
Francisco es un Papa que quiere agradar, se muestra sencillo, se mezcla sin miedo entre la gente, muestra más interés por América Latina que por la irremediable Europa y se pronuncia por trabajar por los pobres. Quizá logre conectar con una cristiandad ya bastante decepcionada, aunque muchos opinan que esta decadencia del catolicismo ya nadie la para.
Y es el caso del decadente concepto de la monarquía, todavía capaz de impresionar al imaginario colectivo, a través de las revistas del corazón. Imposición cultural al mundo para asegurarse de mantener vivas las viejas jerarquías: primero Dios, los reyes, luego las princesas y los príncipes, seguidos de una corte pagada por ciertas democracias.
Para el nuevo descendiente de la realeza británica, las tropas reales dispararon 41 cañonazos, a fin de conmemorar el nacimiento del Bebé Real, primogénito del príncipe Guillermo de Inglaterra y su esposa, Catherine, duquesa de Cambridge, y bisnieto de la reina Isabel II. Y los demás en occidente, como dicen los chinos, “nomás milando”.