Los censos y su flexibilidad
Francisco Rodríguez lunes 22, Jul 2013Índice político
Francisco Rodríguez
En Tijuana se vive ahora mismo el “efecto dominó” de un Censo Nacional de Población manipulado o, en el mejor de los casos, mal aplicado.
Y es que en los escritorios de los funcionarios de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), seguro, estuvieron los datos del inventario poblacional más reciente, el de 2010, y en tal había menos casas-habitación, menos familias y menos habitantes de los que en realidad hay en esa esquina del territorio nacional.
El censo es la piedra fundamental del edificio estadístico del país. Y el edificio se desploma o, cuando menos sufre cuarteaduras, si es poco o nada confiable.
Negocios particulares aparte, en Tijuana hubo menos decodificadores que los verdaderamente necesarios, para que el llamado “apagón analógico” o “encendido digital” de la televisión -la segunda de las revoluciones de este medio de comunicación; la primera fue la transmisión a colores- se llevara a cabo con el éxito que una operación, tan largamente planeada, hubiese merecido.
Pero no. Los datos estadísticos en los que, le apuesto, se basó la Cofetel están equivocados.
La queja es recurrente. Estados de la federación y municipios constantemente se quejan de la existencia de un censo “rasurado”, razón por la cual reciben menos recursos de los necesarios.
Como ejemplo, en la esquina contraria del territorio, en Cancún, Quintana Roo, ha habido reclamos desde hace por lo menos dos años, en función de “lo mal contado” que estuvieron los habitantes del municipio Benito Juárez.
Entre las cifras poblacionales del Instituto de Planeación Municipal de Benito Juárez (Implan,) y las del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) hay una diferencia de más de 200 mil habitantes, dijo en marzo de 2011 el titular del Implan, Carlos Díaz Carvajal, quien indicó que en la proyección que elaboraron con datos del padrón catastral, de servicios de agua contratados para vivienda sin incluir tomas comerciales, además de los servicios de electricidad y el Factor de Ocupación de la Vivienda (FOV), determinaron que en el 2010 el total de habitantes en el municipio era de 860 mil 726, pero en el caso del Censo de Población y Vivienda 2010 del INEGI se registraron 660 mil 23 habitantes.
Para más detalle relató, asimismo, que cuando se llevaban a cabo los preparativos para arrancar con el censo poblacional en Benito Juárez, se estableció el Comité de Seguimiento del Censo de Población y Vivienda 2010, donde participaron autoridades estatales, municipales y el INEGI, el cual informó que para Benito Juárez había un registro de 264 mil viviendas para censar. Sin embargo, para la tercera y última reunión, donde se dieron a conocer los datos preliminares del conteo el 15 de diciembre de 2010, el INEGI informó que solamente cubrieron 188 mil 161 viviendas, por lo que 75 mil 839 no fueron censadas.
Y tal, vuelvo a apostarle, fue lo que sucedió en Tijuana, donde muchos hogares, muchas familias, no pueden acceder al servicio digital terrestre de televisión, porque no alcanzaron los decodificadores.
CIFRAS MAQUILLADAS
Desde hace por lo menos cuatro décadas, Max Factor tiene en los gobernantes mexicanos a sus mejores clientes. Todas las cifras se maquillan a conveniencia de los intereses políticos del momento.
Da lo mismo si tales números son financieros, industriales, poblacionales o en torno a los desaparecidos y muertos por la violencia.
“Súbele aquí”, “bájale allá”, da como invariable resultado una espectacular mentira.
Así es como se gobierna en nuestro país. A conveniencia de los grandes intereses político y económico, nunca de aquellos a los que legítimamente tiene derecho la sociedad.
Es inveterada costumbre de gobernantes y funcionarios de diversos niveles manejar cifras maquilladas, unas infladas otras disminuidas, para hacer creer a los gobernados que las cosas marchan bien. Pero cuando esas cifras deben ser aplicadas a cuestiones tangibles, sólidas, fallan.
Véase si no con el caso de las cifras financieras o macroeconómicas. Todas van bien, al alza, nos dicen.
El desastroso inicio de la transición de la televisión, de analógica a digital, fue un desastre, así las cosas, por el fallido Censo del 2010.
Otra, también, porque la llevaron a cabo los panistas de la vertiente calderonista, ¿a poco no?
Índice Flamígero: Tras poco más de dos sexenios sin que hubiese movimiento en el mercado de la radio y la televisión, la SCT “resolvió 180 trámites diversos entre los que destaca la entrega de 49 nuevos títulos de concesión solicitados por diferentes particulares, cuyo monto de inversión es de mil 100 millones de pesos para los primeros años de vigencia.”